Construido sobre una de las geografías más privilegiadas de toda la provincia de Cádiz, Algodonales es uno de esos pueblos de España que atrapa y enamora a todos sus visitantes. En el corazón de la popular Sierra de Líjar, este pueblo cuenta con una de las mayores superficies de la zona, siendo vecino de la también conocida villa Zahara de la Sierra. Este pueblo no es solo famoso en Andalucía, sino también en todo el país ya que, debido a sus relieves y su desnivel, constituye un lugar ideal para realizar deportes de aventura como el parapente.
La historia de Algodonales
No se trata ni mucho menos de uno de los pueblos más antiguos de la provincia de Cádiz, pero la historia y el origen de Algodonales lo hace posicionarse, sin duda, como uno de los más interesantes que visitar. Surgió en torno a la riqueza que emanaba de la tierra en comparación al resto de villas de la zona. Los primeros habitantes que fundaron Algodonales eran gentes de Zahara que, en un periodo de sequía y escasez, se dieron cuenta que en esa zona siempre había agua y la tierra era fértil. Fue por eso que decidieron trasladarse y fundar esta villa.
Con la llegada del ejército de Napoleón, en 1810, Algodonales fue incendiada y saqueada por los soldados, pero se tiene constancia de la resistencia que ejercieron sus habitantes durante años. A pesar de todos los baches que ha tenido que sortear, este pueblo con encanto ha sabido conservar un increíble patrimonio con iglesias de hace siglos, restos de cuevas prehistóricas y una curiosa ruta de las fuentes que atrae cada año a cientos de turistas rurales.
Aunque es una villa habitada desde mediados del siglo XVI, los primeros restos de actividad se encuentran muchos siglos antes. Fruto de ello se conservan a tan solo unos kilómetros del centro los yacimientos arqueológicos de las cuevas de Santa, Chamusquina, Castillejo y el Cerro de la Botinera.
La Iglesia de Santa Ana, la joya del pueblo
Uno de los puntos neurálgicos de todo el pueblo, donde se concentra toda la vida y actividad, es la Plaza de la Constitución. Allí se encuentra uno de sus grandes tesoros arquitectónicos: la iglesia parroquial de Santa Ana. Esta iglesia pertenece a un estilo gótico tardío, aunque tiene aportaciones posteriores neoclásicas que la convierten en un templo misceláneo muy interesante. Además, su torre de casi 40 metros de alto se puede ver desde cualquier parte de Algodonales. Podría decirse que forma parte de su silueta.
Planes cerca de Algodonales
Ruta de las fuentes, un imprescindible
El agua y la fertilidad de las tierras fue lo que atrajo a los primeros visitantes de Algodonales. A día de hoy, sigue siendo uno de sus grandes atractivos, ya que el pueblo forma parte de una ruta de hasta 12 fuentes que están repartidas por el centro de la ciudad y alrededores. Estas fuentes de agua potable son un gran atractivo para muchos turistas y se han acabado convirtiendo en una parada imprescindible. Sobre todo la Fuente de Algarrobo, ubicada en el centro de la ciudad.
Turismo activo
Algodonales es un lugar que parece diseñado para practicar deportes de vuelo como el parapente o el Ala Delta, llegando a celebrarse competiciones anuales. La altura del pueblo y su terreno lleno de riscos y desniveles hacen que el viento sople con fuerza, haciendo volar a todos los apasionados de los deportes de aventura. Al estar ubicado en plena Sierra de Líjar, cuenta también con un gran número de rutas y senderos. Todos los amantes de la naturaleza y las caminatas tienen una gran lista donde elegir, aunque alguno de los senderos más famosos son el Sendero de los Nacimientos y el ya citado Sendero de las Fuentes.
Perderse en los pueblos blancos más bonitos
Además, a tan solo 10 minutos en coche desde Algodonales se encuentra uno de sus pueblos vecinos más famoso y popular, Zahara de la Sierra. Este lugar, cuyos habitantes fundaron la villa de Algodonales, entra dentro de la aclamada ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz y cuenta con un embalse que proporciona una vista panorámica privilegiada. Otro de los pueblos cercanos que merece la pena visitar es la villa de Gastor, a poco más de 9 kilómetros de Algodonales. Este pueblecito formado por callejuelas en pendiente y casitas blancas tiene un encanto especial.
Algodonales, con todo esto,es un claro ejemplo de cómo la tierra y el entorno rural pueden marcar la diferencia y posicionar a una pequeña población en el plano nacional.
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