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Vive Santiago: sus mejores planes

Qué hacer en Santiago de Compostela: sus mejores planes

Santiago de Compostela puede correr un riesgo: siendo como es una ciudad tan condicionada por su tesoro jacobeo, mucha gente la visita pero poca gente la descubre realmente. Poca gente sabe que en Santiago hay que quedarse, porque si esta ciudad fuese una persona sería una persona tremendamente acogedora. Estimulante y vibrante, esa que no se queda en casa ni siquiera en los días de mal tiempo. La que recuerda las historias pasadas y siempre busca embarcarse en otras nuevas. En Santiago hay que quedarse para disfrutar de sus calles abarrotadas de estudiantes, de la tuna y las tabernas que huelen a mar. Hay que disfrutar de su vida y los numerosos planes que ofrece, incluso de ese llover con encanto y por pereza que cantó el picheleiro Fredi Leis. No olvidarse, por cierto, del paraguas.

Su físico: las primeras impresiones

Plaza del Obradoiro con la catedral
Plaza del Obradoiro con la catedral. | Shutterstock

Lo más superficial de Santiago de Compostela, aquello que se conoce en un primer vistazo, lo que entra por los ojos, lo que conquista de esa manera que tiene la belleza de conquistar. Santiago es sobradamente conocida por su plaza del Obradoiro y por su catedral, la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Compostela. Lo superficial, en este caso, es de un valor incalculable y nunca debe dejarse de lado. Hay que buscar la agradable mirada a la catedral desde la plaza de Platerías, donde antaño, en la Edad Media, los orfebres se situaban para vender sus productos. De ahí su nombre. También los paseos por el Parque de la Alameda, con sus dos Marías siempre presentes. Hay que recorrer el centro histórico sin prisa y sin mapas.

Las primeras impresiones de Santiago de Compostela pueden surgir desde los numerosos miradores que rodean la ciudad, pero generalmente llegan a partir de ese casco antiguo, pues es donde aterrizan los viajeros. Lo primero que uno ve, lo primero que uno quiere ver. Pero quedarse en ello es como quedarse en los ojos de una persona, que en este caso serían azules como el mar que se siente cerca, o quizá grises como los edificios que componen la ciudad. No es suficiente, en cualquier caso, con esa primera mirada. Para conocer un lugar, como sucede con las personas, hay que callejear, andar sobre lo andado, preguntar mucho y mostrarse siempre curioso e interesado. Todo esto pega mucho con Santiago, ciudad universitaria, ciudad santa, ciudad del pasado y del futuro.

Para conocer su personalidad

Si Santiago fuese una persona, tendría siempre la casa llena de amigos a los que les prepararía la mejor de las cenas. Zamburiñas y navajas de las cercanas Rias Baixas y de postre algo con almendras: tarta o caprichos de Santiago. En Galicia cualquier excusa es buena para comer, y también para beber. Santiago no es una excepción. Ciudad que retiene tradiciones al tiempo que mira hacia el futuro, son numerosos los planes que ofrece y que hablan bien de una personalidad centrada en la cultura y la historia, pero con un claro espacio para la vida en sociedad.

Compostelanear como modo de vida

Una de las calles del casco antiguo de Santiago. | Shutterstock
Una de las calles del casco antiguo de Santiago

Esa lluvia encantadora y perezosa da lugar a momentos de absoluta calma en la ciudad, pero no hay por qué encerrarse en casa. El concepto “compostelanear” es uno de los secretos de Santiago y consiste, básicamente, en apostar por la comida, la bebida y la conversación mientras se observa cómo llueve al otro lado de las ventanas. Claro que esto puede hacerse en cualquier ciudad de la geografía, pero no hay que pisar Santiago desconociendo este término, pues sus habitantes se aferran a él con la fuerza con la que a veces llueve en Galicia.

