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Camino del Norte (costa) a Santiago “por acantilados y playas”

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POR QUÉ ELEGIR EL CAMINO DEL NORTE

Hasta hace poco una alternativa poco transitada al Camino Francés, el Camino del Norte es ahora algo más que eso. Desde que la UNESCO lo consideró Patrimonio Mundial en 2015, su crecimiento ha sido meteórico. De los 6.954 peregrinos de 2008, pasando por los 13.314 de 2013, se llegaron a 17.836 el pasado año 2018. El recorrido recorre la costa española desde Irún hasta Ribadeo, nada más entrar en Galicia. Tras ello desciende a Santiago de Compostela ya sin la compañía del Cantábrico.

De las tres grandes vías, es la más larga si se toman las salidas principales. En torno a 820 kilómetros aguardan al peregrino que salga de Irún. En comparativa, son casi 800 desde Roncesvalles y algo más de 700 desde Sevilla. Este trazado permite vivir un continuo duelo entre mar y monte. Así, el que tenga alma marinera y montesa disfrutará del Camino del Norte de forma especial. Cabe resaltar que el océano no siempre acompaña, deslizándose los senderos al interior habitualmente. Con ello se disfruta tanto de acantilados y playas como de sierras.

El fulgor verde y azul tiene un peaje claro. La abundancia de grandes urbes hace que los tramos urbanos sean muy habituales. El asfalto es más que común y tocará acostumbrarse a los arcenes y, en ocasiones, el tráfico pesado. La industria, en muchos casos moribunda, es otro paisaje fiel al Camino del Norte. Factorías del acero, minas, puertos comerciales y pesqueros o fábricas agroindustriales dan paso en instantes a una naturaleza bucólica. Puede que haya quien solo guste de esta última parte. Sin embargo, la tensión entre ambas es la que ha forjado el espíritu del norte de España. Esa tensión entre el hombre y la Tierra es difícil de experimentar si no se recorre con el propio pie el límite septentrional de la Península Ibérica.

La aparición del Camino Norte es discutida. Se cree que fue una de las primeras rutas en crearse poco después del recorrido primitivo de Alfonso II. El dominio musulmán del sur hizo que brillara. Sin embargo, una vez que avanzó la Reconquista la tendencia cambió. Los territorios actuales del Camino Francés debían ser repoblados y consolidados, algo a lo que contribuyó la ruta jacobea. Tanto reyes de Navarra como de León promovieron dicha opción. El camino de la costa no pereció pero sí pasó a un segundo plano.

Los puertos del Camino del Norte, no obstante, siguieron siendo importantes en la peregrinación. A ellos llegaban multitud de penitentes que nutrían esta vía. Las conexiones con el Camino Francés, hacia Burgos o León, también eran habituales. El Camino Vasco del Interior es un buen reflejo de ello. La crisis jacobea del siglo XV/XVI afectó con fuerza a este trazado, así como la del XIX. La recuperación de la propuesta del Codex Calixtinus del pasado siglo acabó arrastrando al resto. Gracias a ello, el camino de la costa se ha impuesto como la gran alternativa de gran alcance, ganando a corto el portugués.

En este aspecto, una de cal y otra de arena. La cornisa cantábrica tiene temperaturas suaves durante todo el año. A no ser que se decida tomar el Camino Primitivo en Oviedo, la alta montaña solo se ve de lejos. Por ello, no suele haber peligro de nieve. Esto supone que se puede recorrer cómodamente en cualquier fecha. Sin embargo, el Camino del Norte es el más lluvioso. Sea verano o primavera, las botas impermeables, el poncho y el chubasquero son indispensables. En el verano es posible bañarse en las muchas playas que hay junto a esta vía. Sus aguas tienen una temperatura muy agradable gracias a la corriente del Golfo de México.

Muy cerca del Camino del Norte se encuentran 6 de las cuevas prehistóricas más famosas de Europa. En Gipuzkoa, a 10 kilómetros de Zumaia está la Cueva de Ekain. En Vizcaya, en las inmediaciones de Gernika yace la Cueva de Santimamiñe. A unos 5 kilómetros de Arce en Cantabria, la Cueva de El Pendo. A la visita a las Cuevas de Altamira, la “Capilla Sixtina del arte rupestre”, se puede llegar andando desde Santillana del Mar. La Cueva del Pindal cae a tiro de piedra de Colombres, en el límite entre Asturias y Cantabria. En Ribadesella está la bellísima Cueva de Tito Bustillo.

