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Lugares desconocidos de Madrid para descifrar sus matices

Lugares desconocidos de Madrid

Madrid es una ciudad con infinidad de atractivos. Es famosa por sus monumentos, el animado ambiente de sus calles, la riqueza de sus museos o su gran ambiente. Pero, más allá de todos esos lugares que aparecen en lo más alto de cualquier guía turística, hay otros a veces hermosos, a veces singulares, que casi siempre pasan desapercibidos. Y, en muchos casos, ni siquiera los habitantes de la ciudad conocen de su existencia. Vamos a desvelar algunos de esos lugares desconocidos de Madrid que bien merecen una visita.

Explora la capital a través de estos lugares desconocidos de Madrid

La Casa Museo Lope de Vega, literatura y costumbrismo

Casa Museo Lope de Vega
Casa Museo Lope de Vega. | Wikimedia

Pasear relajadamente por el Barrio de las Letras permite disfrutar de un viaje literario de lo más interesante. En él residieron algunos de los grandes del Siglo de Oro, desde Cervantes a Quevedo, Góngora o Lope de Vega. Su huella permanece en el barrio en forma de estatuas y de placas conmemorativas. Pero hay un lugar que no hay que pasar de largo: la casa en la que Lope residió los últimos 25 años de su vida. En su interior se han recreado su estudio, el oratorio y otras estancias que permiten conocer la vida cotidiana de la época.

Y una curiosidad: la Casa Museo Lope de Vega se encuentra en la calle dedicada a otro insigne escritor con el que precisamente no mantenía una buena relación: Miguel de Cervantes. Y, tal vez como muestra de ese singular sentido del humor español, al autor de El Quijote se le enterró en el convento de las Trinitarias Descalzas, en la actual calle Lope de Vega.

El Panteón de España, un bello museo funerario

Panteón de España
Panteón de España. | Shutterstock

El antiguo Panteón de Hombre Ilustres, ahora Panteón de España, es visita obligada para los amantes del arte funerario. En su interior descansan algunos de los políticos más relevantes de las últimas décadas de la España decimonónica. Pero el recorrido por el panteón no solo sirve para hacer un pequeño recorrido histórico, sino también para admirar magníficos monumentos funerarios, entre ellos los de José Canalejas, Mateo Sagasta o Eduardo Dato, obra de Mariano Benlliure. Se encuentra en el claustro de la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, en un singular edificio neobizantino.

El Palacio de Fernán Núñez, huella del esplendor decimonónico

Ilustración de una noche de baile en el Palacio de Fernán Núñez
Ilustración de una noche de baile en el Palacio de Fernán Núñez. | Wikimedia

Sus salones fueron epicentro de eventos y fiestas de la alta sociedad de la segunda mitad del siglo XIX. De hecho, no solo es uno de los edificios decimonónicos que mejor se conservan en Madrid, también es uno de los más fastuosos. El palacio de los duques de Fernán Núñez se alza muy cerca del Centro de Arte Reina Sofía y su sobrio exterior apenas permite hacerse una idea de lo que se esconde tras la fachada. El comedor de gala, el salón isabelino, la logia y, sobre todo, su salón de baile, permiten realizar un viaje en el tiempo y sumergirse de lleno en la época del Romanticismo.

El frontón Beti-Jai, una vieja gloria renovada

Frontón Beti-Jai
Frontón Beti-Jai. | Shutterstock

A finales del siglo XIX, el juego de pelota gozaba de una enorme popularidad entre los madrileños. Ello llevó a construir en el corazón del barrio de Chamberí este impresionante frontón. Lo diseñó Joaquín Rucoba, arquitecto del famoso Teatro Arriaga de Bilbao. Tenía capacidad para cuatro mil espectadores y estuvo en uso hasta los años veinte. Después, fue taller, comisaría e incluso cárcel, hasta caer en el olvido y el abandono. Ahora, ya rehabilitado, es posible contemplarlo de nuevo como en su época de mayor esplendor.

Andén Cero, la estación fantasma

Estación de Chamberí
Estación de Chamberí. | Shutterstock

El Madrid subterráneo esconde sorpresas como esta antigua estación de metro. Los trenes pasan por ella, pero hace más de 50 años que no paran en sus andenes. La estación de Chamberí se recuperó del abandono y se rehabilitó, pero no para recobrar su función original, sino para ofrecer un auténtico viaje en el tiempo. Las viejas taquillas, el azulejo característico de las primeras estaciones y hasta los carteles publicitarios hacen retroceder hasta aquel 1919 en el que se inauguró la primera línea de metro de la capital.

