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Camino Francés, la ruta que hizo al fenómeno

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POR QUÉ ELEGIR EL CAMINO FRANCÉS

Hoy, pensar en el Camino de Santiago es pensar en el Camino Francés. Su historia se remonta casi hasta los inicios de la peregrinación. Es gracias al Codex Calixtinus que se conoce con gran exactitud su trazado. El renacimiento del Camino en la segunda mitad del siglo pasado tomó este libro como referencia. De ahí que la elección del trayecto entre Roncesvalles y Santiago, o uno de sus tramos, sea la favorita.

Esta ruta jacobea reúne una extraordinaria cantidad de atractivos monumentales y paisajísticos. Buena parte de los peregrinos no llegan a disfrutarlos todos, pues no realizan el trayecto completo desde la frontera. La inmensa infraestructura que ha generado este Camino de Santiago permite comenzar desde casi cualquiera de sus localidades. Por tanto, y ante la falta de tiempo, es habitual que se comience desde León, Astorga o, la opción favorita, Sarria. En esta página del Camino Francés aportamos ideas para poder hacerlo íntegro y disfrutarlo al máximo en función de los condicionamientos de cada viajero.

Para ello hay que tener en cuenta que en tiempos pretéritos la prioridad del peregrino era adaptarse a la orografía del recorrido y la climatología. También era una cuestión vital la existencia de hospedaje para planificar la ruta. El siglo XXI y sus avances permiten que la travesía sea mucho más adaptable. Aunque el afán historicista medieval llamé la atención sobremanera, lo mejor es dejarse llevar y no ser ortodoxo. La compañía y las preferencias personales deben ser quienes guíen la elección de las muchas alternativas que presenta el Camino Francés.

Sean grandes urbes con maravillas arquitectónicas de primer orden mundial, como Burgos o León, o pequeños rincones rurales como Torres del Río o Ribadiso da Baixo, los lugares dónde dormir en el Camino Francés tienen un encanto especial. Un aura propia fruto de saber que miles de peregrinos han realizado el mismo acto que uno está haciendo.

En esta pequeña guía no se presentan las etapas tradicionales, sino las principales localidades que componen esta ruta jacobea. También se muestran hitos cercanos accesibles ya sea a pie, bicicleta o transporte motorizado. Si no has hecho nunca el Camino de Santiago, da igual cual sea tu condición, el Camino Francés es el tuyo.

Ruta por el Camino Francés

Aunque el Camino Primitivo fue el primero en establecerse como ruta, tras recorrerlo Alfonso II el Casto justo después de descubrirse la tumba del Apostol. La Reconquista empujó la frontera al sur y el Camino de Santiago gano popularidad. De este modo, la alternativa del Camino Francés no tardó en prevalecer. De toda Europa llegaban peregrinos, bien por Roncesvalles, bien por la vía aragonesa. El éxito se plasmó en el Liber Sancti Iacobi y el Codex Calixtinus durante el siglo XII.

Los siguientes dos siglos vieron su apogeo, para sufrir tras ello dos crisis que lo dejaron al borde de la desaparición. Tras la debacle decimonónica, en los años sesenta del siglo pasado se comenzó a revalorizar el trayecto. Los libros antes mencionados permitieron establecer una ruta primigenia. Tras ello, las asociaciones de amigos del Camino y entes paralelos continuaron el acondicionamiento. Décadas después, el resultado es un fenómeno de masas. Conservando su poso espiritual, de voto, ha adquirido una dimensión turística que lo hace disfrutable se tengo o no Fé.

Los extremos del Camino Francés, Navarra, El Bierzo y Galicia, presentan climas parecidos. La predominancia de monte y montaña hacen que durante el invierno las temperaturas bajen en picado, siendo la nieve una posibilidad habitual. Las lluvias son habituales especialmente en el entretiempo, sin excesivo calor. La Meseta Central presenta temperaturas extremas entre el estío y el invierno. Es recomendable tener cuidado en verano por el excesivo calor, tanto en Castilla como en la parte final.

Uno de los grandes atractivos del Camino Francés son sus paisajes, escasamente transformados desde las heroicas épocas medievales. Hay una serie de espacios naturales excepcionales tanto en la propia ruta como en sus lindes. Uno de los primeros es la Selva de Irati, próxima a Roncesvalles. Poco antes de llegar a Pamplona está el conjunto formado por los los Robledales de Ultzama y Basaburua y el bosque de Orgi. Después de pasar por Logroño, a pocos kilómetros al sur está el bello conjunto de cañones y formaciones geológicas de la Peñas de Iregua, Leza y Jubera.