Otro de los principales atractivos del Camino del Norte es su espectacular litoral con 16 espacios protegidos. Destacamos los acantilados entre Hondarribia y Pasaia, con la espectacular entrada a esta última bahía. El Parque Natural de Pagoeta, entre Orio y Zarauz. De Zumaia a Deba se puede ver el parque de los acantilados del Flysch y la rasa mareal. El Bosque de Oma y la Reserva de Urdaibai, situados entre Markina y Gernika, son toda una belleza. Entre Vizcaya y Cantabria se asienta el Parque Natural de Armañón con las espectaculares cuevas de Pozalgua y la Torca del Carlista.

A continuación quedan las marismas de Santoña. Muy cerca de la ciudad de Santander, se despliega el macizo de Peña Cabarga y las Dunas de Liencres. La extraordinaria playa del Parque Natural de Oyambre queda muy cerca de Comillas. A mano izquierda del Camino se ven el Parque Natural de los Picos de Europa, tanto en su vertiente de Cantábria como en su parte asturiana. El continuo subir y bajar de la zona se debe a ellos. Por Asturias el Camino del Norte discurre por el Paisaje protegido de la Costa Oriental. También por la Reserva Natural de la Ría de Villaviciosa, el Paisaje protegido de Cabo Peñas y el Paisaje protegido de la Costa Occidental. Al cruzar a Galicia, muy cerca de Ribadeo, está la impresionante playa de las catedrales. Para acceder a ella hay que reservar y sacar una entrada gratuita.

El Camino del Norte muestra todo tipo de ejemplos de pueblos marineros en sus distintas vertientes regionales. En Euskadi, los más típicos lugares en  donde ver los barcos tradicionales y comer pescado a la brasa son Hondarribia, Pasajes de San JuanOrio y Getaria. En Pasaia se tiene que coger una lancha para cruzar la bahía, algo que se repetirá en Santoña y Santander. Vizcaya hace que el Camino vaya al interior. No hay más puertos pesqueros hasta que se alcanza la Ría de Bilbao.

En Cantabria el Camino de Santiago vuelve a la costa para pasar por los puertos pesqueros de Castro Urdiales, Laredo, Santoña y San Vicente de la Barquera. Ya en Asturias se recorren los pueblos marineros de Llanes, Ribadesella, Cudillero y Luarca. El último lugar de este tipo que se visita es Ribadeo, desde donde el Camino se dirige hacia el interior. Además de estos lugares famosos, no faltan lugares más recogidos igualmente atados al mar en toda la ruta. Por otro lado, dado el carácter marinero del Camino de la costa, lo ideal es hacer el epílogo a FisterraMuxía.

Las estampas monumentales de esta ruta jacobea no son tan grandilocuentes como las del Camino Francés, pero sí igual de disfrutables. En general, los conjuntos se imponen a las edificaciones concretas, sin faltar estas. Nada más empezar aguarda San Sebastián, considerada por muchos la ciudad más bonita de España. Su casco viejo es conocida a nivel mundial, como el de Bilbao. En esta última ciudad, el Guggenheim refulge sobre el resto. También en Euskadi merece ser destacada la simbólica Gernika.

En Cantabria el cuarteto estrella lo componen Santander, Santillana del Mar, Comillas y San Vicente de la Barquera. Cada una con encantos diferentes, poseen monumentos que llevan de la Prehistoria hasta hoy. Hay que añadir la joya del Románico que es Santa María de Bareyo. Hay que tomar un desvío hasta ella, pero merece la pena. La confirmación de la visita llamando al número que ofrecen es conveniente para evitar malas sorpresas.

Nada más llegar a Asturias, Unquera sorprende con su Archivo de Indianos. Gijon con Cimadevilla, Oviedo con su Catedral y el centro de Avilés ofrecen grandes atractivos monumentales. Cudillero y Luarca son pueblos maravillosos en sí mismos, con sus puertos y su forma de poza circular. La Quinta en el primero y el cementerio del segundo merecen mención individual. La antiquísima Ermita de San Salvador de Priesca y la ermita de la Regalina en Cadavedo son indispensables a pesar de su pequeño tamaño.

