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El valle de Aguas Tuertas, uno de los secretos mejor guardados del Pirineo aragonés

Valle de Aguas Tuertas Huesca

Ordesa suele acaparar la mayor parte de las miradas en lo tocante a los valles del tramo oscense de los Pirineos. Sin embargo, la cordillera tiene muchos otros entornos de este tipo igualmente espectaculares. Sin ir más lejos, el cercano Valle de Tena se ha erigido como una referencia gracias a su fácil acceso desde Biescas y su belleza, tanto natural como cultural. Más al oeste queda el Valle de Hecho, el cual transita el río Aragón Subordán. Amén de lo bonito de poblaciones como Siresa, la cercana Ansó o la localidad aragonesa que pone el nombre al todo, remontando el curso aguarda un paraje digno de una ensoñación: Aguas Tuertas.

Valle de Aguas Tuertas Huesca
Los meandros del Aragón Subordán en Aguas Tuertas. | Shutterstock

Un serpenteante remanso de paz en las montañas de Huesca

Para alcanzar el valle de Aguas Tuertas, homónimo al excepcional Parque Nacional de Lleida, hay que introducirse en los Valles Occidentales hasta la bola. Toca dejar atrás Hecho o Siresa y avanzar hacia el norte siguiendo el curso del río. El camino rodea el Castillo de Acher, una peculiar montaña de 2.364 metros de altitud cuya cima que parece una fortaleza medieval. Así, se pasa por las angosturas de la Boca del Infierno, se recorre la zona de Oza con sus hayedos para atravesar finalmente la Guarrinza. El giro sigue el sentido horario hasta llegar al destino.

Castillo de Acher Huesca
Castillo de Acher. | Wikimedia

Aguas Tuertas requiere un pequeño ascenso para ser alcanzado, superando una caída de agua. De esta forma queda más o menos colgando. Se trata de una inmensa planicie que discurre de sur a norte según el sentido de la vía fluvial. Esto supone una rareza, ya que la mayoría de los grandes valles pirenaicos de Huesca avanzas en la dirección contraria. Miles de años de sedimentación, cambios tectónicos o acción glaciar han creado este intricado curso. Cabe señalar que el caso del corredor de este afluente del Aragón recuerda de alguna manera al del Sil en El Bierzo, que también vira enormemente en su camino al Miño.

Valle de Tena, un alejado y encantador rincón natural en plenos Pirineos

El prado suele mantener un verde fruto del pasto. No en vano, estos territorios ribereños siempre han sido excepcionales campos ganaderos. Una actividad que sigue viva, a pesar de que varios entornos parecidos, como el Valle de Tena, hayan sido embalsados en gran medida. Sea como fuere, al verde se suma el gris de los montes, no falto de blanco según la época del año. A unos 1.600 de altura el fresco es un continuo que acompaña al zigzagueo del Aragón Subordán. Precisamente aguas tuertas es un topónimo general que define a este tipo de paisajes fluviales. El curso se muestra algo oscuro, a veces ocre, resaltando todavía más sobre el tapiz herbáceo. En total son unos dos kilómetros y medio de largo lo que abarca, por lo que resulta idóneo para la práctica del senderismo.

Valle de Aguas Tuertas Huesca
Las nieves son habituales en el paisaje buena parte del año. | Shutterstock

El dolmen de Aguas Tuertas y el pasado megalítico de la zona

Además de hayedos como la selva de Oza y Guarrinza y el epítome de lo bucólico que es Aguas Tuertas, el curso alto del Aragón Subordán destaca también por la profusión del megalitismo. Las obras prehistóricas se reparten en los valles y sus alrededores, dando lugar a un conjunto soberbio. Estas construcciones suelen estar asociadas a alguna de las fases de la Edad el Cobre o Calcolítico. Aguas Tuertas posee un dolmen al que da nombre y que suele ser uno de los puntos que más miras fotográficas atrae. Conviene recordar que no es una plataforma para subirse y quedar plasmado en una imagen.