Tras muchos kilómetros de Meseta castellana y haber superado la Maragatería, pasado Villafranca del Bierzo se afronta la bella y dura travesía de la sierra de los Ancares leoneses. Declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, la cumbre del Cebreiro da entrada a las tierras gallegas y a los Ancares lucenses. Sus aislados y primitivos contornos dejan imágenes difíciles de olvidar para el peregrino.

El Camino Francés reunió durante la Edad Media a varios religiosos que acabaron siendo santificados por sus obras en favor del mismo. En Navarra el futuro San Veremundo fundó cerca de Estella un monasterio con hospital de peregrinos en cuyas inmediaciones se encontró la imagen de la Virgen del Puy.

Domingo García consiguió convertirse en el patrón de las obras públicas gracias a sus trabajos de ingeniería realizados en el Camino. Su santidad dio lugar a que se denominara con su nombre a la localidad riojana de Santo Domingo de la Calzada. Allí dejó un puente de piedra, un hospital y una iglesia que impulsaron el paso de peregrinos. Entre las localidades burgalesas de Villafranca Montes de Oca e Ibeas de Juarros, donde está el gran yacimiento prehistórico de Atapuerca, existe otro hito. Juan de Quintanaortuño se acabaría convirtiendo en San Juan de Ortega por el monasterio que construyó. También por la ayuda que brindó a Santo Domingo de la Calzada en sus obras de ingeniería.

En todo caso, la longitud del Camino Francés hace que se transite por una variedad santoral de primera línea. Cada pueblo tiene sus patrones, leyendas y ermitas.

En el trayecto del Camino Francés hay una impresionante cantidad de templos extraordinarios. Cómo hemos mencionado, los monasterios de Irache cerca de Estella y San Juan de Ortega, así como la Catedral de Santo Domingo de la Calzada fueron incluso fundados por santos. De especial importancia son las catedrales de Pamplona, Logroño, Burgos, Palencia, León, Astorga y Santiago. La colegiata de Roncesvalles y el Monasterio benedictino de Samos son dos imperdibles, además de ofrecer alojamiento. También acogen peregrinos en los de las Carbajalas en León y en el de Santa Clara en Carrión de los Condes.

El paso de los siglos y la época heroica de las peregrinaciones han dejado un rastro documental muy interesante en el Camino Francés. El primero es la milagrosa llegada del cuerpo de Santiago a Compostela. Tras ello se instauró el Voto de Santiago y se convirtió a Santiago en patrón de España. Esto supuso ingentes cantidades de dinero para edificar la catedral compostelana. La ruta jacobea también sería muy beneficiada por la fundación de una orden de caballería dedicada a protegerlo.

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Antes incluso de existir el Camino, en las inmediaciones de Roncesvalles tuvo lugar una famosa batalla inmortalizada por la célebre canción de Roldán. También son famosos en Puente la Reina el milagro del Chori y en la vecina Estella el milagro de la Virgen del Puy. A causa del Camino, y dentro del mismo, tiene lugar uno de los relatos más famosos de la Edad Media: la historia de la Condesa traidora. La afluencia de peregrinos a Hospital de Órbigo hizo que allí clavara su lanza el caballero Suero de Quiñones para organizar su célebre Passo Honroso. Se trataba de un paso de armas entre caballeros, similar a un torneo, que hoy se rememora en forma de fiesta.

El Camino Francés atraviesa regiones con una excelente gastronomía, en la que predominan las carnes asadas y a la brasa. También destacan distintos tipos de verduras y, en Castilla, los productos elaborados con cereal. Para mojar el gaznate, no faltan excelentes vinos como los de La Rioja, Navarra, El Bierzo y Galicia. El floreciente negocio de la cerveza artesanal se deja notar, especialmente en la Meseta.

Al tratarse del trayecto más popular del camino de Santiago, esta ruta dispone de la mejor oferta de albergues. De todos los precios y tipos, es posible alojarse a lo largo de todo el año. En invierno, no obstante, conviene asegurarse de que están abiertos en páginas como Aprinca. Para quienes deseen disfrutar de una estancia menos espartana y con más servicios, tampoco hay problema. En el final de esta página hemos preparado una sección con los mejores alojamientos y hoteles dónde dormir en el Camino Francés.

