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Las dos Marías, las hermanas más famosas de Santiago

Las dos Marías de Santiago de Compostela

La historia de “las dos Marías” es una de las más populares de Santiago de Compostela. No en vano, su recuerdo en forma de escultura descansa en el que seguramente sea el parque más conocido de la ciudad, el de la Alameda, situado en el mismo centro histórico. Cuando el gallego Xosé Rivadulla Corcón presentó su documental Coralia e Maruxa, as irmás Fandiño, su nombre llegó aún más lejos. En parte porque quedaron retratadas como dos mujeres que sufrieron y resistieron los peores tiempos de la dictadura. “Mucha gente que se sentía ahogada por el régimen y que no se rebelaba por temor a represalias veía en Las Marías un grito de libertad”, se explica en este metraje.

Coralia y Maruxa Fandiño salían cada día a pasear por el centro de Santiago a las dos en punto de la tarde, motivo por el que también eran conocidas simplemente como “as dúas en punto”. Desde 1994 su escultura observa a otros paseantes en la Alameda.

Las hermanas Fandiño

Escultura de las dos Marías en Santiago de Compostela
Escultura de las dos Marías en Santiago de Compostela. | Shutterstock

Maruxa nació en 1898, Coralia 16 años más tarde. Pese a su diferencia de edad, las dos hermanas estuvieron siempre muy unidas dentro de una familia de más de diez personas. Varios de los varones eran miembros destacados de la CNT. Por esta razón y con el estallido de la Guerra Civil, los hermanos de las Fandiño fueron perseguidos bajo orden de arresto. Uno de ellos llegó a ser asesinado. La historia de Coralia y Marutxa no fue mucho más amable.

Esta historia cuenta que se vieron sometidas a años de persecuciones en los que irrumpían en su casa, en plena noche, esperando sonsacarles información sobre el paradero de sus hermanos huidos. Destrozaban la vivienda, hacían a las hermanas salir a la calle desnudas y en ocasiones las conducían hasta el monte Pedroso. Algunos afirman que llegaron a torturarlas físicamente. Las Fandiño nunca revelaron el paradero de sus familiares.

El acoso solo terminó cuando estos fueron finalmente encontrados y asesinados. Para entonces, las hermanas habían perdido la vida que un día tuvieron, viviendo como habían vivido durante años en una situación de gran precariedad. Por el miedo a significarse como partidarios de una familia anarquista, los vecinos de las Fandiño dejaron de llevar sus ropas a las hermanas costureras. A cambio les ofrecían todo tipo de ayudas. Incluso llegaron a realizar una colecta, a comienzos de los años sesenta, cuando la casa de los Fandiño se vino abajo. Santiago apreciaba a las dos Marías, que seguían paseando por la ciudad habiendo convertido la excentricidad en su coraza.

La rebeldía como defensa

Las dos Marías ocupan un lugar fundamental en el parque de la Alameda
Las dos Marías ocupan un lugar fundamental en el parque de la Alameda. | Shutterstock

Maruxa, la mayor, era la más extrovertida de las dos, también la de menor estatura. A priori destacaba más la esbelta Coralia, pero era más callada, más tímida. Paseaban tomadas del brazo de la otra, cada día con un look diferente al anterior, siempre estrafalario. Fumaban y piropeaban a los estudiantes con los que se cruzaban, ignorando por completo lo que se suponía que debía ser una mujer ejemplar en la época. Así las recuerdan en Santiago.

La primera en fallecer fue la mayor, Maruxa, en 1980. Coralia se marchó entonces a A Coruña, junto con otra de sus hermanas, pero tres años más tarde también perdería la vida. Parece que nunca se adaptó ni a la pérdida de Maruxa ni a la distancia que la separaba de la ciudad compostelana.

Allí las recuerdan, desde hace tres décadas, con esa estatua que les rinde homenaje en el parque de la Alameda, en pleno centro de Santiago. Obra de César Lombera, las representó siguiendo la imagen más popular de las hermanas Fandiño. Un día como otro cualquiera, fueron fotografiadas caminando como solían hacer. Maruxa a la derecha, Coralia a la izquierda.

No es solo uno de esos elementos que llama la atención de los turistas, por la gama de colores que ofrece, es también punto de encuentro de los lugareños. Un rincón imprescindible para todo aquel que quiera conocer y comprender cómo es Santiago de Compostela.