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Once joyas de Segovia que demuestran la belleza de la provincia

Plaza mayor de Sepúlveda

Nadie puede dudar del valor histórico que posee Segovia y sus pueblos. De toda Castilla y León, posiblemente sea la provincia que mejor conserva su patrimonio, por lo que no faltan joyas culturales que visitar. Su arquitectura apenas ha sufrido grandes transformaciones, por lo que no es del todo extraño callejear por un trazado urbano de época medieval a la vez que se interpone una gran edificación romana.

Es una oportunidad ideal para descubrir la gran variedad de conjuntos arquitectónicos de diferente época y estilo que posee toda la provincia. Asimismo nunca está de más degustar su excelente gastronomía, con el cochinillo o el lechazo a la cabeza. A continuación, once verdaderas joyas segovianas.

Castillo de Castilnovo

Castilnovo en Segovia
Castilnovo en Segovia. | Shutterstock

Esta fortaleza situada en la depresión del valle del río San Juan llama poderosamente la atención por varias razones. En primer lugar, por la construcción en sí. Restaurada a lo largo de los siglos, diversas investigaciones sitúan su origen entre el siglo VIII y el siglo X, aunque los rastros de ambas épocas han sido borrados del conjunto. Sí se pueden observar los arcos apuntados que se encuentran en el Patio de Armas, que corresponden a los siglos XII y XIII.

Por otro lado, su sola presencia en la zona resulta fascinante, pues uno no espera encontrar un castillo de semejante arquitectura, y con tanta historia, arropado por uno de los bosques de la zona, entre encinas y álamos. Este castillo perteneció a Don Álvaro de Luna, uno de los hombres de confianza de Juan II de Castilla. Fue también residencia palaciega de los Reyes Católicos. La leyenda cuenta que Juana I de Castilla, apodada la Loca, lloró la muerte de su marido en uno de sus aposentos.

A lo largo de su historia ha sido residencia de la realeza, lugar de reunión de la nobleza de cada época y también ha servido como cárcel. Hoy en día, es uno de los puntos turísticos más curiosos, aunque desconocidos, de la provincia.

Maderuelo y sus ermitas

Maderuelo visto desde el otro lado del río
El pueblo de Maderuelo visto desde el otro lado del río. | Shutterstock

Maderuelo es por sí mismo una joya entregada directamente desde la Edad Media. Por tanto hay que destacar el conjunto en primer lugar, que es uno de los pueblos más bonitos de España. Esta localidad puede fascinar a cualquiera, como lo han hecho también sus ermitas. La Ermita de la Vera Cruz de Maderuelo fue declarada Monumento Histórico Artístico hace casi un siglo: en 1924.

Su tamaño reducido y su sencilla estructura no han impedido que se haya convertido en un lugar con un gran peso histórico. Por su relación con los templarios, y también por las impresionantes pinturas románicas de su cabecera. Lamentablemente, la construcción del cercano Embalse de Linares del Arroyo condujo a la expropiación del lugar, y las pinturas fueron trasladadas al Museo del Prado en 1947. Pese a ello perviven las improntas de las mismas, además de haber unas fieles reproducciones. Por tanto, la visita merece la pena.

También la Ermita de la Virgen de Castroboda y de San Roque, construida a finales del siglo XVIII y bendecida en 1804. De estilo neoclásico, también de ella destaca su historia, pues fue construida por los propios vecinos para albergar a la patrona de Maderuelo, la Virgen de Castroboda, sobre una ermita anterior dedicada a San Roque, protector de la peste. Es fácil imaginar el peso emocional de este lugar.

Palacio Real de Riofrío

Palacio Real de Riofrío
Palacio Real de Riofrío. | ShutterStock

Isabel de Farnesio mandó construir una residencia privada muy cercana a la localidad de San Idelfonso, al pensar que quedaría privada del Palacio de La Granja tras la muerte de su marido Felipe V en 1746. Sin embargo, el fallecimiento temprano de Fernando VI hizo que la reina fuera llamada a ocupar la regencia y tuviese que volver a su vivienda anterior sin haber siquiera estrenado el nuevo palacete.

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Desde el principio fue utilizado como pabellón de caza, al estar rodeado de una zona forestal de más de 600 hectáreas de gran biodiversidad. Razón por la que se trata en realidad de un lugar desconocido por el público en gran medida. Allí solo habitaron años más tarde el monarca Francisco de Asís y Alfonso XIII cuando enviudó. Por otro lado, su fachada exterior no destaca como sí lo hace el Palacio de la Granja. En este sentido, el Palacio de Riofrío presenta un aspecto clásico un poco austero y sobrio, aunque en su interior alberga una llamativa arquitectura barroca.

El Palacio hoy se utiliza, entre otras cosas, como Museo de caza, presentando un recorrido por la historia de la cinegética desde los tiempos primitivos hasta los modernos. La exposición complementa sus piezas con pinturas de grandes maestros como Rubens o Velázquez, así como con tapices del siglo XVIII de la Real Fábrica de Santa Bárbara. No hay que abandonarlo sin admirar la excepcional decoración del conjunto. Reamueblado recientemente, un paseo por sus estancias se siente como un viaje al pasado.