El puente sobre la desembocadura del Eo es un buen preámbulo a Ribadeo. Bajando a Santiago de Compostela se pasa por Mondoñedo. Impresionante población medieval, su Catedral sorprende por inesperada, así como su más moderno Pazo de Luaces. Sin embargo, el mayor monumento propio del Camino del Norte es el Monasterio de Santa María de Sobrado, en Sobrado dos Monxes. El imponente conjunto abarca siglos de historia cisterciense y ofrece cobijo al peregrino. Su iglesia de dimensiones catedralicias aparece en piedra desnuda gracias a la Desamortización de Mendizabal.

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Si se realiza en las fechas adecuadas, realizando el Camino del Norte se pueden vivir alguna de las fiestas más singulares de España. Justo en la salida, el Alarde de Irún y el de Hondarribia. En San Sebastián hay tres extraordinarios eventos: la tamborrada, la Semana Grande y la regata traineras de La Concha. También importante es la Semana Grande de Bilbao.

En Cantabria caben ser destacadas la Batalla de la Flores de Laredo. En la localidad vecina de Santoña, se celebra su famoso CarnavalLa Folia de San Vicente de la Barquera saca cada año a la virgen que da nombre al pueblo. Ya en Asturias cabe resaltar el Descenso del Sella en Ribadesella o el Desfile de América en Oviedo. Tocando lo gastronómico, merecen la pena la Fiesta de la Sidra en Gijón y la Jornada Gastronómica de las Fabes en Villaviciosa.

En Galicia no te puedes perder la Feria Medieval de Mondoñedo y las Fiestas de Santiago en el final del Camino del Norte.

Si hubiera que elegir el Camino de Santiago con mejor gastronomía, el ganador sería la vía de la costa. Lo pone fácil que el Camino del Norte atraviese el País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia. La mezcolanza entre platos de mar y de interior es total, con una materia prima privilegiada. Desde los pintxos de Donostia hasta el lacón con grelos de Mondoñedo, el paladar no se verá huérfano.

Debido a su súbito crecimiento, el Camino del Norte adolece de falta de albergues en algunos puntos clave. Fuera de temporada, esto se nota de forma más clara. El incremento de la infraestructura, no obstante, es continuo. El carácter turístico de ciertas poblaciones como Gernika o Llanes pone difícil al peregrino encontrar un refugio económico. Algún día habrá que ceder e ir a una pensión u hotel o la alternativa será el raso. Ello contribuye a que se trate posiblemente del Camino de Santiago más caro. Para compensar, el Camino del Norte dispone de la mejor oferta de hospedajes de arquitectura local. Más abajo puedes encontrar una relación de alojamientos cómodos y con privacidad perfectos para planificar tu ruta.

Aunque se haya comentado que el Camino del Norte tiene cada año más peregrinos, sigue siendo una opción minoritaria en comparación con el Camino Francés. La falta de albergues puede hacer que parezca más transitado de lo que lo está en realidad. Si a esto se le une la dureza del comienzo en Euskadi, el resultado es una comunión entre peregrinos casi inmediata. La alta dificultad y densidad hacen más fácil hacer piña.

También el clima fuerza a hacerse sociable. Las lluvias dejan pocas alternativas de ocio más allá de relacionarse y degustar los manjares del lugar. El Camino del Norte es más íntimo que el Francés pero garantiza ir acompañado. Esto no es así, por ejemplo, en la Vía de la Plata.

En lo tocante a las gentes que lo pueblan, suponen una gran ayuda. El carácter montés vasco se agradece sobremanera, especialmente al virar hacia el interior tras Deba. No faltan fuentes improvisadas por los lugareños en los muros de los caseríos. Un vaso de agua o una recomendación sobre el siguiente tramo son detalles que se recuerdan.

Más adelante los entornos son, en general, menos aislados, pero las gentes igual de amables. El Camino del Norte está ya muy arraigado y se nota tanto en Cantabria como en Asturias. Las zonas más profundas de Lugo pueden dar lugar a conversaciones dignas de tener con los habitantes locales. El único pero se encuentra en los lugares más turísticos, como Gernika, Llanes o Ribadesella. En temporada alta, el peregrino es una prioridad menor y la frialdad de las administraciones alta. Sin embargo, a título privado siempre surge alguien para echar una mano.

