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Los días ya son largos y suaves. La naturaleza se viste de gala y ofrece su mayor espectáculo. Por si fuera poco, en marzo se dan cita en toda España algunas de las tradiciones más arraigadas y vistosas del calendario festivo. No importa si buscamos el estallido de color de las fiestas o la tranquilidad de los destinos con poca gente. En España, se pueden realizar excelentes viajes de Semana Santa que se adaptan a todos los gustos.
Sumergirse en las celebraciones de la Semana Santa
La intensidad con que se vive el acervo religioso de la Semana Santa es algo que define a nuestro país, un variadísimo despliegue de rituales que expresan el carácter de cada rincón. De las procesiones solemnes a las tradiciones más raras, toda España vibra durante esos días.
Cuenca, una ciudad volcada en su Semana Santa
El fervor con que se entrega toda la población y el singular escenario de sus calles hacen de Cuenca una de las ciudades más especiales para vivir la Semana Santa. De las 9 procesiones que recorren el centro, la del Camino del Calvario es seguramente la más impresionante. La madrugada del Viernes Santo, las trompetas y tambores que anuncian la imagen de Jesús dan lugar a las famosas Turbas, un espectáculo atronador que expresa como pocos la intensidad de estos días.
Zamora y la procesión de las Capas Pardas
Uno de los momentos más impresionantes de la Semana Santa en la ciudad de Zamora es la procesión de las Capas Pardas. La capa de color pardo distingue a la hermandad que hace desfilar el Santísimo Cristo del Amparo, y es en realidad una prenda tradicional de la provincia: su color evoca la tierra recién arada del campo zamorano.
Cada Miércoles Santo, a medianoche, da inicio la estremecedora procesión, una ceremonia en la que los hermanos portan un rústico farol. Avanzan al son de los instrumentos de viento, cuyos tonos fúnebres sobrecogen a cualquiera.
Pasiones catalanas
El drama sacro que representa la Pasión de Cristo es una tradición con muchos siglos de vida que en la zona cercana a Montserrat, en Barcelona, y ha alcanzado unas proporciones simplemente grandiosas.
Las representaciones más famosas son las de Esparreguera y Olesa de Montserrat, y su notoriedad ha hecho que se lleven al escenario varios fines de semana cada primavera. Los dos pueblos se movilizan enteros para dar vida a la Passió, y ambos han construido grandes teatros para albergar expresamente este formidable evento, en el que pueden llegar a participar 500 vecinos.
Viajes de Semana Santa lejos del ruido
Quien desea huir de las aglomeraciones y el bullicio tiene también mucho donde elegir, desde destinos de playa que permanecen a la espera hasta lugares que nunca reciben muchas visitas.
Ibiza sin prisas
¿Ibiza como destino tranquilo? Es posible fuera del período veraniego. Hasta el mes de junio, la isla mágica no empieza a animarse de verdad, por lo que la Semana Santa es una ocasión pintiparada para acercarse a disfrutar de las míticas puestas de sol en la Cala Benirràs o del encanto de los pueblos que la salpican. Son días excelentes para conocer Ibiza lejos del gentío habitual, con la ventaja añadida de que los billetes de avión suelen estar bastante más baratos que en verano.
Las Merindades, paz total
La comarca burgalesa de Las Merindades es el lugar óptimo si se trata de pasar unos días en un perfecto equilibrio entre atractivos naturales, esencia rural y la tranquilidad más absoluta. Algunos de estos pueblos se cuentan entre los más bonitos de toda España, como Puentedey, famoso por su impresionante puente natural de piedra, así como por su arquitectura, de la más pintoresca a la más señorial. Frías, la ciudad más pequeña de España, Oña o Espinosa de los Monteros son otras localidades ilustres que recogen toda la personalidad de la cuna de Castilla.
Los Montes Universales, dominios del silencio
Si de verdad se trata de huir de las multitudes, pasar la Semana Santa en una de las regiones más aisladas de España es la decisión más contundente. La zona de los Montes Universales, entre Teruel, Cuenca y Guadalajara, ha sido apodada la ‘Laponia española’ por sus soledades, pero está llena de tesoros. Sus pueblos se asientan en las alturas y ofrecen una desconexión absoluta. Una vez el crudo invierno ha quedado atrás, hay que pasar a ver joyas como Albarracín, o el nacimiento del Tajo y otros ríos que tienen aquí su cuna.
Disfrutar de la primavera, apoteosis de la naturaleza
La explosión de color y exuberancia que trae la época primaveral hace que la Semana Santa sea también idónea para disfrutar del aire libre.
El deshielo en Redes
El Parque Natural de Redes, en Asturias, es Reserva de la Biosfera y un verdadero santuario de naturaleza. Su relieve montañoso y accidentado, en la falda de notables cumbres, hace del deshielo primaveral un espectáculo inolvidable.
El agua mana por mil rincones y su rumor convierte en una delicia cualquiera de las numerosas rutas senderistas que recorren estos parajes vírgenes. Además de caminar en plena naturaleza, vale la pena visitar también el Embalse de Tanes o ver cómo la cueva kárstica de Devoyu hace desaparecer el río Nalón.
El piorno en flor, todo un festival en Gredos
La floración de esta planta entre marzo y principios de verano cubre buena parte de la Sierra de Gredos de un maravilloso color amarillo. Este arbusto, además, tiene un agradable olor que recuerda a la vainilla, y ha sido fundamental para los pueblos de la zona.
Desde hace unos años se le dedica un festival en la vertiente abulense de la sierra. En él participan más de 20 municipios, que suman decenas de miradores en los que celebrar la primavera y también se decoran con piorno iglesias, fuentes y todo tipo de locales, en lo que es un canto a la unión de la comunidad.
Tras los pasos de Don Quijote en las Lagunas de Ruidera
Los 15 humedales que forman el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera son un primor todo el año, pero en primavera dan lo mejor de sí. Estas lagunas, entre las provincias de Ciudad Real y Albacete, se visten con sus mejores colores durante estos meses.
Además, el espectáculo de las cascadas, como el Salto de la Redondilla, está en primavera en lo más alto de su fuerza. Normal que hasta Don Quijote pasara por este lugar, una de las mayores maravillas naturales de España.
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