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Un recorrido por islas de Galicia que recomendamos visitar

Un recorrido por islas de Galicia que merece la pena visitar

En sus casi 1500 kilómetros, la costa de Galicia esconde lugares increíbles. Allí están los acantilados de Herbeira, los más altos de la Europa continental. Y no hay que olvidar la belleza salvaje de la Costa da Morte, la serenidad de los paisajes de las rías (altas y bajas) o playas que podrían pasar por paraísos tropicales. Pero ningún recorrido por esa costa estaría completo sin la visita a alguna de esas islas de Galicia que lo reúnen todo: paisajes de infarto, historia, leyendas y alguna que otra curiosidad. Este es un pequeño viaje para descubrirlas.

Isla de Sálvora

Isla de Sálvora
Isla de Sálvora. | Shutterstock

La ría de Arousa abraza esta isla, que estuvo habitada hasta hace 50 años. En ella aún se puede contemplar el edificio de la primera fábrica de secado y salazón de Galicia, con el tiempo reconvertida en pazo. Pero Sálvora ofrece mucho más. El visitante más curioso se encontrará con los restos de la vieja aldea, con sus casas de piedra y sus hórreos. Y, un poco más allá, el centenario faro, levantado tras el naufragio del buque Santa Isabel en 1921, en el que murieron más de 200 personas.

Además, Sálvora esconde otro tesoro: la playa do Almacén. Es un pequeño paraíso de arena blanca y aguas turquesas que nada tiene que envidiar a playas bañadas por aguas más cálidas. Por cierto, en uno de sus laterales se puede contemplar una singular escultura, la de la sirena Mariña que, según cuenta la leyenda, fue madre de los primeros propietarios de la isla.

Isla de Cortegada

Isla de Cortegada
Isla de Cortegada. | Shutterstock

De ella dicen que es como un bosque flotante. Y no puede extrañarnos la comparación. Situada al fondo de la ría de Arousa, Cortegada está cubierta por un denso bosque de laurisilva, una especie poco habitual por estas latitudes. Es más, se le considera el mayor bosque de laurel de Europa Occidental. Para descubrirlo, esconde dos rutas circulares de escasa dificultad y enorme interés porque en el camino se descubre algún cruceiro, una vieja ermita o playas que invitan a olvidarse de todo.

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Cortegada está a apenas 200 metros del continente y en épocas muy concretas, cuando llega la bajamar, se puede incluso llegar andando. Pero no hay que aventurarse si no es de la mano una persona que conozca bien el comportamiento de las mareas.

Archipiélago de San Simón

Archipiélago de San Simón
Archipiélago de San Simón. | Shutterstock

San Simón y San Antón son dos islotes unidos por un puente que despuntan en el corazón de la ría de Vigo. Son tan pequeños como larga es su historia, de hecho, están catalogados como Bien de Interés Cultural. Fueron refugio de templarios en la Edad Media, sufrieron el ataque del corsario Francis Drake y se convirtieron en albergue de aquellos que llegaban en barco desde América y tenían que pasar cuarentena.

No es todo. La isla de San Simón fue leprosería, orfanato y hasta campo de concentración durante la Guerra Civil. También tiene su propia leyenda, relacionada con la cruenta batalla naval que se desarrolló muy cerca en 1792. Cuenta la leyenda que bajo las aguas que rodean este pequeño archipiélago permanece el tesoro que la Armada española perdió entonces.

Isla Tambo

Isla Tambo
Isla Tambo. | Shutterstock

Su perfil destaca en la ría de Pontevedra. Un perfil en el que se contempla el magnífico bosque de eucaliptos que cubre esta isla casi por completo; solo la península en la que se alza el faro está desnuda de vegetación. Pero más allá de ese bosque, hay otros muchos aspectos por los que la de Tambo es una de las islas de Galicia más interesantes. En ella se han hallado restos de un antiguo castro, aquí se alzó un monasterio benedictino destruido por Francis Drake y tiempo después se convirtió en polvorín militar. De hecho, hasta no hace mucho las visitas estaban muy restringidas.

