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Cuando las auroras polares tiznan de rojo el cielo de España

Aurora boreal roja

25 de enero de 1938. España se encontraba en el ecuador de la Guerra Civil, mientras en el resto del mundo el temor a una segunda guerra mundial se acrecentaba ante las temerarias acciones de la Alemania nazi. En Teruel los soldados del bando republicano estaban con los nervios a flor de piel después de haber arrebatado el control de la ciudad al bando sublevado. De repente, el cielo se volvió del color de la sangre: púrpura, rojo, malva… y el temor se apropió de muchos. ¿Era aquello una nueva arma de destrucción masiva del ejército rival? ¿Había Hitler encontrado su arma definitiva? ¿Era el apocalipsis? Nada de eso. Era una aurora, que había bajado de las latitudes más extremas para extender sus luces ante la oscuridad que se cernía sobre el mundo. Las auroras polares habían llegado a España.

Cómo llegan las auroras polares a España

Aurora boreal verde en Noruega
Una aurora boreal de color verde en Noruega | Shutterstock

Las auroras polares, llamadas boreales si se producen en el hemisferio norte y australes si lo hacen en el sur, se forman cuando un flujo de partículas emitidas por el sol llegan a la Tierra en forma de viento solar. Cuando estas entran en contacto con el planeta chocan con la magnetosfera, la capa más exterior y extendida de la atmósfera terrestre. Esta protege a la Tierra de las partículas de energía contenidas en el viento solar y las desvía hacia los polos gracias a los campos electromagnéticos.

Una vez que estas partículas solares llegan a los hemisferios norte y sur, golpean las terrestres de estos lugares. Es esta última colisión la que emite una luz visible para el ser humano, que impregna el cielo de vibrantes tonos verdes, morados o amarillos.

Cuando el sol emite más partículas de las habituales se produce una tormenta geomagnética que posibilita la visión de las luces norteñas en otros puntos del planeta más próximos al ecuador. Por ello, aunque los lugares más frecuentes para avistarlas están en el norte de Escandinavia, Finlandia y Canadá, a las auroras polares se las ha podido ver a lo largo de la historia en lugares inusuales como España, Latinoamérica o el norte de África.

El color rojo y el fenómeno Carrington

Los distintos colores de las luces del norte tienen también una explicación. Cuando las partículas solares interactúan con el oxígeno situado entre los 100 y los 200 kilómetros de altitud las luces se tiznan de verde. Sin embargo, en tormentas geomagnéticas, los colores azules y violetas se abren paso cuando el viento solar entra en contacto con capas más bajas de la ionosfera e interacciona con el nitrógeno. Mientras que cuando estas partículas interaccionan con el oxígeno en las capas más altas de la atmósfera, a más de 200 kilómetros de altitud, las auroras se presentan rojas. Es este último color el que pintará el cielo en las latitudes más próximas al ecuador.

Aurora boreal roja, Alemania
Una aurora boreal roja en los cielos de Alemania. Este es el mismo color que presentan las auroras polares en España | Shutterstock

Este fenómeno, que se produce con frecuencia en los polos, es extraño verlo en otros lugares. A la eventualidad con la que las auroras se dejan ver en latitudes meridionales, hay que sumarle que los cielos deben de estar despejados, que no puede haber mucha contaminación lumínica y que el cielo debe de estar oscuro. Cuando todos estos factores tienen lugar al mismo tiempo, el milagro ocurre.

El hito más relevante en el mundo en este sentido, tuvo lugar en 1859, cuando una intensísima tormenta geomagnética hizo posible avistar auroras polares en ciudades como Madrid, Roma o La Habana. Al fenómeno del siglo XIX se lo conoce como “el evento Carrington”, y se afirma que se trata de la tormenta más potente registrada en la historia.

Auroras polares en España: ¿Dónde está el fuego?

El episodio de 1938 quizás sea el más reseñable en cuanto a avistamiento de auroras polares en España. Aunque, como se ha señalado, en un primer momento fue el pánico lo que germinó en las mentes de aquellos incrédulos que vieron al cielo teñirse de rojo al grito de “¿dónde está el fuego?”, la calma y el asombro acabaron por imponerse. Los astrónomos tranquilizaron a la población, mientras que otros se dijeron que un fenómeno de tales características no podía estar provocado por el hombre.

Aurora boreal azul, Noruega
Una aurora boreal de tonos verdes y azules tizna el cielo de Noruega | Shutterstock

50 años después el cielo volvió a teñirse de rojo en España y otros países. En este caso, el de 1989, las luces del norte fueron vistas, sobre todo, en Galicia. 1706, 1870 o 2000 son también algunas de las fechas que han dejado constancia de la presencia de auroras polares en latitudes meridionales. Por ahora, en el siglo XXI, destaca el fenómeno que pudo observarse en el país la noche del 20 de noviembre de 2003. Este día una tormenta geotérmica hizo posible que el cielo volviera a tiznarse de colores en las inmediaciones del cantábrico e, incluso, mucho más al sur, en Valencia.

Seguramente este milagro vuelva a ocurrir más de una vez en lo que queda de siglo. Por ello, habrá que estar atentos a los pronósticos de los astrónomos y, con suerte, más de uno será el afortunado espectador del espectáculo de luces que se reflejan en el cielo, fruto de los destellos de las armaduras de las valkirias que andan camino del Valhalla.