Dolmen de Aguas Tuertas
Dolmen de Aguas Tuertas. | Shutterstock

Posee un estado de conservación “extraordinario” según Patrimonio Cultural de Aragón, que lo recoge en su lista de Bienes de Interés Cultural. Mirando al noroeste, se trata de una obra realmente simple, al igual que por ejemplo el dolmen de Santa Helena cerca de Biescas. Su pequeña cámara apenas supera los dos metros de largo y no llega al metro de ancho ni de alto. Una losa pone techo al espacio interior y otras tres, los ortostatos, sirven para sujetarla. No hay restos del túmulo, pero sí de una piedra menor a las anteriores en la entrada, que se cree que podría haber servido de cierre.

La Guarrinza Huesca
La Guarrinza. | Shutterstock

En el camino bien de ida, bien de vuelta, hay otros hitos megalíticos a los que prestar atención. En cuanto a dólmenes, el más cercano es el del Salto. Se muestra como un túmulo, aunque apenas queda rastro de la estructura. En todo caso, su ubicación permite contemplar la Guarrinza en todo su esplendor. Los ortostatos desmoronados del Camón de Fitas es otro acicate para los aficionados del Neolítico, pero resulta más llamativa todavía la Corona de los Muertos.

El Centro de Interpretación del Megalitismo Pirenaico, junto a la mencionada Boca del Infierno, se centra en este yacimiento. Repartidos por la Selva de Oza, más de 120 círculos pétreos, interpretados como fondos de cabañas ancestrales, se complementan con otros monumentos megalíticos que incluyen menhires, túmulos y dólmenes. Esto le vale ser considerado como uno de los más importantes de toda la cordillera.

Valle de Aguas Tuertas Huesca
Una mañana con niebla a pie de valle. | Shutterstock

Las rutas por Aguas Tuertas, valles e ibones

El punto de referencia para recorrer este paraje de los Pirineos aragoneses está en el fin del tramo transitable en coche de la pista de la Guarrinza. Tras haber atravesado la Selva de Oza y buena parte del valle en el que se inicia la ruta, se alcanza esta zona adaptada ligeramente para dejar el coche. Así, aguardan entre tres y cuatro kilómetros hasta Aguas Tuertas. Los dos primeros y medio siguen el sendero forestal. En general se asciende ligeramente en esta parte, que ya es notable a nivel estético. Luego toca pasar a camino para superar un ligero desnivel junto a una caída de agua, que marca el cambio de tramo del Aragón Subordán. Existe una opción más larga, tendida, y otra más intensa y cercana a la cascada. En este primer segmento se puede ver el dolmen del Salto.

El refugio en la boca del valle de Aguas Tuertas
El refugio en la boca del valle de Aguas Tuertas. | Shutterstock

Se han subido unos 200 metros cuando se alcanza la salida del valle de Aguas Tuertas y el refugio homónimo. Cerca queda el dolmen de Aguas Tuertas, desde el que se aprecia la gran apertura del prado. El cauce se puede cruzar, a costa de mojarse los pies según la fuerza del mismo, en multitud de puntos. Así, ambas riberas son recorribles. También existe la posibilidad de ganar algo de altura en los laterales, con seguridad, para obtener buenas panorámicas. En todo caso, lo más fácil es seguir el camino. Una vez en el fondo, solo queda desandar. En total son algo más de diez kilómetros, tan sencillos como bonitos.

Valle de Aguas Tuertas Huesca
El Aragón Subordán nutre Aguas Tuertas. | Shutterstock

En todo caso, también es viable ampliar el desenlace. Así, en el fondo del valle es posible acceder a varios miradores, previo ascenso. Un par de kilómetros más es el precio a pagar, pero en todo caso merece la pena si hay fuerzas. Más exigente es llegar al ibón de Estanés. El lago glaciar se encuentra a casi 1.900 metros de altura, justo junto a la frontera con Francia. En total desde Guarrinza serían unos 19 kilómetros, con un desnivel absoluto cercano a los 500 metros.

Ibón de Estanés en Huesca
Ibón de Estanés en Huesca. | Shutterstock

Una alternativa perfecta para senderistas con algo de experiencia y que abarca el día entero, amén de permitir conocer el dolmen de Escalé. De optar por ella, hay que tener cuidado con la nieve, siendo el final de la primavera la mejor época. Sea como fuere, cualquier recorrido bien vale el esfuerzo para disfrutar de un paraje tan puro y verde como el de Aguas Tuertas.