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La Ruta del Cares en los Picos de Europa

Puente de Los Rebecos de la Ruta del Cares

Recorrer un desfiladero a través de una profunda garganta es un buen plan. Si se está en un entorno natural alucinante, el asunto mejor. Así es la ruta del Cares, una pequeña ruta senderista de unos 24 kilómetros entre ida y vuelta. Se puede realizar en ambos sentidos, empezando en su vertiente asturiana por Puente Poncebos/Camarmeña o en la leonesa por Caín.

Esta senda la pueden asumir tanto principiantes como expertos en montañismo, tomando siempre unas mínimas precauciones. Cerca quedan pueblos tan aislados como Fuente Dé o tan interesantes como Arenas de Cabrales y Bulnes con su Naranjo, según el extremo en que se esté. Ambos inicios están separados 100 kilómetros por carretera.

La historia de la Ruta del Cares

El paso que sigue el curso del Cares no es demasiado antiguo. En la antigüedad resultaba casi impracticable para quien no fuera casi una cabra. Sin embargo, a principios del siglo XX se decidió acometer una serie de obras que permitieran atravesar esta garganta de los Picos de Europa. Fue la empresa eléctrica Viesgo quien decidió crear un canal en torno a la vía fluvial. El aprovechamiento energético de los ríos era un negocio pujante y los desniveles de la zona hacían que tuviera mucho potencial.

Poncebos en la Ruta del Cares
Poncebos, en la Ruta del Cares. | Shutterstock

Así, la primera etapa hacia lo que es hoy la ruta del Cares vino con unas durísimas obras. El número de trabajadores rondaba el medio millar. Las condiciones eran muy peligrosas debido a los desprendimientos y la gran posibilidad de despeñarse. En total, murieron once hombres. Finalmente, se culminó el canal para guiar las aguas del Cares, el Tejo y el Duje se desechó. Fruto de ello hubo un trayecto antiguo. Realizado de forma manual, se concluyó al iniciarse los años 20.

Durante varios años los lugareños usaron la senda para ir de Caín y Valdeón a Puente Poncebos/Camarmeña . Lo hacían en la época de nieve, ya que era la única alternativa posible. Todavía era muy peligroso, por lo que la empresa decidió mejorarlo y expandirlo. Corría 1945 y se usó tanto picos como dinamita. Esta vez el ambiente de trabajo fue más controlado. Al final, se originó la Ruta del Cares que se anda hoy.

Puente de Los Rebecos de la Ruta del Cares
Puente de Los Rebecos de la Ruta del Cares. | Shutterstock

Trayecto de la Ruta del Cares

Aunque los desniveles que rodean el camino a través de la llamada garganta divina son enormes, la Ruta del Cares es bastante asumible. No posee subidas o bajadas demoledoras. Gracias a ello ha obtenido una enorme popularidad, al poder hacerla prácticamente cualquiera. Aunque se puede empezar desde cualquier extremo, en este caso se contará desde Puente Poncebos. La ida abarca 12 kilómetros y la vuelta otros tantos.

A Puente Poncebos se puede llegar fácilmente en coche, lo mismo que ocurre con Posadas de Valdeón y Caín. Al inicio de la ruta llega el desnivel más grande del día. Los Collaos. Aunque no es excesivo, apenas supera unos 300 metros, pero si no se está acostumbrado al senderismo conviene contenerse. Queda por delante la mayor parte del recorrido. Una vez asumido este pequeño reto, se avanza hasta la pasarela y el canal.

Pasaje de la Ruta del Cares
Pasaje de la Ruta del Cares. | Shutterstock

En verano esta parte es la que más se abarrota. Especialmente cuando se va llegando a Caín, cuando toca cruzar de un lado a otro la propia garganta divina. Esto se hace a través de los puentes de Los Rebecos y del Bolín. El pueblo objetivo es realmente bonito, con un espectacular fondo compuesto por las montañas de los Picos de Europa. Después de esto tocaría la vuelta a Puente Poncebos/Camarmeña.

