Amanece nublado en las calles de Segovia. Los artesanos y comerciantes comienzan a montar sus puestos. Me levanto temprano a rezar. Hace ya unas semanas que iniciara mi viaje en la Alhambra, la primera de las siete maravillas que incluía en este listado. Sin embargo, pareciera que hubieran pasado meses y aún no tengo claro qué hacer con respecto a mis funciones como inquisidor…
Curiosamente en esta ciudad se encuentra uno de los siete monumentos de la Hispania antigua: el acueducto de Segovia. Sorprende comprobar que después de tantos años no solo siga intacto, sino que siga funcionando. Aquí también se alza, desde el siglo XII, uno de los palacios más bellos de toda Castilla: el Alcázar de Segovia. Pensé mucho en incluir este castillo como maravilla y, si insertara ocho monumentos en la ecuación, sin duda este edificio estaría en ella.
No obstante, me encuentro aquí tan solo de paso, como altillo necesario entre Zaragoza y Ávila. De esta segunda ciudad es de donde vengo, pues al igual que en las maravillas de Hispania había una muralla, era menester que hubiera otra en este inventario.