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La Siberia extremeña, un territorio por descubrir

la siberia extremeña

En La Siberia extremeña hace frío. Tanto que, en invierno parece que el paisaje se quede congelado. Pero la visión de esta naturaleza inmóvil es tan solo un disfraz. Un tipo de ilusión que suele darse en lugares alejados de todo, pero en los que, en realidad, hay mucho que hacer. Esto es lo que sucede aquí, en este rincón de Badajoz.

Hay muchísimos lugares que ver en La Siberia extremeña, una comarca llena de vida. Encinas, alcornoques, pinos, madroños y agua, mucha agua. Una geografía que merece la pena ser explorada de punta a punta. Bastarán unos pocos pasos en el viaje para que La Siberia extremeña sea parada obligada en toda agenda sobre qué ver en Extremadura.

La Siberia extremeña y las teorías acerca de su nombre

A la vista de un mapa, resulta sencillo explicar la localización de esta región. Sin embargo, no es tan fácil aclarar el porqué de su nombre. Atendiendo al primer punto, La Siberia extremeña se ubica al noreste de la provincia de Badajoz. Un enclave privilegiado que roza Córdoba, en su parte sur, además de Cáceres, Ciudad Real y Toledo.

En cuanto al misterio de su nombre, abundan las teorías. Algunas apuntan a la posibilidad de que, en algún momento, alguien encontrase cierta similitud entre la Siberia rusa y este enclave peninsular. Un paralelismo intercontinental basado en las extensas zonas sin población. Además de por la enorme distancia existente entre los dispersos pueblos y su capital, Badajoz.

 

la Siberia extremeña
Paisaje de La Siberia extremeña. | Wikimedia

Otros apuntan a la inventiva de un embajador español que, tras regresar de un viaje por tierras zaristas, no pudo evitar compararlas. Por último, se especula con la opción de que la zona fuese destino para desterrados, al igual que su tocaya cubierta de hielo. Hoy en día es imposible afirmar con certeza cuál de estas suposiciones es la correcta. Por suerte, hay otras cuestiones más asequibles: qué visitar o qué hacer en La Siberia extremeña son preguntas de respuesta mucho más sencilla.

Notas de la historia siberiana de Extremadura

Antes de recibir su característico nombre, este paisaje de dehesas, embalses y pequeños pueblos se conocía como “Los Montes y los Lagos”. Una denominación que describe perfectamente este entorno montañoso salpicado de bolsas de agua dulce. Desde la prehistoria, sus habitantes se vincularon a la tierra, dedicándose a la caza y a la ganadería. Hoy, su impronta artística permanece prácticamente inalterada en forma de pinturas rupestres y estelas funerarias. Con la llegada de los romanos, la zona se dividió en demarcaciones administrativas correspondientes a los actuales territorios del Cerro de Cogulludo y Cerro del Cabezo. En ambas localizaciones son abundantes los  hallazgos relacionados con esta época.

El periodo de la llamada Reconquista supuso para La Siberia extremeña asumir un papel fronterizo. Por ello se construyeron distintas fortalezas en Puerto Peña, Capilla, Alcocer, etc. Enclaves defensivos que afrontaron una larga serie de pugnas por los derechos sobre territorios que pasaban de unas a otras manos. Hubo una época en la que La Siberia extremeña se mantuvo bajo la tutela de Toledo. Más tarde quedó adscrita, junto con el resto de Extremadura, a Salamanca. No fue hasta el siglo XVII cuando, por obra de los Reyes Católicos, vio la luz la provincia fiscal de Extremadura. Ya en el siglo XIX pasó a formar parte de Badajoz, al igual que en la actualidad.

Qué ver en La Siberia extremeña

La Siberia extremeña es un territorio que engloba un conjunto de lugares increíbles, muchos casi desconocidos. No acoge un turismo multitudinario y eso, sin duda, forma parte de su especial encanto. El encanto de lo salvaje. De esos lugares que te hacen sentir que estás descubriendo un precioso secreto. Naturaleza, pueblos que surgen como sorpresas sobre extensiones infinitas de terreno… Horizontes que se pierden y se encuentran, firmamentos que se encienden y se apagan, estaciones custodiadas por aves itinerantes… Hay mucho que ver en La Siberia extremeña.

