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10 paisajes alienígenas para viajar a Marte sin salir de España

10 paisajes para viajar a Marte sin salir de España

A lo largo y ancho del planeta hay entornos tan insólitos que, en su imposibilidad tangible, parecen estar engañando a la vista. Son lugares que transportan a mundos lejanos, a decorados de ciencia ficción que desafían las leyes de la física entre naves espaciales y disparos láser. Hoy nos enfundamos un traje de astronauta imaginario y partimos para caminar sobre paisajes que parecen pertenecer a Marte, pero sin salir de España.

Un viaje espacial para pasear por Marte en los confines de España

El Parque Minero de Riotinto

Parque Minero de Riotinto
Parque Minero de Riotinto. | Shutterstock

Nuestra travesía a través de las estrellas comienza en la provincia andaluza de Huelva, en el municipio de Minas de Riotinto. Esta zona cuenta con una larga tradición minera que se remonta a la época romana, pero a lo largo de la historia ha sido explotada por diferentes manos, que incluyen actividades de extracción árabes y británicas. Al fin y al cabo, es la gran concentración de minerales la que dota a este paisaje de las intensas tonalidades rojizas que lo caracterizan.

En este caso, cuando hablamos de visitar el planeta rojo, lo hacemos siguiendo los pasos de toda una autoridad en el ámbito espacial. Y es que la mismísima NASA ha utilizado el Parque Minero de Riotinto para llevar a cabo experimentos relacionados con la exploración de Marte.

Las minas abandonadas de Mazarrón

Minas de Mazarrón
Minas de Mazarrón. | Shutterstock

La plata, el plomo y el zinc son algunos de los minerales que se extraían antiguamente en estas minas situadas al sur de Murcia. Su abandono a finales de los años sesenta dejó como legado una serie de solitarios edificios y grutas en las que se realizaban las labores de minería. También los romanos perforaron este entorno, y aún se pueden hallar restos de sus excavaciones.

Una visita a las minas de Mazarrón implica adentrarse en un cuadro de tonos ocre, amarillos y rojizos que nada tiene que envidiar a las vistas de Marte. Un telón con carices postapocalípticos que permiten caminar entre ruinas, estructuras oxidadas y masas de agua de un rojo intenso.

El paisaje de Las Médulas

Las Médulas
Las Médulas. | Shutterstock

Todo parece indicar que la intervención romana tiene una extraña influencia en la formación de escenarios que parecen sacados de una producción de George Lucas. Lo cierto es que, aunque pueda resultar difícil de creer, la asombrosa postal de Las Médulas, en la provincia de León, fue concebida por la extracción de oro llevada a cabo por el imperio más famoso de la historia. De hecho, se la considera la mina de oro a cielo abierto más grande del Imperio Romano.

El gran valor de este entorno paisajístico tampoco ha pasado por alto. Así, ostenta los títulos de Bien de Interés Cultural, Monumento Natural, Espacio Cultural y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Explorar este espacio excepcional es posible gracias a las numerosas rutas y los senderos que permiten viajar a galaxias muy, muy lejanas en un abrir y cerrar de ojos.

La Rambla de Barrachina

Rambla de Barrachina
Rambla de Barrachina. | Shutterstock

A no más de 10 minutos en coche desde Teruel encontramos un portal a otro planeta en forma de altos precipicios de color ocre. Una pared de vertiginosos cortes verticales modelada por la erosión del viento y el agua.

Un recorrido circular de unos 10 kilómetros nos acerca a un paisaje extraordinario donde la paleta de colores recuerda a un árido desierto y los buitres observan desde los barrancos. Una expedición de vértigo a la que conviene acudir con buen calzado y la cámara de fotos totalmente cargada.

Las Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra

Las Cárcavas
Las Cárcavas. | Shutterstock

Suelen conocerse por su cercanía con Madrid, que se encuentra a poco más de una hora en coche, pero en realidad se encuentran en la provincia de Guadalajara. Las Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra, también conocidas llanamente como Las Cárcavas, no podían faltar en este viaje por tierras marcianas.

Este monumento natural genera un fascinante laberinto de formas anaranjadas y puntiagudas que se ha convertido en una escapada popular desde la capital de España. La tierra arcillosa que se puede apreciar en ellas ha sido esculpida por las lluvias y el agua hasta adquirir un aspecto extraterrestre que no deja de asombrar a quienes lo presencian por primera vez. Sin duda, es un lugar que invita a perderse en sus rutas y capturar panorámicas de otro planeta.