En los meses de verano la afluencia de peregrinos a este Camino de Santiago puede llegar a ser masiva. Se trata de personas de todo el mundo, de edades muy diversas y motivaciones para hacerlo también muy distintas. En general, a Santiago de Compostela se va con la mejor cara de cada uno. Por ello, los conflictos son mínimos, aunque la alta densidad de caminantes los hace inevitables. En caso de que ocurra, se debe recurrir siempre al hospitalero y ser diplomático.

Dicho esto, el ambiente es excepcional y suele acabar en amistades para toda la vida. El Camino Francés es en ese aspecto el más “Camino” de todos. Cuanto antes se salga, como es lógico, más gente se conoce. Muchos de estos compañeros no llegarán con uno al final de la travesía por distintos motivos. Ya lo estén haciendo por tramos, surja una lesión o deban apretar para concluir antes. Un punto nómada que hace reflexionar, pero no evita que sea casi imposible culminar solo el Camino Francés. Solo con verse las caras unos días en el polvo del camino, uno crea una hermandad con el prójimo difícil de pasar por alto.

Como añadido, cabe resaltar la simbiosis entre el Camino Francés y los lugares que lo componen. Las gentes están acostumbradas al peregrino y se prestan a la ayuda. Si se necesita agua, descansar o dar un telefonazo, siempre que uno sea respetuoso, los lugareños se lanzarán al rescate. Respetando la máxima de “en el Camino se agradece, no se pide”, la experiencia gana enteros.

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LUGARES Y RECORRIDO DEL CAMINO FRANCÉS

Hay grandes variaciones en los atractivos de las diversas zonas del Camino Francés. Esto se ha traducido en una mayor concentración de peregrinos en algunas zonas. La nunca bien ponderada Castilla es injusta y habitualmente pasada por alto. Se trata de un recorrido muy bien señalizado, en el que no hay pérdida de ser mínimamente diligente. Destacamos los lugares y tramos del Camino Francés en los que hay que estar más pendiente de sus atractivos y dedicar tiempo.

Muy interesante e incluso emocionante es el comienzo del Camino en la localidad francesa de Saint-Jean Pied de Port. Allí comienza el trayecto con dos opciones. En caso de buen tiempo lo mejor es ir por la ruta de Napoleón. El objetivo es ascender hasta el Cot de Lepoeder, pasando por el santuario de la virgen de Biakorri. Después, un descenso lleva hasta el final de etapa.

La otra opción, ideal para ciclistas y necesaria en caso de mal tiempo, se inicia por las orillas del río Luzaide. De ahí, conduce hasta la localidad de Valcarlos. Luego hay que seguir la carretera que sube hasta el puerto de Ibañeta, desde el que se desciende hasta Roncesvalles. Posee una excepcional colegiata y un gran renombre histórico. En sus inmediaciones se celebró la legendaria batalla de igual nombre en el siglo VIII, inmortalizada por el célebre canción de Roldán.

Esta ciudad fue una de las más importantes del Camino Francés. Se llegaron a formar incluso barrios con los peregrinos que allí se asentaron para comerciar en el trayecto. A ella se llega tras atravesar la selva de Irati, pernoctando habitualmente en Larrasoaña o Zubiri. Sin casi tiempo de adaptación y con las piernas cargadas, un se halla de repente ante una magnífica ciudad. Merece un día entero de estancia visitándola. Su historia y atractivos imprescindibles están recogidos en esta página.

Poco antes de terminar la jornada, una vez atravesado el asequible Alto del Perdón, se une el Camino Francés con su variante aragonesa. Puente La Reina es un final de etapa perfecto y su visita bien vale una tarde. Al cruzar su más famoso puente conviene recordar la dramática historia del Txori y acercarse a la iglesia parroquial para ver la imagen de la virgen culpable del evento.

La vecina Estella fue su localidad rival para atraer peregrinos, que debían pagar el portazgo por cruzar el Ega. La inmigración de francos a través del Camino durante los siglos XI y XII y el nombre de su Virgen del Puy denotan su origen jacobeo. Entre Gares y Lizarra se despliegan multitud de puentes, como el romano de Cirauqui o el medieval del río Salado. Como en el caso del anterior pueblo, Estella tiene atractivos suficientes para dedicarle medio día.

Antes de alcanzar Logroño se habrá hecho noche en Torres del Río o Los Arcos. El paisaje de Motejurra domina y ofrece variedad aunque se intuye el cambió que vendrá en pocos días.