Herrera del Duque, el corazón de una reserva natural

Herrera del Duque
Panorámica de Herrera del Duque. | Wikimedia

Situado en el corazón de la Reserva de la Biosfera de La Siberia extremeña, Herrera del Duque es un municipio mezcla de naturaleza y patrimonio cultural. El castillo, del siglo XV, enclavado en lo alto de Sierra Chamorro, vigila el pueblo. Funcionó como perfecto feudo de la familia Sotomayor, aunque la primera propietaria fue la Orden de Alcántara. Hoy todavía se aprecia el porte señorial de su construcción. Abajo, tras visitar la plaza de España y su fuente, del siglo XVIII, las calles ofrecen un momento de descanso en una de sus numerosas terrazas. Conocer la gastronomía de la zona ocupa también los primeros puestos en el listado de cosas que hacer en La Siberia extremeña.

Un remojón en la playa de Peloche

Enclavada también en la zona de la reserva, la playa de Peloche es una hermosa zona de baño  en la que disfrutar de largas jornadas estivales. Aunque esta orilla del río Guadiana cuenta con muchos más atractivos. Se encuentra comunicada con Herrera del Duque a través de un carril bici. Un camino perfecto para los aficionados a la ornitología o, simplemente, para dar un agradable paseo rodeados por la naturaleza.

Playa de Peloche
Playa de Peloche. | Shutterstock

Desde aquí existen también diversas rutas de senderismo que conducen hasta los pisos más altos de la región. Desde los 407 metros del Cerro de la Barca, los 601 del Collado de los Alguaciles, o los más de 700 del Cerro Paniagua. Pero, además del turismo activo (deportes acuáticos, escalada, cicloturismo…), la tranquilidad y el aire puro que se respiran son un incentivo por sí mismos.

Huellas de la Edad de Hierro en el dolmen de Valdecaballeros

 

Dolmen de Valdecaballeros
Dolmen de Valdecaballeros. | Wikimedia

El dolmen de Valdecaballeros es uno de los lugares más especiales que visitar en La Siberia extremeña. Una perfecta excursión para los que pasan el día en la playa de Peloche o visiten el embalse de García de Sola. Pues, en una cercana colina, al este del municipio de Valdecaballeros, se encuentran el dolmen, sombreado por olivos silvestres.

Se estima que fue construido entre los siglos IV y II a. C. Una antigüedad que sorprende cuando se visita, ya que la cámara y el corredor, de unos 10 metros, todavía se conservan. Incluso, fijándose bien, se aprecian pequeñas grabados y lo que parecen restos cromáticos. Próximo también se halla el castro del cerro de la Barca, de la Edad de Hierro. Pinceladas, en el paisaje, de los más antiguos habitantes siberianos.

Las ruinas romanas de Lacimurga

Lacimurga
Restos de la Villa romana de Lacimurga. | Wikimedia 

Sobre el cerro del Cogolludo se asientan las ruinas del que fue un asentamiento estratégico sobre el río Guadiana, en Navalvillar de Pela. Un lugar de comunicación entre Andalucía y la Meseta que fue ocupado desde la época prerromana hasta bien entrado el medievo. La visita está cargada de sorpresas, empezando por las distintas edificaciones que lo pueblan. Pueden encontrarse desde estructuras con fines termales hasta restos amurallados que circundan un posible edificio público, viviendas o almacenes. Además, el paisaje es igualmente sorprendente. La visión del puente del Cogolludo, al que se accede a través de un túnel horadado en la roca, es una fotografía mental inolvidable.

Embalse de la Serena: calma y ornitología

Sobrevolado por águilas perdiceras y cigüeñas, el embalse de la Serena y sus alrededores conforman un maravilloso paisaje que ver en Extremadura. El terreno es suave y ondulado. Aquí y allí pastan ovejas merinas negras, ganadería ovina típica de la tierra, responsables del delicioso queso de la Serena. El cielo se refleja sobre el río Zújar. Atardeceres y amaneceres son delicadas variantes que acarician la lámina de agua.