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CONSEJOS CLAVE PARA DISFRUTAR AL MÁXIMO DEL CAMINO NORTE

El paso por ciudades de gran importancia o pueblos de singular belleza hace que parar más de un día en ellos no sea descabellado. Esto favorece la ejecución del Camino del Norte en tramos. Por otro lado, transitar los senderos rurales es un gozo en presente vívido. Si se hace entero, la recomendación es tener paciencia o buen físico. Euskadi es una prueba de fuego y, si se supera sin lesiones, el cuerpo estará ya en forma. No es que luego las etapas no requieran esfuerzo, pero el shock inicial es lo más duro.

Si se puede, realizar el epílogo a Fisterra y Muxía es un añadido más significativo que en el resto de rutas jacobeas. Acabar y empezar mirando al Atlántico es una sensación que merece la pena ser vivida.

Hay dos opciones habituales para arrancar el Camino del Norte. Una es partir del lugar desde el que se ha pernoctado en Irún. La otra, acercarse al puente de Santiago en la frontera con Francia. Si se ha descansado en Hendaya, también es posible cruzar en barca a Hondarribia. Sea como fuera, tras ello se llega a la sierra de Jaizkibel y el Santuario de Guadalupe. Las piernas se cargan y no hay nada hasta Pasajes. Lo mejor es no hacer caso a los atajos.

De esta forma se alcanza Pasajes de San Juan. En ese pequeño pueblo se pueden comer excelentes pescados y se debe de tomar otra barca que cruza la bahía hasta Pasajes de San Pedro. De nuevo hay dos alternativas. Esto es algo muy propio del Camino del Norte. Entrar a San Sebastián por la larga avenida de Euskadi es necesario para los ciclistas. Si se va andando, mucho más atractivo es ascender y pasar por el Faro de la Plata y el monte Ulía. Finalmente, Zurriola queda a la vista. Donostia acoge friamente al peregrino, pero su belleza y gastronomía compensan.

San Sebastián se despide desde Ondarreta, subiendo al Igeldo. No es una subida muy dura, pero se engancha de sopetón. mejor haber desayunado. Es posible en ocasiones encontrar una mesita con viandas para el peregrino preparadas por un amable vecino. Con vistas intermitentes al Cantábrico, se da un largo paseo hasta Orio. Merece la pena descansar, incluso comer, en este pueblo. Tras subir de nuevo y pasar junto a un camping, se puede ver Zarauz y Getaria. Lo mlógico es pernoctar en la primera. Cerca quedan el Alto de Talaia, que separa el valle del Oria de la planicie de Zarauz y el Parque de Pagoeta. En este último hay una ferrería, fundición de hierro con métodos medievales.

La etapa Zarauz-Deba es corta, menos de 22 kilómetros, pero repleta de lugares que ver. Por tanto, la recomendación es tomársela con calma y hacer paradas largas para visitar el pueblo pesquero de Getaria y Zumaia. El Camino del Norte oficial obvia esta primera población y va por monte hasta la última. Sin embargo, un bonito paseo marítimo junto a la costa parte de Zarauz hasta Getaria. Una gran opción para conocer el lugar, con su curiosa iglesia y su espectacular Museo Balenziaga.

 

Si se ha ido a la ciudad de Juan Sebastián Elcano, se desembocará en la aldea de Askizu. Ya en el camino se montea hasta Zumaia. Es habitual ver las traineras entrenado si se ha madrugado. Los flysch y la rasa mareal son dignos de ser vistos. Hay centro de interpretación en Zumaia, para quienes no conozcan ese fenómeno geológico. Deba es el final de la jornada. Lo ideal es disfrutar de su playa y el ambiente costero. Tocan días de interior.

El cambio de provincia a Vizcaya varía si se realiza el Camino del norte andando o en bicicleta. Si se usa el vehículo, lo mejor es optar por la costa pasando por los bellos pueblos pesqueros de Mutriku y Ondarroa. Si no es así, se continúa por interior. Poco después de salir se visita la Ermita del Calvario, desde donde se ve Mutriku. Deba-Markina es la etapa reina de Esukadi y no ofrece lugares fiables para repostar. Hay que partir con fuerzas y portar los refrigerios. El cambio de paisaje, montañés y boscoso, es tremendo. Se trata de uno de los tramos más agrestes del Camino de Santiago. Las labores forestales pueden hacer que el recorrido varíe ligeramente y hay que tener cuidado con ellas.

