“He visto, tan gustoso como admirado, el Tyrocinio aritmético de Casandro Mamés de La Marca y Araioa. Gustoso por el acierto y claridad con que su autor, aún en lo mínimo, muestra lo máximo (…) Porque, aunque de ello han escrito tantos, y todos con acierto, han puesto esta instrucción (que es la más necesaria) inserta en obras y tomos de mayor cuerpo cuyo coste es cuadruplicado que el de esta Obrilla, con la cual se hace fácil el logro y será raro el que no pueda quedar instruido”. Con estas palabras introducía el dominico fray Pedro Martínez el primer libro de Casandro Mamés de La Marca y Araioa, un nombre que era en realidad el seudónimo de una mujer. Una que fue pionera en los albores del siglo XVIII y dedicó su vida a la educación.