“Y ahora sí que podremos decir que las mujeres, que nuestras mujeres españolas, han entrado en política -en la vedada vida política- por la puerta grande, para ellas abierta de par en par”. Había en los años 20 y 30 una mujer que despuntaba entre las de su género por dedicarse a un oficio que hasta entonces les estaba vedado. Era periodista y firmaba, a veces, bajo el nombre de Felipe Centeno. Otras, bajo el de Jorge Marineda, Ariel o María Therry. Y otras, al raso, sin aditivos. Sus apodos aparecían en los periódicos y revistas de La Vanguardia, El Hogar y La Moda o, como en el párrafo inicial, en El Sol.
Ariel, Felipe o Jorge, los disfraces de la dama de la prensa