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Markina es una localidad de interior bien equipada. Llegar a ella es un alivio. Si se tienen muchas fuerzas, existe la opción de continuar hasta el monasterio cisterciense de Zenazurra. Está pasado Bolibar, sin embargo, sería una machada considerable. Sea como fuere, el lugar merece parar. La jornada sigue hasta Gernika. Un lugar tan histórico como turístico, habitualmente no ofrece alternativas económicas para el descanso.

Entre Gernika y Bilbao hay un trazado largo y requebrado. Por ello, a no ser que se esté en un estado de forma muy alto, lo lógico es parar en Lezama. Los primeros 16 kilómetros no tienen servicios. Después quedan 4 hasta el lugar donde se encuentra la ciudad deportiva del Athletic Club de Bilbao. Si se para en Lezama a Bilbao quedan 11 km. Gracias a ello se alcanza descansado el hogar del Museo Guggenheim y la Universidad de Deusto. Como San Sebastián, admite alargar la estancia. Bien lo merecen tanto la margen derecha, donde están las Siete calles primitivas y la catedral de Santiago, como la moderna margen izquierda.

La salida de Bilbao puede ser tediosa. Otra vez, hay dos opciones. El trazado clásico del Camino del Norte avanza por monte hasta Barakaldo, Sestao y Portugalete. Sin embargo, se puede avanzar por la Ría hasta este último. Así se ahorran kilómetros y se observa el declive industrial de la zona. Algo que volverá a la memoria al recorrer Avilés más adelante. La otra ventaja de esta alternativa es que se puede alargar el día hasta Pobeña y la playa de La Arena. Cuestión de gustos.

Desde Portugalete o Pobeña se abandona Euskadi pasando por la vía verde Itsaslur. Se trata de una antigua vía ferroviaria minera que deja estampas espectaculares.

Desde Portugalete o Pobeña se abandona Euskadi pasando por la vía verde Itsaslur. Se trata de una antigua vía ferroviaria minera que deja estampas espectaculares. La llegada a Castro Urdiales se puede realizar siguiendo el arcén de la N-634. Es  la opción mayoritaria y hay que limitarse a seguir la carretera, donde hay buenas vistas. El camino clásico estaba diseñado para otros tiempos, cuando la nacional iba más cargada. Alarga en 7 kilómetros el día y no mejora la experiencia demasiado.

Hasta Laredo la etapa es maravillosa. El tramo entre Cerdigo e Islares es uno de los que opta a más bellos del Camino del Norte. Acantilados y pasajes por bosque que no dejan indiferente al peregrino. En esta jornada vuelve a haber elección entre recorrido tradicional y N-634. En esta ocasión, sí merece la pena los tres kilómetros de más de ir por el clásico.

De Laredo se sale por su puntal, largo y repleto de pisos turísticos. En su extremo se toma una lancha hasta Santoña, un posible final de etapa alternativo. Si se realiza el Camino del Norte entre el 10 de diciembre al 28 de febrero, hay que dar un rodeo por Colindres, bien señalizado. En los alrededores queda el Parque de las Marismas de Santoña. Allí hay toda clase de aves acuáticas. El amanecer es un momento excelente para observarlas y disfrutar de un lugar único. La cárcel de El Dueso acompaña un rato camino de la playa de Noja. Para sentir su arena hay que supera El Brusco, un monte pequeño pero tremendo. Se pare en Noja o se sigua a Güemes, quitarse las botas es una gran opción.

Noja ofrece más servicios, pero Güemes tiene el albergue más famoso del Camino del Norte: La cabaña del abuelo Peuto. La recomendación es hacer un esfuerzo y alcanzarlo, dejando Santander a tiro de piedra. Cualquiera que sea el final de la jornada, se aconseja parar en Bareyo. El motivo es su iglesia de Santa María, una joya románica.

