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El palacio de la Magdalena, el edificio que transformó Santander

palacio de la magdalena

El palacio de la Magdalena corona la península del mismo nombre, puerta de entrada a la bahía de Santander. Un enclave muy especial para una arquitectura que, sin duda, también lo es. Recortado sobre un cielo azul o plomizo, iluminado por un rayo de sol o un claro de luna, la visión de este palacio santanderino no deja indiferente a nadie. Alzado sobre el mar, en ocasiones parece un vigía silencioso, asistiendo callado a la vida cotidiana de la capital cántabra. Otras, se deja observar engalanado por el atardecer, que esboza espejismos de un pasado brillante en los cristales de sus ventanas.

Protagonista de postales, fotografías y recuerdos de propios y foráneos. Es además, eterno primer puesto en las listas que enumeran qué visitar en Santander o las que hacen lo propio sobre qué ver en Cantabria. Algo que no es de extrañar, por su propia historia, el entorno que lo acoge y las olas del cantábrico poniendo la música de fondo. Un cóctel que debe saborearse poco a poco, a pequeños sorbos. Solo así es posible apreciar todos los matices del emblemático palacio de la Magdalena.

Un regalo para la familia real que llenó Santander de vida

El palacio de la Magdalena no ha vivido una, sino muchas historias. Su larga vida ha transcurrido entretejida con los acontecimientos que se sucedían más allá de sus muros, empezando por la historia de su nacimiento, narrativa que conduce directamente a la corte de Alfonso XIII.

Palacio de la Magdalena
Vista ladeada del Palacio de la Magdalena. | Shutterstock

El palacio de Santander se construyó entre los años 1908 y 1912 como un obsequio para la familia real. Obra de Javier González Riancho y Gonzalo Bringas Vega, se convirtió en una suerte de invitación al monarca para fijar allí su residencia estival. Esto significó la puesta a su disposición de todas las bondades de este punto de la costa de Cantabria. Desde baños de mar a largos paseos y muchas horas de tranquilidad.

Instalados allí ya durante el verano de 1913, su presencia transformó la ciudad en un hervidero de vida social. Así, y hasta 1930, Santander fue un destino de mar privilegiado y anhelado. Iluminó las largas noches veraniegas como un faro frente al mar, atrayendo a aristócratas, artistas y ricos empresarios. En 1914 se concluyeron las obras de las caballerizas. Estas, con el aspecto de un pequeño pueblito medieval, dotaron de un punto onírico a un paisaje que ya parecía sacado de un cuento.

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Caballerizas del Palacio de la Magdalena. | Shutterstock

Durante estos años era fácil ver a la reina Victoria Eugenia recorrer la península o a los hijos de los monarcas montar a caballo por la zona. Se celebraron reuniones, conciertos, cócteles… Incluso hoy todavía se oyen los brindis con champán y los cubiertos chocando con las vajillas de filigrana dorada. A la pregunta qué ver en Santander bien puede contestarse persiguiendo estos sonidos, algo difuminados por el tiempo, pero todavía irresistibles.

Qué ver en el palacio de la Magdalena

El palacio de la Magdalena dispone de un amplio horario de visitas, si bien hay que reservar con al menos 72 horas de antelación. Lo primero que verá el visitante antes de entrar será un complejo de estilo ecléctico de porte elegante y esbelto, con influencias francesas, inglesas, modernistas y neomontañesas.

palacio magdalena
Una de las habitaciones del palacio de la Magdalena. | Shutterstock

Aunque dispone de dos entradas, los turistas acceden al interior del edificio por la fachada norte, no sin antes pasar por los jardines y ver, a la derecha del palacio, las Caballerizas Reales citadas con anterioridad, que en la actualidad se utilizan como residencia de verano de los estudiantes de la universidad santanderina.

Una vez en el interior del palacio, cabe destacar algunas salas como la de Alfonso XIII o el Comedor de Gala. En el Salón de la Familia, donde los monarcas pasaban la mayor parte del tiempo, hay incluso una pintura de Sorolla. El oratorio o el Salón Real son otras dos de las habitaciones que el viajero no debe de perderse en su visita.

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Interior del Palacio de la Magdalena. | Shutterstock

La península de la Magdalena: un complemento indivisible de la visita al palacio

Pero la trascendencia de la península en la que se asienta el Palacio de la Magdalena es anterior a su construcción. Se han hallado distintos restos, como los pertenecientes a un puerto romano, que demuestran la existencia de antiguas ocupaciones. Aunque, en un pasado más reciente, sirvió sobre todo para usos defensivos debido a su ubicación estratégica en la entrada de la bahía santanderina.

En cualquier caso, la riqueza natural y paisajística de la zona la sitúa, por derecho propio, en el inventario de lugares indispensables qué ver en Santander. Si bien es cierto que en algunos momentos puede parecer que el brillo del Palacio de la Magdalena eclipsa al de la península, ambas bellezas se complementan y mejoran entre ellas. Porque… ¿sería realmente el mismo este palacio de Santander sin sus magníficas vistas a la costa?

Península de la Magdalena
Vista aérea de la Península de la Magdalena. | Shutterstock

Así, lo mejor es disfrutar de la visita de forma conjunta: primero, ver el palacio y, después, seguir el camino que bordea la península. Y entonces contemplar las playas, de la Magdalena y de Bikini, imaginando aquellos veranos en los que la moda del dos piezas llegó a Cantabria. En frente, las islas: la de la Torre y la Horadada, repleta de leyendas. Finalmente, la isla de Mouro, con su faro sobrevolado por gaviotas y paíños,  guarda la puerta de la bahía.

En el camino, puntas, salientes y acantilados. La Punta del Caballo, la del Higar o La Palomera son solo algunas de estas idas y venidas del mar. Entradas y salidas de espuma que, finalmente, encaminan otra vez los pasos hacia el palacio de la Magdalena.

Aprovechar para visitar Santander

El palacio de la Magdalena es una de las primeras respuestas a la pregunta qué ver en Santander, es cierto. Pero la capital de Cantabria tiene más por descubrir. Empezando por caminar a la orilla del mar, recorriendo el paseo marítimo de El Sardinero, junto a su playa. Pasar la calle del Medio, la Filmoteca, el Mercado del Este… Después, atravesar el centro histórico, visitar la catedral, la plaza del ayuntamiento o el animado Mercado de la Esperanza. Tras recorrer sus puestos repletos de productos locales espera, otra vez, el cantábrico. Siempre cerca, los raqueros, convertidos en escultura frente al viento del puerto, intentan descubrir monedas bajo el agua.

Palacio de la Magdalena
Atardecer sobre el Palacio de la Magdalena. | Shutterstock

Para pasear a cubierto están los museos. El de Prehistoria y Arqueología o el de Arte Moderno y Contemporáneo son siempre una opción deliciosa. Si el tiempo lo permite, de nuevo al aire libre, es posible acercarse hasta el Faro de Cabo Mayor. Hay infinitos lugares qué ver en Santander, miles de cosas por hacer, tiempo que disfrutar… Pero el punto y final, al menos de estas letras, será siempre al atardecer. Otra vez en el Palacio de la Magdalena, con el sol creando espejismos sobre las ventanas y la imaginación volando entre las gaviotas.