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Las mejores escapadas cerca de Soria

Las mejores escapadas cerca de Soria

Soria es la ‘Ciudad de los Poetas’. Al pasear por sus calles se escuchan los versos de Antonio Machado o los de Gerardo Diego y un escalofrío recorre la espalda cuando se vislumbra alguno de esos rincones que todavía guardan el secreto de las Leyendas de Bécquer. Pero más allá de su pequeño pero seductor casco histórico y de tesoros como la Ermita de San Saturio o el Monasterio de San Juan de Duero, hay un sinfín de planes desde Soria que llevan a descubrir lugares increíbles. Estas son algunas de las mejores escapadas cerca de Soria.

Escapadas desde Soria que no hay que perderse

El Cañón del Río Lobos, un paseo por la naturaleza

Parque Natural del Cañón del Río Lobos
Parque Natural del Cañón del Río Lobos. | Shutterstock

En el Parque Natural del Cañón del Río Lobos las prisas no tienen cabida. Sus veinticinco kilómetros esconden un buen número de senderos para recorrer a pie o en bici y disfrutar de un espacio fascinante en todos los sentidos. En el camino no es difícil contemplar el vuelo de buitres y otras rapaces que anidan en cortados que alcanzan doscientos metros de altura. Y una de sus rutas más accesibles lleva a una construcción misteriosa: la templaria Ermita de San Bartolomé. Es, sin duda, uno los lugares que hay que ver en Soria sin excepción, mucho más si tenemos en cuenta que apenas se tarda una hora en llegar desde la capital.

Además, una de las puertas de entrada al Cañón del Río Lobos es El Burgo de Osma, uno de los pueblos más bonitos de Soria. Merece la pena caminar sin rumbo fijo porque a cada paso se descubre una pequeña maravilla, desde los soportales castellanos de su Calle Mayor a la vetusta muralla y, cómo no, una catedral que es una exquisita amalgama de estilos. Pero la villa es reconocida no solo por su patrimonio monumental, sino también por su gastronomía, en la que destacan el cocido castellano, el cordero, los níscalos y las setas de cardo y, por supuesto, la morcilla.

Tierra de castillos: Gormaz y Berlanga de Duero

Castillo de Gormaz
Castillo de Gormaz. | Shutterstock

Es difícil encontrar un solo adjetivo con el que definir el Castillo de Gormaz. Calificativos como soberbio o colosal parecen quedarse pequeños cuando lo que se levanta ante la vista es la mayor fortaleza defensiva que se construyó en la Baja Edad Media. Una fortaleza califal con un perímetro amurallado de más de mil doscientos metros, casi cuatrocientos cincuenta metros de largo y veintiocho torres.

Gormaz es uno de los planes en Soria que ningún amante de los castillos puede pasar por alto. Mucho menos cuando el viaje es corto, ya que esta localidad está a menos de una hora de la ciudad y a solo quince minutos de otro castillo magnífico, el de Berlanga de Duero. Se trata en realidad de un magnífico conjunto monumental formado por un palacio renacentista, los restos de una vieja iglesia, una fortaleza artillera y una muralla medieval. Y tanto en Gormaz como en Berlanga de Duero aún resuenan los pasos del Cid Campeador, que fue señor de ambas fortalezas.

Rello, un pueblo colgado de una roca

Rello
Rello. | Shutterstock

El territorio de Soria está salpicado de pueblos de aires medievales. Pero Rello es especial. Su casco urbano se adapta a un espolón rocoso sobre la hoz del río Escalote y su recinto amurallado es uno de los que mejor se han conservado en la provincia. Y a solo tres kilómetros se eleva sobre el paisaje la Atalaya del Tiñón, una torre de nueve metros de altura con su propia historia. Cuenta que fue aquí donde murió el caudillo árabe Almanzor, tras ser gravemente herido en la Batalla de Calatañazor.