Hasta Somo existe una ruta por la costa que gana por enteros a la ruta oficial. De este modo se recorre, con pies descalzos, la extraordinaria Playa de Loredo. Santander y su bahía quedan enfrente y, dado lo corto de la etapa, da tiempo a un baño.Si se sigue el camino establecido se alcanza directamente Somo. Allí, se toma una lancha a Pedreña y luego sigue hasta laa cogedora, moderna y cosmopolita capital de Cantabria.

Desde Santander se suele llegar a Queveda o Santillana del Mar tras unos 40 kilómetros. La razón de esta distancia es el rodeo que hay que dar para evitar un puente ferroviario sobre el río Pas. Antes el Camino del Norte lo asumía, pero su peligrosidad ha hecho que quede prohibido. Las elecciones viables son armarse de valor y asumir la monotonía de la etapa o desdoblarla. El entorno de Liencres, las poblaciones intermedias y los mapas online hacen esto último posible. También cabe la posibilidad de coger el tren en Boo de Piélagos y bajarse en Mogro. Es algo similar a usar las barcas para salvar las bahías, así que no se debe temer por perder el espíritu peregrino.

Si hay fuerzas, lo ideal es llegar a Santillana del Mar en lugar de a Quevada. La tres veces mentirosa es uno de las localidades más bonitas del Camino del Norte. La visita a su colegiata y a las Cuevas de Altamira hacen que merezca la pena buscar una pensión o un hotel. El espectro estético se sigue sublimando en la siguiente parada, Comillas. La obra del mayor de los indianos sigue impresionando. mención especial a los encargos a Gaudí.

Si se dispone de tiempo, se debe considerar realizar una etapa corta hasta San Vicente de la Barquera. Además de disfrutar de este magnífico lugar medieval, uno puede disfrutar detenidamente del Parque Natural de Oyambre. Este se encuentra poco después de salir de Comillas y está en el trazado. Cantabria está tocando ya a su fin, pero le queda un último rebato. La Ría de Tina Mayor y Unquera ofrecen grandes vistas y corbatas, un dulce lugareño. El final de la etapa habitual es en Colombres, población asturiana, con su colorido Archivo de Indianos.

Hay que estar atentos a los monumentos naturales que hay al lado del Camino. No hay que olvidar que se va a transitar el espacio protegido del litoral asturiano oriental. Aguarda el espectáculo de los bufones de Santiuste y Arenillas. También la posibilidad de bañarse en las playas interiores de Gulpiyuri y Cobijeru. En este sentido, la etapa entre Llanes y Colombres presenta una alternativa por la costa a partir de Pendueles que permite observar el bufón de arenillas. Llanes es todo un atractivo turístico que vive sin hacer demasiado caso al Camino del Norte. No obstante, se recomienda parar y disfrutar de sus encantos.

Ribadesella calca las condiciones de Llanes, pero aportando la cercanía de Tito Bustillo. Famosa por el descenso del Sella, ofrece bellas estampas. Apuntando a Gijón, las variables son múltiples. Hacerlo en tres días es la alternativa más equilibrada. Con ello se transita del Oriente de Asturias al Centro al entrar en La Isla o Colunga. Este último lugar ofrece más servicios. Desde allí es casi obligado alcanzar Villaviciosa, lugar de desembarco de Carlos V. Tras ello Gijón o la alternativa del Camino Primitivo.

Si tras Villaviciosa se opta por dirigirse a Oviedo, el desvío conduce a la aldea de Casquita, parroquia de Grases. Las poblaciones que se recorre en ese tramo hasta la capital de Asturias incluyen Camoca y San Pedro de Ambás. Una variante conduce al importante Monasterio cisterciense de Valdediós y hasta Vega de Sariego. Desde allí hay un itinerario preparado para no ser molestado por los coches hasta Pola de Siero. Tras ello, se llega a Oviedo. Es posible llegados a este punto seguir el Camino primitivo o arrepentirse y llegar a Avilés. Si se hace esto último, se volverá al trazado del Camino del Norte.

Si se opta por seguir el recorrido más habitual, de Villaviciosa se va a Gijón. Su pique con la mencionada Oviedo es obvio, pero el espectador neutral tiene dos lugares únicos a visitar. Una vida cultural incesante y una historia inabarcable caracterizan a ambas. Hasta el último miembro del trío de grandes ciudades asturianas, Avilés, hay mucha carretera y fábricas. La industria, en muchos casos moribunda, recuerda al paseo por la ría de Bilbao. El casco antiguo de Avilés es muy atractivo aunque palidece al efrentarse a Gijón y Oviedo. Si se va en bicicleta, se puede tomar la carretera de la costa para visitar la villa marinera de Candás y el Paisaje protegido de Cabo Peñas.

