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La mejor ruta en moto de España y sus impresionantes paisajes

La Ruta del Silencio

De él dicen que es el mejor itinerario en moto de España. Pero es también una maravillosa propuesta para cualquier amante del slow driving, de esa forma de viajar en la que el destino es el camino, ya sea en dos o en cuatro ruedas. La Ruta del Silencio, en el corazón de Teruel, invita a conducir con calma, a recrearse en los paisajes que se abren ante los ojos y a descubrir rincones de excepcional belleza.

La Ruta del Silencio: un viaje inolvidable

Cuarto Pelado
Cuarto Pelado. | Wikimedia

The Silent Route es un tramo de apenas 63 kilómetros de la A-1702, una carretera que atraviesa las comarcas de Andorra-Sierra de Arcos y el Maestrazgo. El asfalto aquí culebrea entre montes y estrechos desfiladeros para unir pueblos de sabor medieval en los que la vida discurre tranquila.

Desde un extremo a otro de la Ruta del Silencio, desde Venta La Pintada hasta el puerto de Cuarto Pelado, hay más de 200 curvas. Inevitablemente, el trazado de la carretera obliga a conducir despacio. Sin embargo, el camino se disfruta de principio a fin cuando se sabe que detrás de cada uno de esos giros nos espera una sorpresa en forma de postales de belleza agreste, casi salvaje.

Hay que olvidarse del acelerador y parar en los miradores que salpican la Ruta del Silencio. Y a veces hay que desviarse del camino para llegar a algunos de los rincones más increíbles, pero también más desconocidos, de la provincia de Teruel. Nuestro recorrido comienza en Venta La Pintada, en el extremo norte de la ruta.

Ejulve

Vista aérea de Ejulve
Vista aérea de Ejulve. | Shutterstock

Ejulve se encarama a una pequeña colina. Es un pueblo de callejuelas laberínticas y sabor tradicional, con pequeñas joyas como su Iglesia de Santa María la Mayor. Pero es en sus alrededores donde se esconden sus mayores tesoros, como la Caleja del Huergo, un estrecho desfiladero que forma parte de una pequeña pero interesante ruta senderista.

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Unos kilómetros más allá de Ejulve se llega al símbolo de la Ruta del Silencio y a uno de los mejores miradores de todo el camino. Es el mirador del Alto Maestrazgo, reconocible por una enorme escultura de un macho de cabra montés al que se ha bautizado como Silencioso. Y en silencio es como se debe disfrutar del panorama que se muestra a la vista: una postal en la que se adivinan las Coronas de Aliaga, el Alto de Pitarque o las muelas calcáreas de Cantavieja.

Órganos de Montoro

Los Órganos de Montoro
Los Órganos de Montoro. | Shutterstock

Hay que descender el Puerto de los Degollados sorteando curvas para llegar a la siguiente parada en la ruta, que es un auténtico capricho de la naturaleza. De hecho, los Órganos de Montoro, bautizados así por su peculiar forma, están catalogados como monumento natural. Son un conjunto de imponentes agujas calcáreas que alcanzan los 200 metros de altura moldeadas por la erosión del viento y del agua.

Gargantas de Valloré

Pasarelas de madera en Valloré
Pasarelas de madera en Valloré. | Shutterstock

Para visitarlas es necesario abandonar momentáneamente A-1702 y desviarse hacia Montoro de Mezquita. Desde esta pequeña pedanía parte el sendero que lleva a uno de los tesoros ocultos de la comarca: el Estrecho de Valloré. Es un profundo cortado con paredes rocosas de más de 100 metros de altura que se recorren a través de una pasarela de madera junto al Río Guadalope. Las personas más osadas tienen la opción de continuar por un tramo ascendente algo complicado para llegar a un mirador que ofrece una de las vistas más sobrecogedoras de toda la comarca.

Pitarque

Nacimiento del Río Pitarque
Nacimiento del Río Pitarque. | Shutterstock

Este diminuto pueblo esconde en sus alrededores un espacio de naturaleza salvaje, de aguas cristalinas y de silencio roto por el curso de un río que mana de la roca. Sin embargo, el Monumento Natural del Nacimiento del Río Pitarque es más que una postal o una ruta senderista, es hogar del buitre leonado y de esa cabra montesa que es emblema de la Silent Route.

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Pero el desvío hacia Pitarque merece la pena por algo más. La estrecha carretera que une la localidad con la A-1702 pasa por una sucesión de túneles excavados en la roca que dan forma a otra de las postales icónicas del la Ruta del Silencio.

Villarluengo

Villarluengo
Villarluengo. | Shutterstock

Encaramado a una roca, Villarluengo se asoma a un paisaje de montes y precipicios por los que discurre el Río Cañada. Una postal que se admira desde la carretera, aunque siempre es aconsejable dedicar un rato a pasear por sus calles empedradas, admirar su iglesia y su ayuntamiento del siglo XVI o, simplemente, a recuperar fuerzas para continuar con la ruta.

A la salida del pueblo, otro de los lugares en los que hay que fijarse en el recorrido: la Torre Gorgue. Se trata de una pequeña construcción almenada que se levantó entre los siglos XIX y XV para controlar la zona y que se alza solitaria en el paisaje.

Estrechos del Cañada

Cañada de Benatanduz
Cañada de Benatanduz. | Wikimedia

El Río Cañada es el responsable de una parte del endiablado trazado de la Carretera del Silencio. Pero es en el tramo entre Villarluengo y Cañada de Benatanduz donde más se deja ver. Aquí, el asfalto serpentea por un profundo cañón horadado por el río. Cada curva permite asomarse a ese modesto cauce y admirar los cortados que lo flanquean. El paisaje es espectacular, pero el trazado de la vía en este tramo es especialmente sinuoso, así que conviene no perderlo de vista.

Una vez que Cañada de Benatanduz ha quedado atrás, a un lado de la carretera se ve una curiosa réplica de un viejo autobús de línea que recorría la zona. Aquel vehículo estaba pintado en verde y llevaba dibujado un lagarto, de ahí su apodo: el Caimán de las Montañas. Fue, además, protagonista de un oscuro episodio. Ocurrió el 17 de febrero de 1948, cuando miembros de las guerrillas antifranquistas lo asaltaron y quemaron.

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Puerto de Cuarto Pelado

Cuarto Pelado
Cuarto Pelado. | Wikimedia

Es el final de la Ruta del Silencio, o el principio, si se decide hacerla de sur a norte. Es el lugar perfecto para tomarse un respiro después del viaje, estirar un poco las piernas y hacerse la típica foto con el cartel que señaliza la ruta. Y, si quedan ganas, se puede continuar camino hasta Cantavieja, uno de los pueblos más bonitos de Aragón.