Consejos para realizar la Ruta del Cares

La distancia es la única dificultad real de la Ruta del Cares. Aunque para los senderistas más avezados 24 kilómetros no es mucho, a los novatos se les puede hacer bola. Sea como fuere, hay una notable falta de desniveles importantes. Esto hace que sea uno de los trayectos ideales para iniciarse en el trekking de montaña.

Asimismo, la gran cantidad de afluencia de turistas en verano también puede hacer que se den algunos atascos, lo que se soluciona con sentido común y algo de paciencia. Si se quiere ir más libre, la recomendación es madrugar en la temporada alta. Las cabras salvajes son habituales y lo mejor que hacer es dejarlas en paz.

Cabra en la Ruta del Cares
Cabra en la Ruta del Cares. | Shutterstock

Respecto al tiempo, en invierno hay que estar atento al mismo. En caso de nevadas o fuerte viento, si no se tiene experiencia es mejor elegir otra ruta. Primavera y otoño suelen ser los mejores periodos para recorrer esta senda astur-leonesa. Hay menos gente y el clima es más contenido que en el tiempo invernal. Es algo que comparte con vías mucho más largas como los Caminos de Santiago más transitados, por ejemplo el del Norte o el Francés.

Al no existir vallas junto al sendero, no es un trayecto para quienes tengan miedo a las alturas. Pese a ello, hay espacio de sobra para no tener que ir pegado al precipicio. Un buen calzado para andar es suficiente para evitar resbalones. Los niños pueden ir sin problema siempre que se esté atento a ellos y no corran. La posibilidad de desprendimientos existe pero está controlada por los servicios de mantenimiento. Respecto a la mochila, hay que llevar agua suficiente y, como en cualquier ruta senderista, algo para reponer fuerzas de manera rápida como frutos secos o chocolate. En caso de lluvia, no hay que olvidar un poncho o chubasquero.

Parte de la Ruta del Cares
Parte de la Ruta del Cares. | Shutterstock

Comer en la Ruta del Cares

En los alrededores de la ruta hay pueblos con buenas opciones para comer. Como se ha dicho, Caín y Puente Poncebos/Camarmeña están separados por 100 kilómetros en coche, por lo que es recomendable quedarse a comer en el extremo donde se haya aparcado. Por ejemplo, en el lado de Asturias queda Arena de Cabrales. En el de León, se puede ir en breve a Riaño, famoso por el embalse que sumergió su parte antigua y ser de los más bonitos de su comunidad autónoma. Sin embargo, a continuación se proponen algunos locales en las cabezas de la Ruta del Cares.

Bar la Fuentina en Camarmeña

La Fuentina Ruta del Cares
La Fuentina. | El propio local

Este bar es muy conocido en la zona de Cabrales a la que pertenece. Tiene precios ajustados, con platos combinados por menos de diez euros por ejemplo. Estos se complementan con grandes vistas al Naranjo de Bulnes y los Picos de Europa, a los que pertenece. Sus quesos son excelentes, al igual que las carnes, como su solomillo. Cómo no, también ofrece guisos astures como la fabada. Una opción completa.

Casa Cuevas en Caín

Casas Cuevas en la Ruta del Cares
Restaurante Casas Cuevas. | El propio local

En esta pequeña población queda este hotel-restaurante. Es económico, con menús del día por algo más diez euros todas las jornadas. Además tiene una carta basada especialmente en embutidos, quesos y carnes propias de su entorno montañoso. Por ejemplo, asados de cabrito o cordero y diversas piezas a la parrilla. También hay platos combinados perfectos para niños.

El Desván de Valdeón en Posada de Valdeón

El Desván de Valdeón Ruta del Cares
El Desván de Valdeón. | El propio local

A pocos kilómetros de Caín está la cabecera real del trayecto, donde queda otro de los mejores lugares para comer en la Ruta del Cares. El Desván de Valdeón ofrece una carta con platos algo más sofisticados que la de las otras alternativas pero igualmente basados en la cocina tradicional. Rodeado de una naturaleza impresionante, su precio es contenido y sale en torno a unos 25 euros. De nuevo las opciones carnívoras son las más llamativas, aunque hay posibilidades vegetarianas.