Embalse de la Serena
Paisaje del embalse de la Serena. | Shutterstock

El entorno se ha declarado zona de interés comunitario, además de ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves). El paraje se enclava en la costa interior de La Siberia. Casi 40 kilómetros de travesía en coche que transcurren bordeando grandes extensiones de agua dulce y paisajes de cuento. Desde la playa de Costa Dulce, pasando por Orellana, hasta al paraje de El Chorrillo. Desde aquí, una vez se deja atrás Cogolludo se accede a Esparragosa de Lades y, finalmente, a Puebla de Alcocer. Principio, final y recorrido son una maravilla.

Castillo de Puebla de Alcocer, ecos templarios en La Siberia extremeña

El castillo de Puebla de Alcocer, apenas a dos kilómetros del centro de la localidad, ejerce como vigilante de La Siberia extremeña. Persiguiendo las huellas de los templarios, se llega a lo alto de un cerro, donde la fortaleza se conserva, robusta, dominando el horizonte. Las murallas, alzadas sobre roca viva, pueden pasearse imaginando lances de espadas y caballeros.

Castillo de Puebla de Alcocer
Castillo de Puebla de Alcocer. | Shutterstock

Al final espera la torre del Homenaje, convertida hoy en un mirador único desde el que contemplar el pueblo diseminado alrededor del castillo. El fantasma de Agustín Luengo Capilla, “El Gigante Extremeño”, recorre sus calles, tal y como hizo en vida, dirigiendo a los viajeros hacia su museo. Lejos, se percibe la calma del embalse de La Serena. Y, en todas partes, ocasos eternos coloreando el cielo.

Masatrigo, la rotonda más grande de Europa

En medio del Embalse de la Serena se alza una montaña. Una elevación de fácil ascenso de unos 400 metros de altura. Masatrigo es famosa no solo por su belleza, sino por ser la rotonda más grande de España. A su alrededor discurre una carretera que la circunda por completo.

Cerro de Masatrigo
Panorámica del cerro de Masatrigo. | Shutterstock

La imagen parece sacada de un fotograma cinematográfico. De cine es también el paisaje que puede apreciarse mientras se asciende. Miradores y rutas de senderismo colocan al visitante en primera fila de un auténtico espectáculo de la naturaleza. Flotan ecos de leyendas templarias alrededor de esta montaña mágica que visitar en La Siberia extremeña.

Playa de Orellana, la primera bandera azul en una playa de interior

Orellana
Atardecer sobre Orellana. | Shutterstock

El agua es un elemento omnipresente en La Siberia extremeña. La playa de Orellana es un ejemplo más. Una preciosa zona lúdica y de baño, totalmente equipada. Motivo por el que ha sido distinguida con la primera bandera azul concedida a una playa de interior. Merenderos, práctica de deportes náuticos y un bonito paseo completan el escenario perfecto para pasar un tiempo en familia. Ya en el pueblo, una visita al palacio de los Altamirano, del siglo XV, pondrá la guinda histórica a un día que siempre puede alargarse hacia el próximo destino.

Talarrubias: mezcla de estilos artísticos y una cueva

Paisaje de Puerto Peña en Talarrubias
Paisaje de Puerto Peña en Talarrubias. | Shutterstock

El encantador pueblo de Talarrubias guarda una auténtica joya patrimonial. Justo en medio de su plaza se alza la Iglesia Parroquial de Santa Catalina de Alejandría. Una asombrosa mezcla de estilos mudéjar, gótico y renacentista. Asimismo, esta localidad custodia, en sus alrededores, verdaderos tesoros naturales. Entre ellos, la playa de Puerto Peña. Tomando el camino hacia la presa de García Sola, se llega también a la cueva de la Mora, un lugar con unas preciosas vistas panorámicas de la zona.

Concluye aquí el listado de destinos que ver en La Siberia extremeña. Aunque podría seguir hasta el infinito, sumando la Peña del Águila, los pinos y eucaliptos de Cíjara, la miel de Fuenlabrada de los Montes… Municipios encantadores, calles empedradas, bellos artesonados y típicas mamposterías. Un viaje de  sorpresas que merecen ser compartidas ante una mesa, mezclando el aroma de la gastronomía típica con el sabor de los recuerdos. Escarapuche, pan de leña, vino Ribera del Guadiana…Endulzado todo con unos canutillos de azúcar o rosas de miel… Hay mucho que visitar, mucho que hacer y mucho que saborear en La Siberia extremeña. Tapizada de patrimonio y naturaleza, es historia viva que ver en Extremadura.