La Ermita de San Antonio de la Florida, decorada por Goya

Ermita de San Antonio de la Florida
Ermita de San Antonio de la Florida. | Wikimedia

Pequeña y sobria en su exterior, esta ermita de corte neoclásico que se alza junto al Manzanares esconde una auténtica joya. Su interior está decorado con un bello conjunto pictórico de Francisco de Goya. En la bóveda del ábside se puede admirar la Adoración de la trinidad, mientras que en la cúpula los frescos narran uno de los milagros del San Antonio de Padua. Es, además, el lugar donde descansan los restos del pintor desde que se trasladaran aquí en 1919.

El Castillo de la Alameda, el único en Madrid ciudad

Castillo de la Alameda
Castillo de la Alameda. | Shutterstock

Del pasado medieval de la ciudad de Madrid no se conservan muchos vestigios, y los pocos que han llegado a nuestros días son muy desconocidos. Un buen ejemplo es el Castillo de la Alameda. Es una pequeña fortaleza que se construyó en el siglo XV, pero que vivió su época de esplendor cuando la corte se trasladó a Madrid, un siglo más tarde. Un incendio y el expolio de sus piedras prácticamente lo redujeron al a nada, pero después de un intenso trabajo de rehabilitación, hoy se puede visitar muy cerca del encantador Parque de El Capricho.

El cementerio británico de Madrid, una visita internacional

Cementerio británico de Madrid
Cementerio británico de Madrid. | Wikimedia

En Madrid se encuentra uno de los mayores camposantos de Europa, el Cementerio de la Almudena. Pero en la ciudad hay otros mucho más pequeños, aunque no menos curiosos. Es el caso del cementerio inglés, que se esconde en el corazón del barrio de Carabanchel. Su nombre y su origen tienen una explicación: cuando se abrió, allá por 1854, los ciudadanos británicos protestantes no podían recibir sepultura en cementerios católicos. En la actualidad alberga unas 600 tumbas en un recinto ajardinado, entre ellas las de algunos miembros de la familia Loewe o del fundador de célebre Circo Price.

La curiosa Casa Museo del Ratón Pérez

Casa Museo del Ratón Pérez
Casa Museo del Ratón Pérez. | Wikimedia

Dicen las historias que el Ratón Pérez vivía en una caja de galletas que se almacenaba en una confitería cerca del Palacio Real. Ese entrañable ratón que deja un regalo a cambio de los dientes de leche que se caen tiene su propio museo en el número 8 de la Calle Arenal, a un paso de la Puerta del Sol. Es un mundo de fantasía a escala reducida en el que los más pequeños pueden conocer casi todo de este peculiar y escurridizo personaje.

El jardín del Museo del Romanticismo, un escondite con mucho encanto

Jardín del Museo del Romanticismo
Jardín del Museo del Romanticismo. | Rubén Vique en Flickr

Madrid es una ciudad bulliciosa, pero hay miles de lugares para olvidarse de la prisas y de los ruidos. Ahí están los jardines del Príncipe de Anglona, junto a la céntrica Plaza de la Paja; los del Museo Lázaro Galdiano, otra de las recomendaciones del Madrid más desconocido; o como el Huerto de las Monjas, muy cerca de la Catedral de la Almudena. Pero en el jardín del Museo del Romanticismo, diminuto y coqueto, es posible reponer fuerzas tomando un café y una tarta casera en un recinto realmente encantador.

El Cerro del Tío Pío y sus atardeceres espectaculares

Atardecer en Madrid visto desde el Cerro del Tío Pío
Atardecer en Madrid visto desde el Cerro del Tío Pío. | Shutterstock

Qué mejor manera de despedir este recorrido por lugares desconocidos de Madrid que hacerlo disfrutando del atardecer. Pero no desde el Parque del Oeste, ni desde la cornisa del Palacio Real o el Parque de las Vistillas, sino desde el Cerro de Tío Pío, en Vallecas. Lo que hace años no era más que una escombrera, es ahora uno de los miradores privilegiados de la capital. Por cierto, también se le conoce como el ‘parque de las siete tetas’. El motivo es la forma de esas colinas ajardinadas que ocultan los escombros que aquí se trajeron tras el derribo de un barrio de infraviviendas.