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‘La Capadocia aragonesa’, un paisaje de otro planeta

Los Aguarales de Valpalmas: un paseo por la 'Capadocia aragonesa'

A veces no dudamos en recorrer miles de kilómetros para contemplar paisajes asombrosos, auténticos caprichos de la naturaleza que nos sorprenden y maravillan a partes iguales. Pero no siempre es necesario cruzar medio mundo para descubrir lugares fascinantes, los tenemos mucho más cerca de lo que pensamos. Es el caso de ‘la Capadocia aragonesa’ o, mejor dicho, de los Aguarales de Valdemilaz o de Valpalmas, uno de los espacios naturales más singulares no solo de Aragón, sino de toda España.

Aguarales de Valdemilaz, ‘la Capadocia aragonesa’

Aguarales de Valdemilaz o de Valpalmas
Aguarales de Valdemilaz o de Valpalmas. | Shutterstock

Para descubrir los Aguarales de Valdemilaz debes dirigirte al norte de la provincia de Zaragoza, a la localidad de Valpalmas. A cinco kilómetros del casco urbano, el paisaje revela un escenario a pequeña escala de las chimeneas rocosas que han dado fama al valle de Göreme, en la Capadocia turca.

Tal vez las dimensiones sean más reducidas que las de ese “hermano mayor”, pero su belleza no lo es. Los Aguarales de Valdemilaz, o de Valpalmas, como se los quiera llamar, conforman un escenario mágico que corta la respiración a quien lo visita. Simples viajeros curiosos, fotógrafos experimentados y hasta geólogos; nadie puede resistirse a la extraña atracción que ejerce este paisaje. Un paisaje casi de otro planeta que bien podría ser escenario de películas de ciencia ficción o fantasía; no en vano, esos pináculos que le dan forma se conocen como “chimeneas de hadas”.

Una obra maestra de la erosión

Aguaral de Valpalmas
Aguarales de Valpalmas. | Shutterstock

Un terreno arcilloso, agua y tiempo, mucho tiempo, son los tres ingredientes que la naturaleza ha necesitado para moldear este singular paisaje. El fenómeno tiene un nombre muy particular: piping. Explicado de un modo muy simple, no es más que un proceso erosivo en el que pequeños flujos de agua van disolviendo la roca. Así se crean pequeñas galerías y hundimientos que dan forma a terrenos abarrancados, a cárcavas y aguarales, si utilizamos un término típicamente aragonés.

El trabajo incansable de esa erosión durante millones de años nos permite admirar un escenario casi fantasmagórico, pero indiscutiblemente atractivo. Antes de llegar a él, hay que desprenderse de cualquier idea preconcebida y dejarse llevar por las sensaciones y las emociones que despierta. Resulta difícil no dejarse seducir por las formas sugerentes de las chimeneas o incluso imaginarse a algún ser fantástico escondido entre ellas. No hace falta ser experto en geología para apreciar que lo que se abre ante los ojos es un paisaje único y especial.

Por todo ello, a los Aguarales de Valpalmas hay que ir sin prisas. De hecho, en él se encuentran dos rutas, una exterior y otra interior, para no perder detalle. En otras palabras: este lugar no se disfruta solo desde la distancia, sino que es posible pasear por su corazón mismo. Permite contemplar de cerca cómo la erosión ha moldeado sus chimeneas y los pequeños barrancos entre ellas que le sirven de drenaje cuando llueve. No faltan los carteles explicativos en este recorrido, que está balizado para preservar un espacio mucho más delicado de lo que a simple vista pueda parecer.

Cómo llegar a los Aguarales de Valpalmas

Aguarales de Valpalmas
Aguarales de Valpalmas. | Shutterstock

Llegar a los Aguarales de Valdemilaz es sencillo y no faltan las indicaciones para no perderse. El acceso se realiza por una pista que arranca de la CV-613, a medio camino entre los municipios de Valpalmas y Piedratajada. Puedes acercarte en coche, pero existe una pequeña ruta senderista desde el primero. Apenas tiene dificultad, puesto que el desnivel es mínimo y el camino está en buen estado. En dos o tres horas se puede realizar todo el recorrido. Eso sí, conviene llevar protección solar y agua porque tanto en la ruta como en los Aguarales la sombra escasea.

Un pequeño consejo para cuando regreses a Valpalmas: da un paseo por la localidad. Además de buenos ejemplos de casas solariegas de estilo aragonés o de su iglesia parroquial de San Hipólito, el pueblo cuenta con un pequeño centro de interpretación dedicado a la figura de Ramón y Cajal. El premio Nobel pasó parte de su infancia en Valpalmas, los cuatro años en los que su padre ejerció aquí de médico.

Qué ver cerca de los Aguarales de Valpalmas

Sos del Rey Católico
Sos del Rey Católico. | Shutterstock

Valpalmas se encuentra en el corazón de una comarca aragonesa de enorme valor histórico y medioambiental: las Cinco Villas. Visitarla es retroceder en el tiempo a la época medieval. Allí están las fortalezas de Sádaba y Uncastillo, localidad esta última que atesora un buen número de iglesias románicas. En Tauste, entre otros tesoros, destaca la magnífica torre mudéjar de la iglesia de Santa María. Y Ejea de los Caballeros, la capital de la comarca, además de un rico patrimonio monumental religioso, conserva restos de la antigua judería y casonas de estilo aragonés.

Mención aparte merece Sos del Rey Católico, uno de los pueblos más bonitos de Aragón. En él aún se conserva el palacio de Sada, que vio nacer a Fernando el Católico. Pero su viejo conjunto urbano es casi una lección de historia en piedra. La Plaza Mayor, la lonja, un buen número de casonas nobiliarias y la torre del homenaje del castillo, entre otras joyas, recuerdan al visitante viejos tiempos de esplendor.

No hay que abandonar las Cinco Villas sin admirar otro tesoro, en este caso natural: la Bardena Negra. Recibe ese nombre por el color oscuro que le dan los pinos carrascos que la pueblan, pero su interés medioambiental va mucho más allá. Recorrer su territorio supone descubrir una singular variedad de paisajes, entre ellos cortados rocosos que acogen especies de aves amenazadas, como el buitre leonado o el búho real.

Abandonando la comarca de las Cinco Villas y la provincia de Zaragoza, aún queda un lugar de visita obligada si el tiempo lo permite: el magnífico castillo de Loarre. Ya en Huesca, se trata del castillo románico mejor conservado de Europa, un tesoro medieval rodeado de leyendas y que en los últimos tiempos se ha convertido en escenario cinematográfico.