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Los secretos del Madrid subterráneo: un paseo por una ciudad bajo tierra

Madrid subterráneo

Como en el mundo ficticio de la serie Stranger Things, las ciudades han tenido siempre dos caras. Una exterior de la que todo el mundo puede disfrutar. Y una segunda, más oscura,  discurriendo bajo los pies de los transeúntes de la superficie. Por eso, en Roma y París las catacumbas son una de las visitas imprescindibles. Por su parte, la capital española también dispone de su propia ciudad subterránea, si bien es cierto que goza de mucha menos fama que las dos anteriores (probablemente porque la parte transitable de esta es bastante pobre). Pero a lo largo de la historia, Madrid ha estado repleta de pasadizos y túneles que o bien podemos visitar o bien imaginar. Con linterna en mano, nos adentramos en esta ruta por el Madrid subterráneo.

Ruta por el Madrid subterráneo

Un viaje en metro al pasado

Si pensamos en una ruta por el Madrid subterráneo lo más seguro es que lo primero que se nos venga a la mente sean las estaciones y los muchos túneles del Metro de Madrid. Desde luego, una auténtica red subterránea que merecería capítulo aparte. Pero entre este entramado de galerías que todos conocemos hay un par de enclaves que Metro de Madrid ha acondicionado como museo.

Es el caso de, en primer lugar, la estación de Chamberí, conocida por muchos como la estación fantasma. Y es que cuando la línea 1 pasa entre las estaciones de Iglesia y Bilbao los viajeros pueden ver, como una exhalación, un andén en el que el tren jamás para. La primera vez que uno lo ve, si no lo conoce, puede incluso pensar que la visión ha sido producto de su imaginación. Pero nada más lejos de la realidad. La estación de Chamberí se inauguró con la apertura del metro en 1919 y estuvo funcionando hasta 1966. En la actualidad, sin embargo, se ha reconvertido en museo, casi como un viaje en el tiempo.

estación chamberí
Estación fantasma de Chamberí. | Wikimedia

Además de Chamberí, Metro de Madrid habilitó dos espacios más de su entramado como lugar de exposición. Del complejo de Pacífico, diseñado por Antonio Palacios (al igual que la estación de Chamberí), queda, por un lado, el antiguo vestíbulo, con el mismo aspecto que presentaba en 1923. Por otro, la Nave de Motores, un espacio que alberga la maquinaria que hacía funcionar a los trenes en el pasado.

Los Caños del Peral, menos conocidos que la estación de Chamberí y el complejo de Pacífico, son también una recreación museística. Los Caños del Peral fueron una de las fuentes públicas que abastecieron a la ciudad de agua en el pasado. Bajo el Metro Ópera se encuentra la recreación de la fuente, el acueducto Amaniel y la alcantarilla de Arenal.

Otros dos puntos de interés histórico que pueden verse en estaciones de metro de uso habitual para la población son el yacimiento paleontológico del Metro Carpetana y la exposición de trenes históricos en la propia Estación de Chamartín.

exposición trenes Chamartín
Exposición de trenes históricos de la Estación de Chamartín. | Shutterstock

Vestigios de la Guerra Civil

Entre noviembre de 1936 y marzo de 1937 la capital madrileña se convirtió en primera línea del frente durante la Guerra Civil. Con este marco de fondo, la población madrileña y el gobierno republicano se encargaron de construir refugios y búnkeres para defenderse de sus enemigos. Es el caso del refugio antiaéreo del Retiro, que se erigió con la intención de proteger a la población civil. Durante la posguerra, este espacio, que se encuentra en excelente estado de conservación, se utilizó para desarrollar el cultivo de champiñones gracias a sus condiciones de luz y humedad.

Por su parte, el búnker Posición Jaca es el más conocido de la capital. Ubicado en el parque de El Capricho, su estado de conservación es igualmente óptimo y se puede visitar previa reserva. En su momento, sirvió como refugio para el Ejército Republicano del Centro.

búnker Posición Jaca
Interior de una de las habitaciones del búnker Posición Jaca, en el parque El Capricho. | Shutterstock

También bajo la plaza de Cibeles había un búnker que funcionaba como sede subterránea del Estado Mayor del Ejército Republicano. Bajo la apariencia de un cuartel republicano cualquiera, este búnker comunicaba por un pasadizo con el palacio de Buenavista, entonces Ministerio de Guerra. En la actualidad es imposible acceder a su interior, si bien aún se puede ver el punto por el que se accedía al búnker: unos aseos públicos ubicados entre la plaza de Cibeles y el Paseo del Prado.