Y de regreso a Soria, que está a menos de una hora, merece la pena hacer una parada para descubrir la belleza de Almazán. La villa atesora un conjunto monumental magnífico en el que destacan el Palacio de los Hurtado de Mendoza o la románica Iglesia de San Miguel. Pero Almazán tiene otro tesoro: un entorno sembrado de pinos, encinas y robles que esconden una riqueza micológica extraordinaria. Por ello, cuando llega el otoño esta localidad se convierte en un pequeño paraíso para quienes disfrutan recolectando setas.

Un plan relajante en Alhama de Aragón

Alhama de Aragón
Alhama de Aragón. | Shutterstock

Ya en territorio de Zaragoza, pero a poco más de una hora desde Soria, Alhama de Aragón es la promesa de una escapada de lo más relajante. No en vano, la localidad es famosa por sus balnearios. De hecho, aquí se encuentra el mayor lago termal de Europa, un espacio donde es posible nadar en aguas que manan a 32 °C. Aguas de las que ya disfrutaron los romanos hace dos mil años y siglos más tarde los árabes, que dieron al lugar el nombre de «Alhama»; es decir, fuente termal.

Si después del baño quedan ánimos, desde Alhama de Aragón y en solo veinte minutos se llega a otro lugar mágico donde el agua es también protagonista, aunque que una manera diferente: el Monasterio de Piedra. La sucesión de cascadas en un entorno natural de enorme belleza y el viejo monasterio cisterciense del siglo XII forman un conjunto irresistible. Un buen lugar, además, para disfrutar con niños.

La Fuentona y su mundo subterráneo

La Fuentona
La Fuentona. | Shutterstock

Sus aguas cristalinas y de un singular color esmeralda engañan a la vista. La Fuentona de Muriel, que es en realidad el nacedero del río Abión, es un aparentemente inofensivo estanque que oculta un secreto. Bajo esas aguas hay un mundo subterráneo de galerías que aún no se han podido recorrer en su totalidad. Aunque invite a ello, el baño está prohibido en este monumento natural. Sí se pueden recorrer los alrededores, no menos bellos que la Fuentona, en una ruta de escasa dificultad que es apta para toda la familia.

Muy cerca de la Fuentona, que se encuentra a apenas media hora de Soria, hay otras dos visitas indispensables. La primera es el Sabinar de Calatañazor, un bosque que conserva un cierto halo mágico donde crecen ejemplares centenarios que alcanzan los veinte metros de altura. La segunda visita es la villa de Calatañazor, con un casco urbano por el que parece que no ha pasado el tiempo y donde aún resuenan los ecos de la derrota de Almanzor.

El Moncayo, el techo de Soria

Moncayo
Moncayo. | Shutterstock

El Moncayo se alza imponente en el límite entre Soria y Zaragoza. Su ascensión es un pequeño reto para los amantes del trekking. Desde la vertiente castellanoleonesa, la ruta comienza en Cueva de Ágreda o en Vozmediano. En este último pueblo sorprende el nacimiento del río Queiles, donde manan miles de litros de agua por segundo de una forma casi explosiva. La ascensión culmina a 2316 metros, en el Pico San Miguel, que abre ante la vista una postal majestuosa con el Valle del Ebro, y en días claros también los Pirineos, como protagonistas. El ascenso no es de dificultad muy elevada, pero llevar ropa y calzado adecuados es imprescindible.

Pasar el día en una playa de interior

Laguna Negra
Laguna Negra. | Shutterstock

El mar está lejos de Soria, pero a solo media hora de la ciudad es posible darse un baño en una playa de interior fantástica. Es la Playa Pita, en el Embalse de la Cuerda del Pozo. Tiene todo lo necesario para no echar de menos una escapada a la costa, desde una arena dorada a todos los servicios necesarios para disfrutar de un día playero, así como la posibilidad de practicar deportes acuáticos. Si hubiera que poner alguna objeción sería la temperatura del agua, pero cuando de lo que se trata es de huir del calor en verano, se agradece.

Si el tiempo no invita al baño, hay alternativas. Muy cerca está Vinuesa, un pequeño pueblo de arquitectura tradicional desde el que se llega en apenas media hora a la Laguna Negra. Rodeada de paredes de granito y pinos, sus oscuras aguas esconden infinidad de leyendas, como las que aseguran que no tiene fondo o que en ella habitan seres monstruosos.

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