El mercado de Abastos, un imprescindible

Mercado de Abastos
Mercado de Abastos. | Shutterstock

Visitar el mercado de Abastos es una buena manera de integrarse entre los habitantes de Santiago. Se trata de un espacio cubierto que lleva en funcionamiento desde finales del siglo XIX. A cinco minutos a pie desde la afamada catedral, este mercado consta de ocho naves que ofrecen productos típicos de la tierra. Es un lugar perfecto para, por ejemplo, hacerse con los apreciados percebes, que además pueden ser preparados en los bares que allí se concentran, para disfrutarlos inmediatamente después de adquirirlos. Experiencia gastronómica y comunitaria.

Santiago, Ciudad Santa

Iglesia de Santa Maria do Sar
Iglesia de Santa Maria do Sar. | Shutterstock

Además de la ya muy mencionada catedral, Santiago de Compostela cuenta con varios edificios religiosos que visitar. No se puede ser Ciudad Santa de cualquier manera, claro. El monasterio de San Martiño Pinario, en plaza de la Inmaculada, cuya fachada data del siglo XVI, es uno de los rincones más interesantes en este sentido. En su interior, además de destacar el coro y sus dos claustros. Alberga un museo de arte religioso que cuenta con hasta 12 salas de exposiciones repletas de pinturas, esculturas y biografías de personajes históricos. También hay que destacar la colegiata de Santa María do Sar, construida siguiendo las características del estilo románico en el lejano siglo XII a orillas del río Sar. Sus enormes arbotantes exteriores conforman una impresionante primera imagen.

Y ciudad universitaria

Una de las imágenes más bellas de la universidad
Una de las imágenes más bellas de la universidad. | Shutterstock

La faceta universitaria de Santiago de Compostela es enormemente importante para entender su carácter, porque cada mañana, tarde y noche los universitarios ocupan las calles, los bares, los espacios naturales de la ciudad. Acercarse a esa universidad cinco veces centenaria resulta, por tanto, imprescindible. Se puede acceder a diferentes visitas guiadas que repasan los lugares más emblemáticos de las diferentes facultades y esos rincones que han conseguido que esta universidad sea una de las más importantes de España.

Mirando hacia el futuro

Las impresionantes formas de la Cidade de la Cultura
Las impresionantes formas de la Cidade da Cultura. | Shutterstock

Santiago es una ciudad antigua y le gusta conservar lo suyo, pero tiene espíritu joven y le gusta experimentar, innovar. La Cidade da Cultura es un ejemplo. Este conjunto de edificios suscitó algún que otro comentario cuando se instaló, allá en lo alto del monte Gaiás. Sus formas contemporáneas, extravagantes, pueden contemplarse en la distancia desde varios puntos de la ciudad y sorprenderá desde cada uno de ellos. En esta pequeña ciudad de la cultura se encuentra la biblioteca y el archivo de Galicia, también el Museo Centro Gaiás, uno de los edificios más singulares de Santiago. No hay que marcharse sin asomarse al Donut de Gaiás, que hace sonreír con la que quizá sea la postal más original de la ciudad.

Regresando al centro, el Museo-Fundación Eugenio Granell hará las delicias de los amantes de lo contemporáneo, pues alberga una gran colección de arte surrealista. Suele contar con exposiciones temporales que llevan a Santiago movimientos de otros países y continentes. El propio Eugenio Granell, natural de A Coruña, fue quien impulsó su nacimiento.

Mitología gallega

Suele decirse que no hay rincón gallego sin su leyenda y el monte Viso reúne buena parte de las figuras que protagonizan esta famosa mitología. Desde la cumbre de este lugar se puede disfrutar de una perfecta panorámica de Santiago, los montes y los valles que la rodean. Si uno apuesta por el senderismo también se disfrutará del folclore. En la senda mitológica del monte Viso se encuentran representadas, en forma de escultura, figuras como las lamias o las meigas, en las que nadie cree, mais habelas, hainas.