Túneles y pasadizos de película en la ruta por el Madrid subterráneo

La ruta por el Madrid subterráneo continúa con los túneles y los pasadizos que reyes y políticos usaron a lo largo de la historia para no ser vistos. En este caso nos encontramos, más que con enclaves, con historias, porque muchos de estos pasadizos o bien están tapiados o bien cerrados al público. Aún así, todavía podemos viajar hasta el lugar en cuestión para imaginar lo que sucedía lejos de la luz.

La primera parada a este respecto comienza en la plaza de la Encarnación, junto al monasterio del mismo nombre. Durante el siglo XVIII había un pasadizo exterior que unía este edificio con el Alcázar de Madrid, que se ubicaba donde ahora está el Palacio Real. Se trataba de un corredor en la superficie, a vista de todos, lleno de obras de arte que decoraban sus paredes. La leyenda dice que además de este había otros pasadizos subterráneos que partían del citado Alcázar.

El que de ninguna manera es un mito es el túnel de Bonaparte, un pasaje que comunicaba el Palacio Real con la Casa de Campo. Tal como indica su nombre, el túnel fue construido por orden de José Bonaparte. Lo hizo a principios del siglo XIX con la intención de poseer una vía de escape en caso de necesidad. Luego, durante la Guerra Civil, fue usado como lugar de almacenaje de munición. Sin embargo, con la construcción de la M30 el túnel tuvo que cerrarse. Aún así, aún quedan dos entradas (o salidas) al mismo: una en Campo del Moro y otra en Madrid Río, ambas cerradas al público.

Túnel de Bonaparte en el Campo del Moro
Túnel de Bonaparte en el Campo del Moro. | Shutterstock

Otra de las paradas imprescindibles en esta ruta por el Madrid subterráneo está en el Ateneo de Madrid, donde una de las paredes oculta, casi como si se tratara de una película, la entrada a un pasadizo. Sin embargo, apenas hay un metro entre esta misteriosa puerta y la pared, pues se trata de un túnel totalmente tapiado. Aunque hay muchas dudas acerca de a dónde comunicaba este corredor, una de las teorías más plausibles es que conectaba con el Congreso de los Diputados.

Justo en este edificio es donde se sitúa nuestro siguiente alto, donde, tras la estatua de Isabel II que aguarda a la entrada de la puerta principal, hay una puerta “secreta” que conduce a una escalera de caracol que baja a los sótanos del Congreso de los Diputados. Desde allí, dos corredores comunican uno con el Ateneo y otro con la Puerta del Sol. En el pasado (y quizás todavía) eran una vía de escape para poder salir del edificio en caso de necesidad. Se dice que también había más pasadizos hacia más lugares, pero esto es ya solo teorizar.

congreso diputados
Justo a la izquierda de la estatua de Isabel II del Congreso de los Diputados se puede intuir la puerta del pasadizo. | Wikimedia

El Parque del Retiro guarda muchos secretos, además del refugio mencionado con anterioridad. En el siglo XVIII hubo una fábrica de porcelana ubicada en las cercanías del Ángel Caído. Se trataba de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, conocida como “La China”, una factoría con tan buena fama que era incluso conocida internacionalmente. Para deshacerse de sus residuos, la fábrica utilizaba un túnel subterráneo que comunicaba con las afueras de la ciudad en lo que hoy es Atocha. En este caso, el pasadizo solo permanece abierto para la policía y poco más.

Una cámara acorazada y las cuevas de los bandoleros

No puede faltar en esta ruta por el Madrid subterráneo una mención a la cámara acorazada que se esconde bajo la fuente de Cibeles tras un inexpugnable sistema de seguridad y que guarda las reservas de oro del Banco de España.

Tampoco podemos dejar de hablar del antiguo entramado de túneles y cuevas de la plaza Mayor, usadas como almacenes o talleres. Se dice que estas grutas también funcionaron como escondite de bandoleros y forajidos, como Luis Candelas. Un ejemplo aún viviente de estas cuevas es la Taberna del Capitán Alatriste, ubicada en el número 7 de la calle Grafal, última parada de esta segunda ciudad que es el Madrid subterráneo.

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