La capital de la Rioja tiene una historia interesante y algunos monumentos muy importantes. El Laurel ofrece una experiencia de tapas y vino de primer nivel. Compite como lugar dónde descansar con la cercana Viana, última población del Camino Francés en Navarra. Ambas son un acierto y cabe realizar una etapa corta Viana/Logroño para disfrutarlas al completo.

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Tras pasar un embalse del XIX, el de La Grajera, y haber visto Navarrete con brevedad, Nájera se alza ante el peregrino. Desniveles más suaves y vid acompañan el andar, o el pedaleo. Con mucha historia a sus espaldas, la joya del lugar es el monasterio e iglesia de Santa María la Real.

Es la localidad jacobea por excelencia, pues su nombre y su historia recogen la esencia espiritual, sacrificada y solidaria del Camino. Lugar muy especial, con historia y tradiciones atadas a Domingo García visibles en esta web.

Avanzando el Camino Francés se abandona La Rioja, paso breve, para entrar en el extensa Castilla y León. Belorado es un buen ejemplo de lo que aguarda, aunque el par de días que quedan hasta Burgos rompen la monotonía. El monasterio de San Juan de Ortega se sitúa en el lugar ideal para descansar. Muy cerca de la aldea de Ages se halla el extraordinario yacimiento prehistórico de Atapuerca. En ella hay un centro de interpretación en el cual se organizan las visitas al cercano yacimiento. Aquí explicamos cómo visitar el hogar del Homo antecesor.

Bajando a Burgos se abre Castilla ante uno. Un espectáculo digno de mención y que anticipa las largas etapas de llano que aguardan. Temperaturas extremas, campos interminables y un color ocre continuo que hace que la mente se canse tanto como el cuerpo.

En cuanto a la ciudad cabeza de Castilla, tiene suficientes atractivos como para alargar la estancia. Recomendamos absolutamente realizar la entrada por el río, nunca por el horrible polígono industrial. También es un lugar predilecto para terminar un tramo si no se puede realizar el Camino Francés del tirón. Su catedral está entre las más importantes de España y el Museo de la Evolución es asimismo imprescindible. La calidad gastronómica es otro factor a destacar.

Con brevedad y monotonía se ve uno envuelto en la Tierra de Campos. Salir de Burgos no es emocionante. Tampoco recorrer grandes distancias sin variación de paisaje. Sin embargo, con la fresca y cuando el cereal ha espigado, las panorámicas ondulaciones del mismo son tan hipnóticas como bellas. De este modo se llega a Hontanás, pueblo escondido en una poza y que parece nunca aparecer.

Antes de Frómista queda otra etapa, en la que entretenerse es más fácil. Otra maravilla espera poco después, con Castrojeriz ya a la vista. Se trata de las ruinas del Convento de San Antón. Algunos peregrinos se animan a dormir al raso entre sus muros. A continuación, Castrojeriz ofrece multitud de opciones donde descansar, además de un conjunto monumental sobresaliente. El Teso de Mostelares. Como el Alto del Poyo, son de esos desniveles que se recuerdan. Desde arriba, se puede contemplar Tierra de Campos en todo su esplendor.

Tras otra caminata por los senderos del Camino Francés al fin se alcanza Frómista. Pequeña pero equipada, su templo es de los más destacados de esta parte del Camino de Santiago.

Llegar a Carrión de los Condes significa estar más o menos a mitad del trayecto. Hay mucho qué ver del lugar y su pasado. Como añadido, se puede dormir en el Real Monasterio de Santa Clara, con las monjas imponiendo una amable disciplina. Conviene descansar ya que la jornada siguiente contiene la recta más cargante del Camino Francés: 17 kilómetros de tierra y polvo.

Llegar hasta Sahagún supone entrar en León. Es perfectamente viable ir desde Carrión de los Condes, aunque hacer una parada intermedia puede se lo mejor si escasean las fuerzas. Las aldeas de Calzadilla de la Cueza, Terradillo de los Templarios todavía en Palencia o San Nicolás del Real Camino, todas palentinas, son las mejores opciones.

Sea como fuere, conviene parar en Sahagún. Además de sus interesantes edificios religiosos, contiene el Centro de documentación del Camino de Santiago. Aquí explicamos su historia y la de sus lugares más destacados.

León, una de las grandes ciudades del Camino, cabeza de un antiguo reino. Para alcanzarla hay dos opciones principales. Por un lado, el trazado clásico que pasa por el Burgo Ranero. Por otro, la que sigue la inmortal Vía Trajana por Calzada de Coto y Calzadilla de los Hermanillos. Ambas se unen en Mansilla de las Mulas, que posee unas impresionantes murallas.