El centro de Asturias se abandona al día siguiente al alcanzar Murós de Nalón. La desembocadura del río que pone nombre al pueblo marca la entrada al Occidente. Las grandes ciudades quedan ya en el olvido. El ambiente rural se impone, auque la carretera sigue siendo compañera.

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La mayor parte éste tramo del Camino del Norte pasa por el Paisaje protegido de la Costa Occidental. Así, puede verse durante las horas de marea baja la rasa mareal y recorrer sus acantilados. Tras abandonar Muros de Nalón se pasa junto al Pitu, donde es posible desviarse a Cudillero. El Palacio de Selgas queda a pie de camino. Dos kilómetros de desvío llevan al bellísimo pueblo marinero. Si no se decidió ir del tirón a Soto de Luiña desde Avilés, la etapa es corta. Por ello, dejarse unas horas en Cudillero merecería la pena. Al seguir se pasas junto al raro paisaje vegetal del Monumento Natural de la Turbera de las Dueñas. De continuo ríos desembocan en el Cantábrico, requebrando el trazado. Los senderos, bien cuidados por las asociaciones locales, se entremezclan con la N-632.

Desde Soto de Luiña hay una nueva elección, cómo no. Los amantes del monte pueden dirigirse al interior por las Palancas. La sierra ofrece un pequeño reto y grandes vistas y termina en Villademoros. La opción costera se llama de las Ballotas. Se trata de un sube y baja constate en pequeños valles de desembocadura. El Cantábrico del oeste astur se muestra en todo su esplendor. Visitando solitarias calas, pudiendo desviarse a la Playa del Silencio si sobran muchas fuerzas, se alcanza Cadavedo. El pueblo es pequeño, pero la ermita de la Regalina hace que pernoctar allí sea buena idea. Con la playa homónima debajo, se puede contemplar los infinitos acantilados recorridos en la etapa. También futuros. Si se ha ido por la montaña puede compensar desandar 1,4 kilómetros para visitar el lugar.

Luarca espera al peregrino al día siguiente. Junto a Cudillero, es uno de las localidades estrella del Occidente Asturiano. El lugar que vio nacer a Severo-Ochoa es un pueblo pesquero muy vertical y con varias playas. Siguiendo hacia La Caridad se visita Navia, encantador pueblo en el que se cruza un gran puente.

En la etapa entre La Caridad y Ribadeo es recomendable optar por la variante costera que visita el pueblo marinero de Tapia de Casariego. La alternativa clásica por Tol permite andar hasta Mondoñedo por el trazado antiguo, pasando por Vegadeo. La mayoría optan por ir hasta la desembocadura del Eo y la población que la guarda. Cruzando su inmenso puente se despide uno de Asturias y del mar. Para el Camino del Norte, Galicia significa montear.

El final de la primera etapa en Galicia tiene dos candidatos. Vilanova de Lourenzá es una de ellas. En tal caso, es recomendable pernoctar en Ribadeo, nada más entrar en Galicia. Con ello, se podría visitar el Monumento Natural de la Playa de la Catedrales. Para conseguir una entrada a éste espacio protegido hay que reservar con antelación, siendo complicado en verano. Mucho ojo con la marea. En Lourenzá brilla el Monasterio de San Salvador y la fortaleza de Tovar.

Mondoñedo es la otra opción para acabar. Para este caso lo ideal es descansar el día de antes en la aldea de Vilela. Mondoñedo es una de las siete capitales históricas de Galicia. Su planta medieval, su puente del pasatiempo y su catedral cogen por sorpresa. Lo malo es cambiar Ribadeo por Vilela, ya que en este último poco o nada hay que hacer.

Antes de que el extraordinario puente sobre la desembocadura del Eo existiera, el Camino de Santiago viajaba a Mondoñedo por Vegadeo. Solo hay 6 kilómetros de diferencia con el trazado habitual hoy en día. La gran ventaja de esta opción es que, especialmente en verano, evita las aglomeraciones de Ribadeo.