Para conocer su pasado

Pórtico de la Gloria, en la lista de los imprescindibles de Santiago
Pórtico de la Gloria, en la lista de los imprescindibles de Santiago. | Shutterstock

Porque es importante conocer el origen para entender el presente. Como se ha dicho, Santiago es una ciudad antigua que tiene su nacimiento, como la ciudad que es hoy, ligada al descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago, a comienzos del siglo IX. Las reliquias del Apóstol y de sus discípulos se encuentran en un mausoleo de origen romano bajo el altar mayor de la catedral, dentro de una urna de plata del siglo XIX. Esta cripta puede visitarse, por lo que puede ser el viaje más directo al origen primero de Santiago, pero no es el único.

Los restos medievales

Arco de Mazarelos
Arco de Mazarelos. | Shutterstock

El caso de Lugo, con su antigua muralla medieval prácticamente intacta, es un caso extraño, pues lo habitual es que, entrando en la era contemporánea, estas se tirasen abajo para favorecer la ampliación de las ciudades. Santiago de Compostela derribó la suya en el siglo XIX, pero todavía pueden encontrarse vestigios. El más claro es el arco de Mazarelos, una de las siete puertas por las que se accedía al recinto. Cerca de este arco se encuentra la fuente de Santo Antonio, así como la única torre que se conserva.

La primera muralla se construyó en el siglo X, pero no duró demasiado: Almanzor la derribó cuando abordó la ciudad objeto de sus deseos. Fue en el siglo XI cuando se construyó una segunda muralla, de cinco metros de altura y dos metros y medio de grosor. De esta segunda intentona de amurallar Santiago de Compostela es de la que se conservan restos.

El pueblo gallego, en un museo

Escalera del Museo do Pobo Galego
Escalera del Museo do Pobo Galego. | Shutterstock

El Museo do Pobo Galego, en el noreste de la ciudad, cuenta con exposiciones tanto permanentes como temporales. El objetivo de todas ellas es mostrar la cultura, las tradiciones y el arte de Galicia. Con más de 10.000 piezas expuestas, desde barcos pesqueros hasta trajes históricos, tiene además sorpresas arquitectónicas como la triple escalera helicoidal que une, como sucede en todo momento en Santiago, pasado con presente y futuro. En este museo, emplazado en el antiguo convento de San Domingos de Bonaval, del siglo XIII, descansan los restos de importantes figuras de la cultura gallega, como Rosalía de Castro. Se trata del Panteón de Galegos Ilustres.

Sus círculos: una escapada a los alrededores

Dime con quién andas y te diré quién eres, reza el dicho, y aunque los alrededores no determinan la personalidad de un lugar, el contexto geográfico es importante para terminar de comprender el lugar en el que uno se encuentra. En este caso, el mar casi puede olerse desde Santiago, que tiene también en torno a sí rincones de interior que alimentan el encanto que tiene de por sí. Con los miradores y los montes cercanos ya explorados, toca explorar rincones más lejanos.

Rias Baixas, el compañero perfecto

La villa de Noia está situada en plenas Rías Baixas
La villa de Noia luce así desde la distancia. | Shutterstock

Acercarse a las Rias Baixas resulta casi obligatorio. Una escapada a Noia, una preciosa villa medieval a tan solo media hora en coche, supone una primera y acertada aproximación a esta zona de Galicia tan popular y tan auténtica. Es fundamental entender la relación de la tierriña con el mar si uno quiere abandonarla con la sensación de haberla conocido. Así que hay que lanzarse a la carretera, que las Rias esperan con los brazos abiertos.

A Ponte Maceira, el encanto de lo pequeño

Ponte Maceira desde el cielo.
Ponte Maceira desde el cielo. | Shutterstock

Otra alternativa igualmente sugerente pasa por descubrir los pequeños pueblos y aldeas repartidos en torno a la capital, como es el caso de A Ponte Maceira. Muchos peregrinos lo conocerán en su camino a Fisterra, pero merece la pena acercarse de igual manera aunque no sea como paso del Camino de Santiago. Se encuentra situado a apenas veinte minutos de Santiago y su riqueza paisajística es soberbia.

Es una gran manera de completar este viaje, aunque lo fundamental ya se ha dicho. En Santiago de Compostela hay que quedarse, tantos días como sea posible.