Tras hacer noche donde se prefiera, se alcanza una de las urbes más agraciadas monumentalmente del Camino Francés. Su pasado romano se une a su carácter regio para impresionar. Más allá de su Catedral, cuya grandiosidad queda fuera de toda duda, la Basílica de San Isidoro es otra joya. Tras ver el resto de museos y templos del lugar, se puede disfrutar de su gastronomía y vida nocturna. Ya sea de menú, carta o en base a cortos y tapas, el estómago quedará saciado con gusto.

Su propio nombre de hospital demuestra que fue lugar de descanso para los peregrinos. Parada lógica tras el páramo leones, la etapa puede acortarse parando un poco antes, en San Martín del Camino. En Puente y Hospital de Órbigo, el mayor atractivo vuelve a ser un puente. También su historia, que conviene conocer, ya que la leyenda del Paso Honroso de Suero de Quiñones acaeció allí.

En Astorga se conectan el Camino Francés con la Vía de la Plata, al menos con los que no optaron por la ruta sanabresa. Ello anticipa que lo romano va a ser predominante. En lo tocante al paisaje, el monte se empieza a imponer. Los llanos se cambian por bosques de robles y repoblaciones como pinos.

La ciudad objetivo merece dedicarle un día, por lo que parar en ella es casi obligatorio. También cuadra por distancias. A sus encantos romanos se suma su bella Catedral y el Palacio Episcopal, obra de Gaudí. Si esto no fuera suficiente, es el mejor lugar para degustar un contundente cocido maragato. De postre, alguno de sus afamados chocolates. Cabe resaltar que en su albergue municipal lleva varios años firmando convenios con universidades para prestar servicios de podología.

La fortaleza templaria su casco viejo son los monumentos más destacables de Ponferrada. La ciudad está completamente equipada y supone entrar en El Bierzo. Entre ella y Astorga se debe parar en Rabanal del Camino o en Foncebadón. Una está a pie de ascenso, la otra casi en su punto más alto de esta parte de los Montes de León.

En plena montaña se encuentran dos incuestionables del Camino Francés, del Camino de Santiago. Primero, el refugio del último templario, Tomás, en Manjarín. Más adelante, la cruz de Ferro y su montonera de piedras. Hay que recoger una al empezar a subir para depositarla allá arriba. La bajada a Ponferrada es tan bonita como dura. El Acebo, todavía en alto, y Molinaseca, culminado el descenso, merecen al menos una vuelta por sus calles.

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Saliendo de Ponferrada se recorre El Bierzo, pasando por la interesante Cacabelos, hasta Villafranca del Bierzo. Esta pequeña localidad, capital histórica de la región, respira Camino de Santiago por todos sus poros. Posee uno de los albergues más famosos de la ruta. La Colegiata de Santa María del Cluniaco o la Iglesia de Santiago son una visita obligada. La oferta gastronómica explota los vinos del bierzo y sus excelentes quesos y embutidos. Además, tiene una estupenda playa fluvial en la que refrescar los pies.

Siguiendo la ribera del Valcarce, el Camino Francés abandona el Bierzo y, con él, Castilla y León. Ya rodeados de verde, el río ofrece un frescor que en verano se agradece. Se trata de la etapa reina, junto a la de Saint Jean Pied de Port, de esta ruta jacobea. Si se considera demasiado, se puede dividir y llegar solo hasta Ambasmestas, Vega de Valcarce, Ruitelán o Las Herrerías. Esta última tiene un idílico prado, una de las estampas más bellas de todo el Camino de Santiago.

Tras esto, se inicia una subida que abarcará con su descenso los Ancares leoneses y lucenses. La paleta de colores en el trayecto a O’Cebreiro se sublima en otoño. Pasada la última aldea hacia el puerto, se encuentra un hito que marca la entrada en Galicia. Solo pensar lo andado hace que un escalofrío recorra el espinazo. Una vez consumado el esfuerzo, solo queda saborear la historia, lugares y primitivo entorno del Cebreiro.