Los Aguarales de Valpalmas

Aguarales de Valpalmas
Aguarales de Valpalmas. | Shutterstock

A los Aguarales de Valpalmas se los ha llegado a comparar con la Capadocia de Turquía, y no es difícil detectar las similitudes entre ambos paisajes. El equivalente de España se sitúa en la comarca zaragozana de las Cinco Villas, en Aragón. De forma similar a Las Cárcavas, sus formaciones geológicas de material arcilloso responden a la continuada erosión del agua, en un curioso fenómeno conocido como piping.

El resultado es un paisaje único compuesto por columnas conocidas como «chimeneas de hadas». Barrancos, alfileres y recovecos imposibles componen un recorrido que podría figurar en una space opera de alienígenas y civilizaciones futuristas.

Las Bardenas Reales de Navarra

Bardenas Reales
Bardenas Reales. | Shutterstock

El Parque Natural y Reserva de la Biosfera de Bardenas Reales, que también se conoce como las Bardenas Reales o simplemente las Bardenas, se encuentra en el Valle del Ebro y marca el limite entre Navarra y Aragón. Comprende una extensión de 41 845 hectáreas de semidesierto que no dejan de cautivar a las cámaras.

Barrancos, cerros y mesetas sobrecogedoras resguardan las formas surrealistas que la erosión del agua y el viento ha esculpido de manera natural. Asimismo, las aves rapaces y esteparias sobrevuelan un paisaje de película que irremediablemente invita a fantasear con una expedición al planeta rojo.

El Parque Nacional del Teide

Parque Nacional del Teide
Parque Nacional del Teide. | Shutterstock

Las Islas Canarias, con la belleza volcánica que irradian sus paisajes, tenían que figurar obligatoriamente en esta recopilación de lugares para viajar a Marte sin salir de España. El Parque Nacional del Teide, en Tenerife, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2007, y no es para menos.

Con 3718 metros de altura, la cima del Teide se considera el pico más alto del país. Una silueta majestuosa que los atardeceres visten de un rojo intenso y preside el maravilloso espacio natural al que da nombre. En él, infinitos conos, calderas, coladas y cuevas bosquejan un asombroso cuadro que podría inspirar utopías incontables.

El Parque Nacional de Timanfaya

Parque Nacional de Timanfaya
Parque Nacional de Timanfaya. | Shutterstock

Otra isla canaria se ha ganado con creces su parada en este viaje interestelar: la siempre bella Lanzarote. Más concretamente, nos trasladamos al Parque Nacional de Timanfaya, que surgió a raíz de diferentes erupciones volcánicas en los siglos XVIII y XIX. Se extiende a lo largo de 5000 hectáreas en la costa occidental de la isla, y las postales que deja son dignas de un relato de ciencia ficción.

Más de 25 volcanes e inmensos campos de lava vírgenes esperan en el espectacular Parque Nacional de Timanfaya. En su amenazante esplendor, las Montañas del Fuego podrían encontrarse tanto en una narración de Tolkien como en el corazón de un mundo distante. En cualquier caso, visitar este entorno volcánico de dimensiones colosales no puede ser muy diferente a explorar el planeta al que da nombre el dios romano de la guerra.

El Lago Verde de Lanzarote

Lago Verde
Lago Verde. | Shutterstock

Esta aventura por parajes alienígenas concluye en un espacio inusual, también en Lanzarote. De hecho, se encuentra en el propio Parque Nacional de Timanfaya. El Lago Verde, o la Laguna de los Clicos, ofrece un panorama que bien podría pertenecer a ese entorno marciano de nuestra imaginación. Un lienzo con pinceladas verdes, rojas, negras y azules donde convergen el mar, el azufre y la tierra de un paraíso indómito de volcanes y cráteres.

Y así, con esta explosión de colores con la que nos sorprende una naturaleza rica y diversa que nada tiene que envidiar a los mundos imaginados, damos fin a este peregrinaje por las estrellas sin salir de España. A estas alturas, sobra decir que la realidad a veces supera a la ficción, que nuestro propio entorno entraña tesoros increíbles que tienden a pasar desapercibidos, y que hasta la región más pequeña y olvidada puede albergar paisajes que no cabrían en las más ambiciosas fantasías.

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