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Las mejores rutas para conocer la Montaña Palentina

Las mejores rutas para conocer la Montaña Palentina

Altas montañas, valles glaciares, profundos cañones y bosques singulares visten el norte de la provincia de Palencia. Allí se descubren paisajes que a veces son de vértigo y a veces de fantasía. Paisajes en los que el arte se funde con la naturaleza de forma magistral o en los que todavía es posible seguir las huellas del oso pardo o el urogallo. Es el Parque Natural Montaña Palentina, un lugar donde cada ruta y cada sendero guardan una sorpresa.

Rutas para recorrer la Montaña Palentina a pie o en bici

El Pozo de las Lomas y su circo glaciar

Pozo de las Lomas
Pozo de las Lomas. | Shutterstock

Las imponentes Agujas de Cardaño flanquean una pequeña laguna de aguas gélidas. El Pozo de las Lomas, en la zona de Fuentes Carrionas, es uno de los rincones más emblemáticos de la Montaña Palentina.

Llegar hasta allí requiere de un pequeño esfuerzo, puesto que son 12 kilómetros de ida y vuelta con un notable desnivel. Pero seguir el valle que hace miles de años excavó la lengua de hielo de un glaciar es un regalo para los sentidos, sobre todo para la vista, puesto que los paisajes que acompañan en todo el camino son espectaculares.

La Senda de Ursi, arte y naturaleza de la mano

 

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Ursicino Martínez, “Ursi”, fue un escultor que nació en el corazón de la Montaña Palentina y que amó profundamente estas tierras. La localidad que le vio nacer, Villabellaco, es uno de los puntos de partida de un sendero circular de 11 kilómetros que permite sumergirse en esos paisajes que recorría en busca de paz y de inspiración. Por ello no podía ser una ruta cualquiera. El camino está salpicado de esculturas de diferentes artistas que se integran en el entorno y sirven de homenaje póstumo a Ursi.

La Senda del Oso, un resumen de la Montaña Palentina

Macizo de Curavacas
Macizo de Curavacas. | Shutterstock

Cervera de Pisuerga es uno de los pueblos más bonitos de la Montaña Palentina, una de las tres cabeceras de la comarca y punto de partida para una de las rutas más conocidas y completas del parque natural, la del oso. En sus 13 kilómetros de recorrido se alternan la vegetación de ribera del cauce del Pisuerga y densos robledales, se puede hacer parada para dejarse seducir con las aguas del Embalse de Requejada o admirar las crestas de la Peña de Oso, las Peñas Negras o el Macizo de Curavacas. En definitiva, un buen resumen de lo que es la Montaña Palentina.

La fotogenia de la Cascada de Mazobre

Cascada de Mazobre en la Montaña Palentina
Cascada de Mazobre en la Montaña Palentina. | Shutterstock

La Montaña Palentina tiene picos que superan con creces los 2000 metros. Uno de ellos es el Pico Espigüete. A sus pies discurre el arroyo Mazobre, que en su recorrido se precipita en la cascada más alta de Palencia.

La ruta para llegar hasta ella son 6 kilómetros, aunque es bastante accesible. Si quedan ganas de más, siempre se puede ascender al Espigüete, una ruta bastante más técnica, aunque con unas vistas espectaculares. Y cuando el día está claro, aún espera una sorpresa añadida, ya que desde la cumbre se llegan a ver los Picos de Europa.

Tejeda de Tosande, un lugar de cuento

Tejeda de Tosande
Tejeda de Tosande. | Shutterstock

Adentrarse en la Tejeda de Tosande es como hacerlo en un escenario de fantasía. Es, además, un espacio que muestra la enorme biodiversidad de la Montaña Palentina.

Los tejos son árboles jurásicos de aspecto algo fantasmagórico que aquí cuentan con uno de sus últimos reductos en España. La ruta para contemplar esta maravilla son 10 kilómetros que discurren entre robles y hayas, especies mucho más habituales en los paisajes de la zona. No puede faltar en el camino un mirador que ofrece unas magníficas vistas.

Rutas para descubrir la Montaña Palentina con niños

Las formas imposibles de Las Tuerces

Las Tuerces
Las Tuerces. | Shutterstock

Uno de los paisajes más singulares de la Montaña Palentina son Las Tuerces, una meseta elevada de origen kárstico en la que la erosión ha moldeado las rocas hasta darles forma de arcos, de setas o incluso de animales. Es un pequeño laberinto pétreo que despierta la imaginación de grandes y pequeños.

De ahí se puede llegar al Cañón de la Horadada, con escarpes magníficos que son hogar del imponente buitre leonado. Ambos lugares pertenecen a Las Loras, Geoparque de la Unesco por su enorme interés geológico.

La Senda del Bosque Fósil y la Senda del Roblón, historia de la Montaña Palentina

Roblón de Estalaya
Roblón de Estalaya. | Miguel Ángel García, Wikimedia

El Bosque Fósil es una lección de historia en vivo, el recuerdo de lo que hace millones de años era la Montaña Palentina. A él se puede acceder siguiendo un pequeño sendero de apenas 3 kilómetros que discurre entre prados y robledales. La sorpresa espera al final y no es otra que una antigua explotación minera a cielo abierto que sacó a la luz un bosque petrificado, un tesoro que tiene 300 millones de años.

No muy lejos se puede seguir otra pequeña ruta, la Senda del Roblón. Son 4 kilómetros que permiten saludar a un ejemplar legendario, el árbol más querido toda la comarca. Es el Roblón de Estalaya, un roble con más de 5 siglos de vida y uno de los habitantes más ancianos de la Montaña Palentina. Con sus más de 17 metros de altura y 10 de perímetro en su base, no le pasará a nadie desapercibido.

Rutas en coche por la Montaña Palentina

Descubriendo el románico palentino

Iglesia de Moárves de Ojeda
Iglesia de Moárves de Ojeda. | Shutterstock

Palencia es sinónimo de románico y algunas de las más bellas construcciones de este estilo se esconden en la Montaña Palentina. Una ruta por el románico del norte de la provincia permite descubrir joyas como el Monasterio de Santa María la Real en Aguilar de Campoo, el de San Andrés de Arroyo en Santibáñez de Ecla o el de Santa María de Mave. Más modestas, pero no menos hermosas, son las iglesias de Moárves de Ojeda, de Perazancas o Revilla de Santullán.

Una ruta por los pantanos del norte de Palencia

Embalse de Ruesga
Embalse de Ruesga. | Shutterstock

El Parque Natural Montaña Palentina está salpicado de embalses rodeados un entorno de ensueño. Son masas de agua pequeñas, pero que encierran una gran riqueza natural. Conocerlas es conocer también una parte de la esencia de una comarca en la que el agua es una de sus razones de ser.

Es la P-210 la carretera que sirve de nexo para descubrir los embalses de Camporredondo, de Compuerto, de Ruesga, de Requejada y de Aguilar, el más grande de la provincia. Desde cualquiera de ellos se descubren estampas idílicas con las montañas palentinas reflejándose en sus aguas. Aguas en las que, por cierto, en algunos casos es posible darse un chapuzón e incluso practicar deportes acuáticos.

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