La villa medieval de Pedraza

Segovia, Once joyas de Segovia que demuestran la belleza de la provincia
Villa de Pedraza. | Shutterstock

La villa de Pedraza es un monumento en sí mismo. Podría decirse que es la joya medieval por excelencia de la provincia de Segovia. Está levantada entre dos cerros y presidida por un imponente castillo, con museo incluido, lo que la convirtió en un importante bastión en tiempos de la Reconquista. Las labores de mantenimiento y restauración de todo el perímetro amurallado y el casco antiguo han respetado en extremo su valor cultural, razón por la cual fue declarada toda ella como Conjunto Monumental en 1951. Pero aún hay más, y es que Pedraza también es uno de los pueblos más bonitos de España.

A parte de su marcado papel de fortaleza, la historia de Pedraza también se sitúa alrededor de la plaza mayor, la principal de toda la comarca. Allí  se respiraba una frenética actividad comercial que, a día de hoy, se ha mantenido. Igualmente reseñables son sus estrechas callejuelas y pasadizos de piedra, en cuyo recorrido se pueden contemplar numerosos palacios y casas nobles blasonadas del siglo XVI. Mención aparte merece la cárcel medieval. Los primeros fines de semana de julio se celebra la conocida “Noche de las Velas”, una fiesta que crea un ambiente acogedor y místico con las más de 60 mil velas que decoran todos los rincones del pueblo.

Plaza Mayor de Sepúlveda

Plaza mayor de Sepúlveda
Plaza mayor de Sepúlveda. | Shutterstock

Una de las plazas principales más bonitas de uno de los pueblos más bonitos de España, que además opta a ser Capital del Turismo Rural 2021. La Plaza Mayor de Sepúlveda ha conservado, a lo largo de su historia, el carácter de lugar de reunión del pueblo, a pesar de encontrarse fuera del recinto amurallado que conforma parte de esta villa.

La Plaza Mayor sigue utilizándose para dar cobijo a los mercados semanales, también a las diversas festividades anuales. Parcialmente porticada, destaca su espacio rectangular y también los edificios que la rodean, todos perfectamente conservados y en armonía con el conjunto del pueblo. Sepúlveda, cuyos primeros pobladores llegaron, según algunas investigaciones, en la Edad del Hierro, conserva ese carácter atemporal que caracteriza a algunas localidades. Desde esta Plaza Mayor puede observarse el castillo que, precisamente, marca los límites de esa muralla, y que conserva características de tres épocas muy distintas: el siglo X, el siglo XVI y el siglo XVIII. En Sepúlveda se respira historia.

Castillo de Coca

Quema de Medina del Campo
Castillo de Coca. | Shutterstock

En la localidad de Coca se encuentra uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura gótico-mudéjar en España. Fue construido en 1473 como residencia señorial de los Fonesca, muy cerca del río Voltoya. Declarado Monumento Nacional, este castillo segoviano se encuentra en un profundo foso que todavía le confiere mayor grandiosidad. De hecho, es de las pocas fortalezas de la península ibérica que no se levanta sobre un cerro.

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El ladrillo es el material utilizado para la construcción de la obra, sirviendo además como elemento decorativo mudéjar tanto en el exterior como en el interior. La base se cubría con estuco y se pintaba finalmente con motivos geométricos. Los colores más utilizados eran el rojo, el negro y el azul con el fondo blanco del propio estuco. La estructura de la fortaleza es principalmente defensiva con sus torreones, murallas y su gran patio de armas en la parte superior. Teniendo en cuenta que el castillo no estaba construido sobre una colina, se construyó la Torre del Homenaje para vigilar desde allí al enemigo. Aunque también sirvió como prisión para personajes como el Duque de Medina-Sidonia o Don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán.

Ermita de San Frutos, Carrascal del Río

ermita de San Frutos
La ermita de San Frutos al borde de un acantilado

La ermita de San Frutos, antes conocida como priorato de San Frutos, es un antiguo conjunto monástico situado en la provincia de Segovia, concretamente en la localidad de Carrascal del Río. Se trata de una construcción románica que data del siglo XII y erigida sobre otro templo visigótico del VII. Su fundación se atribuye al personaje de San Frutos y a sus dos hermanos, San Valentín y Santa Engracia. Los tres eligieron entregarse a la vida contemplativa en aquel lugar. Con posterioridad, el conjunto se completó con un cementerio y un monasterio.

Sin embargo, lo que hace especial a esta ermita en su localización exacta. Se encuentra al borde de un acantilado, en el mismo corazón del parque de las Hoces del río Duratón. Las vistas al cañón que conforma el río Duratón son realmente fascinantes. El embalse creado por la presa de Burgomillodo, a corta distancia, ayuda a completar la estampa. De esta manera, desde la ermita se contemplan una de las mejores vistas de todo el parque. Pero para acceder al lugar hay que atravesar un puente de piedra de 1757. Resalta una grieta en la roca. Esta recibe el nombre de “cuchillada de San Frutos”, pues según la leyenda fue el Santo el que la hizo con su báculo para salvar a un grupo de cristianos perseguidos por los musulmanes.

