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Los balleneros vascos o la primera actividad industrial de norteamérica

Ballena franca

Jacques Cartier fue un navegante y explorador francés del siglo XVI. De gran fama, fue el primer viajero de esa nacionalidad en pisar el llamado Nuevo Mundo. Entre otras muchas cosas, fue también el primero en nombrar al gran norte blanco como se lo conoce hoy en día: Canadá. Sin embargo, cuando una expedición francesa desembarcó en las costas de Terranova, esto fue lo que algunos indígenas les contestaron: “Apezak hobeto!”. Era euskera. El galo, en una de sus cartas dirigida a las Corona francesa, diría lo siguiente: “En aquellas aguas remotas encontré mil vascos pescando bacalao”. Incluso, siglos después un presidente de Estados Unidos afirmaría que ellos habrían sido los primeros industriales de Norteamérica.

Labrador, Canadá
Labrador, Canadá | Shutterstock

Los balleneros vascos

Creer que eres el primero en algo para descubrir que alguien lleva siéndolo mucho antes que tú. Algo así debió de sentir Cartier al encontrarse con aquel extraño idioma en unas tierras tan remotas. Sin embargo, aquel suceso se había estado fraguando no ya durante años, sino durante siglos. Cuando las ballenas francas recorrían las costas del Cantábrico, cetáceos de los que ya no queda nada en estas aguas.

Ya en los siglos XIV y XV, y desde la misma Edad Media, los vascos habían descubierto en las ballenas un negocio muy rentable. Como su carne no solo no gustaba en España, sino que era difícil de transportar, se la vendían a otros países europeos. Pero no solo era esto lo que aprovechaban del majestuoso cetáceo. Sus huesos se usaban para fabricar mobiliario y, lo más importante, su grasa se utilizaba para hacer saín. Este aceite resultaba muy valioso, ya que no emitía ni olores ni humo.

La persecución de las ballenas

Después de alimentarse en el mar del Norte, las ballenas francas acudían a las costas del cantábrico a parir, normalmente en el mes de octubre. Ese era el momento en el que los cazadores aprovechaban para asirlas. Con el tiempo, el número de ballenas muertas aumentaba, tal como lo hacía el número de cazadores de las mismas. Los animales dejaron de aparecer, cada vez más, por las aguas cantábricas y a los balleneros no les quedó más remedio que buscar otros lares donde hacerse con ellas.

Ballena franca saltando en el mar
Ballena franca saltando en el mar | Shutterstock

Pero el ser humano, a pesar de haber llevado a la extinción a esta especie en las aguas del Cantábrico, no se da por vencido así como así. Los vascos tampoco. Así que si las ballenas se iban ellos también. Los balleneros se introdujeron entonces en alta mar para seguir dando caza a los cetáceos. Fue así como llegaron a las costas de Terranova y Labrador.

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La teoría de que los balleneros vascos llegaron a América antes que Colón

Sobre las fechas en las que se llegó a tal puerto existen varias teorías, algunas de las cuales aseguran que los balleneros vascos llegaron a las tierras norteamericanas mucho antes de que lo hiciera Cristóbal Colón. Sin embargo, este relato no ha sido corroborado y probablemente no sea más que una leyenda.

Lo que sí es sabido con certeza es que, desde principios del siglo XVI, los intercambios comerciales entre los amerindios de Canadá y los pescadores vascos se convirtieron en algo ordinario. De hecho, llegó a proliferar un pidgin, una lengua que usaban ambas poblaciones para comunicarse en sus transacciones comerciales, conocido como algoquino-vasco.

En el siglo XVII los balleneros españoles seguían practicando dicha actividad en tierras canadienses. Sin embargo, británicos y holandeses empezaron a  imitar sus prácticas. Fue el principio del fin del monopolio ballenero de los vascos.

Con aquellos nuevos competidores inmersos en el comercio, los vascos se fueron a buscar a los cetáceos a otras aguas. Fue así como empezaron las relaciones comerciales con Islandia. En aquel país floreció, durante el siglo XVII, el pidgin vasco-islandés, pero la relación quedó marcada, sobre todo, por la matanza de más de 30 vascos a manos de los descendientes de los vikingos.

La primera actividad industrial de América del Norte

Volviendo al arranque del artículo, toca ir a 1788. Fue entonces cuando Thomas Jefferson, presidente de los Estados Unidos, afirmó que fueron los vascos quienes descubrieron al mundo las técnicas de la caza de ballenas. Según esta teoría, se estaría hablando de la primera actividad industrial de América del Norte. “Los vascos lo empezaron”, afirmó el mandatario.

Red Bay, Canadá, asentamiento de balleneros vascos
El pueblo pesquero de Red Bay, en Canadá, es uno de los lugares donde se asentaban los balleneros vascos | Shutterstock

Han pasado muchos años desde entonces. Sin embargo, aquella profesión dejó en algunos lugares canadienses una huella que aún hoy perdura. Así, se han descubierto al menos 15 asentamientos vascos del siglo XVI. En Saddle Island, 140 tumbas de los marineros norteños descansan a miles de kilómetros del que fue su hogar. Al estuario de San Lorenzo se lo llegó a conocer, de hecho, como Nueva Vizcaya.

Cuando una expedición francesa desembarcó en las costas de Terranova, esto fue lo que algunos indígenas les contestaron: “Apezak hobeto!”. Se trataba de una expresión que los balleneros vascos utilizaban cuando les preguntaban “Zer moduz?” o, lo que es lo mismo, “¿Qué tal?”. En un marcado euskera, los amerindios contestaban siempre lo mismo: ¡Los curas mejor!