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Al amparo de un seudónimo
Puede ser por razones de puro marketing. Puede deberse a asuntos personales. O puede significar un homenaje a un antiguo mentor. El uso de un seudónimo puede tener muchos motivos, incluso puede tener una base puramente estética. Pero ha habido momentos de la historia, seguramente aún los haya, en los que los autores y autoras se han visto obligados a ocultar su nombre por pura necesidad. Para las mujeres, de hecho, el campo de la escritura llegó a ser antaño una fantasía prohibida, un lugar al que tan solo se les permitía asistir como meras espectadoras.

Sandra Vasconcelos, profesora de Literatura Inglesa y Comparada de la Universidad de Sao Paulo, le afirmaba a BBC Brasil que “durante los siglos XVIII y XIX cristalizó el papel de la mujer como primordialmente madre y esposa dentro de la familia burguesa”. Que una dama se saliera de aquel papel era algo que desagradaba profundamente a gran parte de la sociedad de entonces. Es por ello que muchas autoras comenzaron a firmar con seudónimos masculinos, el género que sí era respetado. Aquella práctica se mantuvo incluso hasta principios del siglo XX.

De este extendido hábito en aquellos años hay muchos exponentes. Mundialmente, los casos más conocidos son los de los hermanos Bell, George Sand y George Eliot. Esos eran sus seudónimos, claro. Sin embargo, ellas eran en realidad las hermanas Brontë, Amantine Dupin y Mary Ann Evans. En España también hay una buena ristra de casos. Los de Fernán Caballero y Víctor Català quizás sean los más sonados. Pero para descubrir la verdadera identidad que se esconde tras estos últimos nombres habrá que leer el resto de la serie.

Casandro Mamés de La Marca, Rafael Luna, Fulanita de Tal y Felipe Centeno son también otros seudónimos que les sirvieron de disfraz a las escritoras españolas. En esta serie cada capítulo es un compendio de pistas que llevarán al lector a descubrir la verdadera identidad de la autora, así como su obra y su vida. Al amparo de un seudónimo es un viaje hacia el descubrimiento y el reconocimiento de unas mujeres que aún hoy siguen sepultadas por apodos o, sencillamente, olvidadas por el tiempo.
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