Si se elige esta alternativa, en Porcía hay que virar al sur por Tol en vez de al norte por Tapia de Casariego. Superada Tol, hay que seguir hacia abajo, en dirección Castropol, en el que hay posibilidad de pernoctar tras un ligero desvío. Sin embargo, lo más habitual es seguir a Vegadeo y dormir allí. Al día siguiente se cruza el río. A mitad de jornada aguarda Trabada y, finalmente, se llega a Mondoñedo, donde el Camino del Norte conecta por el tramo de Ribadeo.

Desde Mondoñedo hasta Sobrado dos Monxes la planificación de las etapas es muy volátil. Estas van de lo demasiado corto hasta auténticas barbaridades. Si se lleva peregrinando desde Irún, las piernas aguantarán lo que sea. Con todo, lo mejor es guardar cierta precaución. Estos son los principales lugares de descanso en este tramo del Camino del Norte.

Abadín queda relativamente cerca de Mondoñedo. Sin embargo, alargar hasta Vilalba quizá sea excesivo, quedando una etapa de 36Km. Esta precisamente es la próxima población destacada. Posee todos los servicios que necesite un peregrino, además de la imponente Torre de los Andrade. Desde aquí hasta Baamonde hay 18 kilómetros. La contra es que al día siguiente la etapa hasta Sobrado se alarga en exceso, habiendo pocas opciones de partirla con equilibrio. Para no hacer 40 kilómetros, se puede continuar tras Baamonde. Hasta Miraz hay diversas opciones de alojamiento rural.

Con cualquier itinerario se acaba llegando al Monasterio de Sobrado dos Monxes. Se trata de una auténtica maravilla cisterciense. Desamortizada por Mendizabal, el renacer de la orden en la zona rescató el complejo. Las dimensiones del monumento son enormes y el ambiente excelso. Un nuevo claustro, de los peregrinos, fue levantado para servir como albergue. Si uno se aloja en los espartanos dormitorios comunes, es posible recorrer el monasterio de una forma íntima y pausada. También, si se quiere, compartir algún oficio con los monjes que lo habitan.

Con la nostalgia ya afincada en el alma tras despedirse del último gran hito del Camino del Norte, se abandona Sobrado dos Monxes para alcanzar Arzúa. En la localidad jacobea, el Camino Francés recoge a otro afluente, el Camino Primitivo. De aquí a Santiago quedan 40 kilómetros en que se echa de menos la soledad del Camino de la costa. Para despedirse del Camino de Santiago en el mar, recomendamos fervientemente realizar el epílogo a Fisterra y Muxía.

Sigue este enlace para conocer los detalles del tramo común entre Camino Francés y Camino del Norte.

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Ruta que no te puedes perder por el Camino de Santiago

LUGARES FASCINANTES DONDE COMER Y DONDE DORMIR EN EL CAMINO DEL NORTE

Finalmente, para ayudar con la planificación de tu ruta, se disponen los mejores lugares para comer y donde dormir en el Camino del Norte. La cuestión gastronómica es básica para el disfrute del Camino de la costa. Por ello, hay una relación de cómo optimizar este apartado en cada lugar del trazado.

A la hora de descansar, como en otras vías del Camino de Santiago, se priman opciones íntimas y cómodas para dormir. El Camino del norte se presta especialmente a ello debido a sus características. Los alojamientos varían desde hoteles de renombre a pensiones con encanto, con un amplio rango de precio. En todo caso, todos ellos mantienen el espíritu peregrino.

He aquí nuestra selección de páginas para que decidas dónde comer y dónde dormir en el Camino del Norte:

Irún

Hondarribia – Fuenterrabía

Pasai Donibane – Pasajes de San Juan

San Sebastián – Donostia

Zarautz

Zumaia

Deba

Mutriku – Motrico

Ondarroa

Markina

Gernika

Bilbao – Bilbo / Margen derecha

Portugalete

Castro Urdiales

Laredo

Santoña

Santander

Santillana del Mar

Comillas

San Vicente de la Barquera

Ribadeo

Mondoñedo

Lourenzá -Lorenzana

Vilalba

Abadín

Baamonde

Sobrado dos Monxes

Melide

O Pedrouzo – Arca

Arzúa