Antes de iniciar el descenso del Cebreiro, el Camino Francés tiene una sorpresa para el peregrino. Se trata del Alto do Pollo. Una cuesta criminal con un bar situado estratégicamente en su cima. De ahí a Triacastela el sendero es benévolo. Parar a dormir este pueblecito es opcional, aunque es la alternativa más tradicional. Entre él y Sarria se encuentra un largo desvío al Monasterio de Samos. Sugerimos cuadrar el viaje para entenderlo y recorrerlo, realizando una etapa corta tras Triacastela o haciendo la machada desde O’Cebreiro. De hacerlo, mejor pernoctar allí, pese a que los monjes se pasen de severos.

Si se opta por el trazado más corto, por San Xil, se atraviesa un valle francamente espectacular, repleto de bosques de robles y prados. En este caso, se alcanza cómodamente Sarria. Esta es la localidad es la que más peregrinos neófitos eligen para partir. Esto se debe a su situación, ideal para obtener la Compostela haciendo los mínimos kilómetros.

Se ande por donde se ande en Lugo, los montes son la norma. La etapa hasta llegar a descansar en Portomarín es pintoresca. En las alternativas que se proponen justo antes de llegar al lugar, recomendamos la más segura, que fluye a la derecha. Para entrar en el pueblo, se atraviesa el último de los grandes puentes del Camino Francés. Con el inmenso Miño por debajo, después toca subir unas escaleras. En la población destaca la iglesia a modo de fortaleza realizada siguiendo el estilo templario.

El Camino Francés se halla ya en sus últimos kilómetros. Andar entre tupidos bosques o valles tan verdes que parecen de mentira es un digno acicate. Aunque las opciones de descanso son enormes, la ruta que más suele seguirse es Portomarín-Palas de Rei y Palas de Rei-Arzúa.

Palas es un lugar ideal para descansar con una notable iglesia. Sin embargo, no hay demasiado que hacer en su núcleo urbano, aunque Pambre y su castillo queda cerca. A mitad de jornada hacia Arzúa se erige Melide. Famosa por su pulpo, es el lugar de enlace con el Camino Primitivo, además de ser un posible final de etapa.

Si se continúa, se llega a Arzúa, nexo de unión con el Camino del Norte. Su queso es perfecto para acompañar con membrillo y un vino de la zona en compañía de otros peregrinos. Si se quiere evitar la ciudad, justo antes de ascender a ella está Ribadiso da Baixo. Aislado en el punto más bajo de un valle, el albergue se despliega junto al río, permitiendo el baño. Aparte de eso, un par de bares.

Hasta acabar el Camino Francés solo faltan 40 kilómetros. Lo lógico es hacer alto en O Pedrouzo, situada justo en la mitad. Así, queda un día final muy cómodo. Pese a ello, muchos peregrinos no aguantan y alargan hasta el Monte do Gozo o, incluso Santiago. Las piernas son las que deben hablar.

El final del Camino es también la capital de Galicia. Se trata de un lugar en el que darse un merecido homenaje tras tanto andar, pedalear o cabalgar. Sus atractivos son enormes, con la Catedral a la cabeza. La gastronomía es brillante y su artesanía destaca en el trabajo de la plata. Hay mucho que ver en Santiago de Compostela, por ello, aquí te dejamos nuestra página sobre la ciudad. ¡Que no se te olvide abrazar al Santo!

LUGARES DONDE COMER Y DONDE DORMIR EN EL CAMINO FRANCÉS

La comida no solo combustible, sino una de las grandes bazas del Camino Francés para ser tan querido. Disfrutar de los distintos locales y de la gastronomía local no se desliga de comer bien y barato en este Camino de Santiago.

En lugar de las habituales propuestas sobre dónde dormir en el Camino Francés, a continuación ofrecemos opciones alternativas. La selección, desglosada por cada localidad del Camino, incluye desde hoteles reconocidos hasta casas rurales. También aparecen hostales y pensiones asequibles. En todo caso, se ha optado por primar la comodidad y la intimidad, frente a los albergues tradicionales.

He aquí nuestra selección de páginas para que decidas dónde comer y dónde dormir en el Camino Francés:

Roncesvalles – Orreaga

Pamplona – Iruña

Estella – Lizarra

Puente la Reina – Gares

Logroño

Nájera

Santo Domingo de la Calzada

Villafranca Montes de Oca

Atapuerca

Burgos

Castrojeriz

Frómista

Carrión de los Condes

Sahagún

León

Hospital de Órbigo

Astorga

Ponferrada

Villafranca del Bierzo

O Cebreiro

Triacastela

Sarria

Samos

Portomarín

Palas de Rey

Arzúa

O Pedrouzo – Arca

Santiago de Compostela