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El antiguo esplendor del único castillo en la ciudad de Madrid

Castillo de la Alameda de Osuna

Madrid, una ciudad moderna, cosmopolita y acogedora, también tiene un pasado medieval. De él quedan pocas huellas y las que se han conservado permanecen a la sombra de magníficas construcciones como el Palacio Real, la Catedral de la Almudena o la Plaza Mayor. Descubrir esos vestigios es sumergirse en una historia tan apasionante como, a veces, desconocida. Eso es precisamente lo que nos propone la visita al castillo de la Alameda.

Los orígenes del castillo de la Alameda

Castillo de La Alameda
Castillo de La Alameda. | Wikimedia

Bajo el castillo de la Alameda, conocido también como castillo de Barajas, se esconden cuatro mil años de historia. En estas tierras, mucho antes de que se alzara la fortaleza, ya hubo asentamientos prehistóricos. Más tarde se asentarían romanos y visigodos. Y algunos siglos después, ya en la época medieval, su lugar lo ocuparían aldeas de repoblación que se establecieron tras la conquista cristiana de este territorio. Y de todos esos episodios históricos se han encontrado restos gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas.

Entre dos de esas aldeas, la de la Alameda y la de Barajas, se levantó este pequeño castillo a principios del siglo XV. No se sabe la fecha exacta de su construcción, pero sí que su promotor fue Diego Hurtado de Mendoza, entonces Almirante Mayor de Castilla. A su muerte, legó la fortificación a su prima y amante, Mencía de Ayala, que más adelante se casaría con Rui Sánchez de Zapata.

Ya en poder de la familia Zapata, el castillo sufrió una importante transformación. Hablamos del siglo XVI, de la época de Felipe II. En Madrid se estableció la corte de manera permanente y la nobleza, para mostrar su poder, empezó a adaptar sus residencias a los gustos renacentistas del momento. El castillo de Barajas no permaneció ajeno a ello. En 1572 el rey concedió el título de conde de Barajas a Francisco Zapata de Cisneros y este transformó la vieja fortaleza en un elegante palacete rural muy del gusto de aquella época.

De la gloria al abandono

Ruinas del castillo
Ruinas del castillo. | Wikimedia

Con el paso de los años, los Zapata perdieron parte de su poder. A finales del XVII, un incendio destruyó el castillo y este quedó abandonado definitivamente. Ahí comenzó el expolio, ya que se convirtió en la cantera de la que se extrajo el material para la construcción de viviendas en los alrededores. De hecho, muchas de sus piedras se emplearon para levantar el cercano palacete del El Capricho, residencia de recreo de los duques de Osuna. Parece ser que la duquesa tuvo la intención de convertir el castillo en alojamiento rural. Sin embargo, el proyecto nunca llegó a realizarse.

El declive del castillo no acabaría con el expolio de sus piedras. En la Guerra Civil, aquí se levantó un nido de ametralladoras y, ya en los años 70, unas obras de urbanización causarían destrozos en la zona del foso. Parecía el final del castillo de la Alameda de Osuna. Pero no lo fue. A mediados de los 80 se decidió la rehabilitación de esta pequeña joya medieval y su puesta en valor como centro de interpretación y yacimiento arqueológico.

Algunas curiosidades del castillo de la Alameda de Osuna

A pesar de ser una construcción modesta para su época, lo cierto es que en su particular historia este castillo tiene algunos episodios de cierta relevancia. De hecho, llegó a servir tanto de posada real como de prisión de nobles. En sus estancias se alojó Margarita de Austria en su viaje a la capital tras contraer nupcias con Felipe III en Valencia, en 1699. Y en ellas estuvieron presos Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, y Pedro Téllez de Girón, III duque de Osuna, en 1580 y 1622, respectivamente.

Una curiosidad más es que el castillo aparece en un cuadro de Goya, Procesión de Aldea. El pintor tuvo una estrecha relación con los duques de Osuna y esta obra forma parte de la serie que realizó a finales del XVIII para su residencia de recreo.

Qué ver en el castillo de la Alameda de Osuna

Castillo de la Alameda de Osuna
Castillo de la Alameda de Osuna. | Wikimedia

La reconstrucción parcial del castillo permite hacerse una idea de cómo fue en sus tiempos de esplendor: una fortificación pequeña, de planta rectangular y dos torres. La del Homenaje se perdió para siempre, pero se sabe que era cuadrangular, muy parecida a las que se conservan en dos municipios madrileños: la torre de Éboli en Pinto y la del Pan en Arroyomolinos.

Lo que se puede visitar es una parte del cuerpo principal de la fortaleza y la segunda torre, de forma circular. También se puede ver una parte del foso. A lo largo del pequeño recorrido hay diferentes miradores con paneles en los que se explica todo lo relacionado con él: cómo fue en su época dorada, qué función tenía cada una de sus partes o cómo se fue transformando a lo largo de los siglos.

No se olvida tampoco lo que hubo en estos terrenos antes de la fortaleza, esos asentamientos prehistóricos, romanos y medievales de los que se han encontrado vestigios y que también se detallan en los paneles. La visita se completa con la visión de la casa del guarda, el panteón neogótico de los Fernán Núñez, de finales del XIX, y el nido de ametralladoras de la Guerra Civil.

El castillo, reconvertido en museo al aire libre, abre al público solo los fines de semana. Visitarlo es una magnífica oportunidad para conocer uno de los castillos más singulares de Madrid y, de paso, visitar uno de los parques más encantadores de la capital: el Parque del Capricho.