Isla de Santa Cruz

Isla de Santa Cruz
Isla de Santa Cruz. | Shutterstock

No es la más grande de las islas de Galicia, tampoco es reserva natural ni tiene playas paradisiacas. Pero la de Santa Cruz, en la ría de A Coruña, tiene algo que la diferencia de otras islas gallegas: un castillo. Se alzó en el siglo XVI como parte de la defensa de la costa coruñesa de piratas y corsarios. Años más tarde, se reconvirtió en un pazo que fue propiedad de Emilia Pardo Bazán donde la escritora pasó largas temporadas. Hoy alberga el Centro de Extensión Universitaria e Divulgación Ambiental de Galicia.

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Islote Areoso

Islote Areoso
Islote Areoso. | Shutterstock

Una lengua de arena blanca y aguas cristalinas de un intenso color turquesa: es la imagen por la que este islote recibe el apelativo de “Caribe gallego”. No hay vegetación y sus aguas no son precisamente cálidas, pero sí es un pequeño paraíso en el que además se han descubierto restos megalíticos. Muy cerca está la isla de A Rúa, que marca un singular contrapunto, puesto que en ella solo se contempla piedra sobre la que se alza un faro. Isla e islote se alzan en la ría de Arousa.

Isla de La Toja

Isla de La Toja
Isla de La Toja. | Shutterstock

Un puente de 400 metros la une a la península de O Grove. Merece la pena cruzarlo para descubrir una de las islas gallegas más famosas y una de las más singulares. Es conocida por sus balnearios y por sus jabones de sales minerales. Pero en la Illa da Toxa hay mucho que hacer, más allá de disfrutar de sus aguas termales.

No hay que perderse la capilla de Caralampio, recubierta de conchas de vieiras, que es una de las imágenes icónicas de la isla. Si se visita la isla con niños, la Aldea de los Grobits es parada imprescindible. Y aún queda por mencionar el campo de golf, las playas estupendas y los fascinantes paisajes de la ría de Arousa.

Islas Cíes

Islas Cíes
Islas Cíes. | Shutterstock

Las “islas de los dioses” son tres: San Martiño, Monteagudo y Faro, estas dos últimas unidas por una lengua de tierra. Sin duda, son las islas gallegas más conocidas y esa fama, así como su apelativo, son más que merecidos porque en ellas la naturaleza ha sido más que generosa. Varias rutas senderistas permiten descubrir todos sus encantos, entre ellos, miradores con unas vistas que cortan la respiración, faros que se asoman a acantilados o playas paradisíacas, como la playa de Rodas.

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Para quienes deseen perderse en la belleza de estas islas, frente a la costa de Vigo, cabe la posibilidad de alojarse en su camping. Un consejo: en temporada alta, tanto para la visita a las Islas Cíes como para pernoctar en ellas, conviene reservar con bastante antelación. Como último apunte, las Cíes, junto con las islas de Ons, Cortegada y Sálvora, conforman el Parque Nacional Marítimo-Terrestre de la Islas Atlánticas de Galicia.

Isla de Ons

Isla de Ons
Isla de Ons. | Shutterstock

Lo cierto es que Ons no tiene nada que envidiar a las islas Cíes. En realidad, se trata de un archipiélago que se sitúa en la entrada de la ría de Pontevedra. La isla principal, la que le da nombre, es una sucesión de acantilados en los que el mar golpea con fuerza y de playas vírgenes de aguas casi hipnóticas, como la de Melide. Varias rutas de senderismo permiten descubrir estos y otros rincones, como el faro o el Burato do Inferno, una profunda grieta que, según las leyendas populares, es la entrada al mismísimo averno.

Al contrario que las otras islas del Parque Nacional de las Islas Atlánticas, esta sí tiene una pequeña población estable. También se puede pernoctar en ella, pero el acceso está limitado en temporadas altas, de modo que es necesario planificar la visita con algo de tiempo.

Este ha sido un breve recorrido por las islas de Galicia que puedes y debes visitar si de verdad deseas conocer a fondo esta maravillosa comunidad. Aún quedan otras islas muy especiales que merecen, al menos, una rápida mención. Es el caso de la isla de Arousa, la más grande de Galicia; las Sisargas, ideales para los amantes del submarinismo, o las islas Lobeiras, con unos fondos marinos también muy interesantes.