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11 piscinas naturales de Aragón, un oasis en las olas de calor

Las mejores piscinas naturales de Aragón

Combatir la ola de calor es difícil, pero es posible en lugares como las mejores piscinas naturales de Aragón. Ante la ausencia de playas, estos parajes del interior de España permiten una escapada refrescante en lugares de ensueño. Rincones aptos para todos los gustos repartidos por toda la comunidad aragonesa que convierten un sofocante verano en un episodio apasionante.

Piscinas naturales de Aragón, para escapar de las altas temperaturas

Salto de Bierge

Salto de Bierge
Salto de Bierge. | Shutterstock

Es uno de los parajes más populares y se ubica en la localidad de Somontano de Barbastro, en Huesca. Extensas zonas arboladas en las que disfrutar de aguas cristalinas emplazadas en un paraje idílico. En ella destacan dos piscinas naturales separadas por un salto de agua. A escasa distancia se encuentra el pueblo de Rodellar, lugar de referencia para practicar deportes de aventura como el barranquismo. El salto de Bierge es una opción perfecta dentro de las mejores piscinas naturales de Aragón.

Piscinas naturales y pozas de Beceite

Pozas de Beceite
Pozas de Beceite. | Shutterstock

Alojada entre pozas y ríos, la ciudad medieval de Beceite es un lugar privilegiado para los bañistas. Entre sus múltiples opciones destacan las piscinas naturales de L’Assut y las pozas de La Pesquera. Se trata de un pequeño paraíso de aguas turquesas y parajes naturales rodeados de abruptos escarpes. Sus inmediaciones incluyen interesantes rutas de senderismo, como la ruta de El Parrizal, un serpenteante sendero de puentes de madera que atraviesan bosques y montañas.

Pozo Pigalo

Cerca de la localidad de Luesia, en Zaragoza, se encuentra uno de los mayores atractivos del río Arba. Una amplia poza de aguas claras ubicada entre un mar de pinares y protegida por elevados muros de piedra estratificada. Las rutas acuáticas disponibles permiten descubrir rincones ocultos para perderse, como la poza de Santa María. Un lugar menos concurrido, ideal para aquellos que adoran la intimidad.

Embalse de Mequinenza

Embalse de Mequinenza
Embalse de Mequinenza. | Shutterstock

Este paraíso ubicado en el límite entre Huesca y Zaragoza deleita a los visitantes con imágenes de gran belleza. Su enorme extensión le otorga el título de “mar de Aragón”, por lo que ofrece infinidad de actividades y deportes acuáticos. Sus orillas ofrecen al público puestas de sol inolvidables y barrancos tapizados por bosques de ribera. El embalse de Mequinenza también cuenta con un interesante legado cultural. Sus inmediaciones incluyen numerosos yacimientos arqueológicos, mausoleos romanos y pinturas rupestres. Una parada obligatoria que nunca decepciona.

Barranco D’Os Lucás

Cascada de Os Lucas
Cascada Os Lucás. | Juanperezgargallo, Wikimedia

Corresponde a uno de los paraderos más maravillosos del valle de Tena, apenas a 2 km de la localidad de Orós Bajo. Un rincón de aguas cristalinas protegido por altos muros de roca donde el agua erosiona la montaña dotándola de caprichosas formas. En invierno, los barrancos se cubren de lágrimas de hielo otorgando a las rocas un melancólico y mágico magnetismo. Una de las piscinas naturales de Aragón más versátiles, que garantiza unas vacaciones bien disfrutadas.

Azud de San Marcos

Tan solo a 3 km de Pozán de Vero, atravesando bosques que lindan el cauce y acogedores huertos, se ubica el azud de San Marcos. Una interesante ruta de senderismo separa la localidad oscense de este rincón paradisíaco. La ruta de los Azudes incluye numerosas zonas de baño para pasar una tranquila velada en plena naturaleza. Además de su evidente atractivo paisajístico, posee rescoldos de una época medieval plasmada a través de un puente en forma de “lomo de asno”.

Salto de la Portellada

Salto de la Portellada
Salto de la Portellada. | Shutterstock

Este pequeño oasis de enorme atractivo se emplaza en el afluente del río Matarraña, en pleno territorio turolense. Con una impresionante cascada de 20 metros de altura, es uno de los destinos más llamativos de la provincia. Sus aguas cristalinas y su privilegiado emplazamiento protegido por escarpes rocosos en forma de medialuna lo convierten en un espacio íntimo y exclusivo. Entre sus desniveles pueden hallarse acogedores recovecos desde donde observar la retaguardia de la cascada y protegerse de las miradas indiscretas.

Embalse de Valbona

Embalse de Valbona
Embalse de Valbona. | Shutterstock

Puede llegarse al embalse a través de una ruta sencilla a 3 km de distancia de la comarca Gúdar Javalambre, en Teruel. Dispone de amplias zonas con vegetación y parques infantiles. Este embalse constituye una parada ideal para los practicantes de deportes acuáticos, rutas en bici o los aficionados a la pesca. Sus atractivos edificios religiosos del siglo XIV, como la iglesia de San Antonio Abad, permiten trasladarse a una época de esplendor en el arte medieval.

Pozas de Belsué

Las pozas de Belsué constituyen una armonía perfecta entre aguas cristalinas y una agradable temperatura. Estos rincones naturales ubicados en el río Flumen constituyen uno de los destinos más concurridos de la región. Las diferentes profundidades de sus pozas y sus aguas tranquilas son ideales para ir con niños. El cauce del río permite una ruta serpenteante repleta de misteriosos rincones donde pasar una agradable velada.

Termas del embalse de Yesa

Embalse de Yesa
Embalse de Yesa. | Shutterstock

Cerca de la localidad aragonesa de Escó, en la provincia de Zaragoza, se encuentran las termas del embalse de Yesa. Un destino único disponible sobre todo a partir de los meses de septiembre y octubre. Durante esas fechas, el nivel del agua permite bañarse en una acogedora piscina termal rodeada de las ruinas de un balneario romano. Es indescriptible la satisfacción que ofrece un baño entre ruinas, que evoca el alma hacia épocas pasadas plagadas de tradición e historia. Una opción extraordinaria para disfrutar de una de las mejores piscinas naturales de Aragón.

Pozo de los Chorros

Se trata de una de las piscinas naturales más cercanas a la localidad de Belchite, a la que no puede accederse con facilidad. Hallar el pozo de los Chorros constituye una aventura con una grata recompensa final. Un paisaje secreto oculto entre las rocas de placenteras aguas que recompensan a los espíritus aventureros que se atreven a buscarlas. Una vez en sus orillas, una estrecha ruta permite acceder a la parte alta desde la que los bañistas se lanzan al agua. Se trata de un reto para personas con espíritu guerrero que no tengan miedo a las alturas.