Iglesia de San Miguel en Sotosalbos

Iglesia de Sotalbos
Iglesia de Sotalbos, en Segovia. | Shutterstock

Es una de las joyas del románico segoviano, situada a tan solo 20 kilómetros de la capital. Se localiza en el pequeño pueblo de Sotalbos, junto al espeso bosque de Mata del Pirón y muy cercano al puerto de Malangosto, de donde era natural y párroco el Arcipreste de Hita. Según cuentan, frecuentó la Iglesia de San Miguel en numerosas ocasiones. Esta fue la iglesia románica más visitada y conocida de la provincia de Segovia desde su construcción en el siglo XI, a excepción de las urbanas de la capital. En 1973 le valió para ser catalogada como Monumento-Histórico Artístico.

La iglesia se construyó en dos fases: una primera prerrománica en el siglo XI, cuando se levantó la cabecera plana con arco triunfal de herradura. El resto de la nave, la torre y la galería corresponden a un románico muy tardío, entre el XIII y XIV. Si en algo destaca esta construcción es por la variada colección de escultura figurada en columnas y capiteles, entre las que se encuentran animales del bestiario, cabezas humanas, escenas de la vida cotidiana y flores. El capitel de la Adoración de los Reyes Magos, típico en el románico segoviano, y el de la lucha entre basiliscos y serpientes por dos cabezas simiescas son los más llamativos.

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Castillo de Cuéllar

Castillos góticos de castilla y león
Castillo de Cuéllar. | Shutterstock

Enclavado en la cumbre de una colina, el Castillo de Cuéllar se erige como protector de la villa desde el siglo XIII. Pese a los avatares sufridos a lo largo de las centurias, sus muros se mantienen intactos y aún conservan la mezcla de los estilos arquitectónicos que lo caracterizan. Al igual que en la mayoría de las construcciones segovianas, el gótico y el renacentista son los predominantes.

En sus orígenes tuvo una función militar, pero a partir del siglo XVI se sometió a obras de ampliación y transformación hasta convertirse en un suntuoso palacio. Siendo rey Enrique IV, el castillo pasó a ser propiedad de Don Beltrán de la Cueva, más conocido como Duque de Alburquerque. En su interior albergaba valiosos cuadros y todo tipo de obras lujosas. Cuando la familia se traslado a la corte de Madrid, la fortaleza quedó privada como residencia estival hasta que fue poco a poco quedando en el olvido.

Iglesia monasterio de Soterraña, en Santa María Real de Nieva

Iglesia y Monasterio de la Soterraña
Iglesia y Monasterio de la Soterraña. | Wikimedia

En la localidad segoviana de Santa María la Real de Nieva se encuentra un gran conjunto monástico formado por la iglesia dedicada a la Virgen de Soterraña. Fue construido a finales del siglo XIV y la primera mitad del XV con un estilo gótico, aunque manteniendo algunas pinceladas del románico anterior. Destaca su gran portada flamígera donde se aprecia la Pasión y la Muerte de Jesucristo. Tanto la portada de la Iglesia como el claustro del monasterio fueron catalogados como Bien de Interés Cultural.

El origen de esta iglesia ocurrió a raíz de un episodio milagroso allá por el año 1392, cuando la imagen de una virgen se le apareció a un pastor en un descampado. Este la identificó como Nuestra Señora de la Soterraña.  La devoción despertada por aquel acontecimiento hizo que la reina Catalina de Lancáster mandara a construir en ese mismo lugar un templo para dar culto a la imagen. En 1414, el Papa Benedicto XIII donó el lugar a los dominicos. Como curiosidad, allí fue enterrada la reina doña Blanca de Castilla, fallecida en esta localidad en 1441.

Palacio Real y Jardines de La Granja de San Ildefonso

Palacio Real de la Granja de San Ildefonso
Palacio Real de la Granja de San Ildefonso. | Shutterstock

Es también conocido como el Versalles español, ya que fue deseo explícito de Felipe V construir un lugar que le recordara a su infancia en la corte francesa de su abuelo Luis XVI. Así fue como en 1717 nació el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, hoy declarado conjunto Histórico Monumental. El monarca, prendado por la belleza cinegética del lugar, destinó el palacete al retiro estival. El conjunto se encuentra a tan solo 11 kilómetros de Segovia capital, por lo que es muy frecuentado a lo largo del año.

El Palacio fue inicialmente de dimensiones muy modestas, pese a ser un bello ejemplo de la arquitectura palatina europea. En él quedaron reflejadas las influencias francesas, especialmente en los jardines y fuentes de estilo versallesco. Pero también adquirió cierta identidad propia a través de un ambiente barroco español y de influencia italiana, a propósito de la reina Isabel de Farnesio. Actualmente es posible visitar los antiguos apartamentos reales adornados con una rica y suntuosa decoración, entre los que destacan la galería de estatuas, el Salón de Mármoles, la Sala de Lacas o el Museo de Tapices. Pasear por sus impresionantes jardines también es una acertada opción.

Artículo creado para PROdestur Segovia