Alfonso II de Asturias nació y murió en Oviedo, en los años 760 y 842 respectivamente. Fue rey de Asturias en dos periodos de tiempo: una primera etapa que abarcó el año 783 y una segunda en la que estuvo cincuenta años en el trono, desde el 791 hasta el 842. Durante su reinado, cuenta la tradición, se descubrió en Compostela la supuesta tumba del apóstol Santiago, hecho en el que quiso implicarse desde el principio. Así que el nombre de Alfonso II de Asturias tiene una importancia fundamental en la Historia. Y un apodo, eso también.
El primer peregrino
La tradición suele tomar a Alfonso II de Asturias como el primer peregrino de la historia, al que se atribuye el origen del Camino Primitivo, que parte de Oviedo. Las crónicas afirman que estuvo volcado en este descubrimiento que tanta importancia tuvo en el desarrollo del reino astur. Esta tierra pronto se convirtió en territorio de paso para los miles de peregrinos que siguieron al monarca, así que esto es quizá lo primero que debe conocerse del monarca.
Un rey del que, tras su fallecimiento, se escribió que había muerto “tras haber llevado durante 51 años casta, sobria, inmaculada, piadosa y gloriosamente el gobierno del reino”. Los testimonios que quedan de esa época hablan de Alfonso II como un rey volcado en la corona, con un gran sentido monacal. Quizá esa sea la razón por la que llevó una vida consagrada a la castidad.
No se conocen descendientes de Alfonso II el Casto. Los historiadores advierten que no tuvo hijos fuera del matrimonio, un hecho a destacar por la diferencia que supone con sus compañeros anteriores y posteriores de corona. Pero es que tampoco tuvo descendencia dentro del matrimonio. Su esposa, llamada Berta, no concibió ningún hijo del gobernante. Al parecer, Alfonso II no llegó a mantener relaciones con ella. Así que, sí, de ahí su apodo.
