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Goya y Zuloaga: dos caminos paralelos de arte e inquietudes

Goya y Zuloaga, dos caminos paralelos de arte e inquietudes

Es posible que no sea conocimiento del público general, pero son muchas las conexiones que unieron a dos de los más grandes pintores de la historia de España: Francisco de Goya (1746-1828) e Ignacio Zuloaga (1870-1945). Nunca coincidieron en tiempo, pero de alguna manera lo hicieron en espacio. Las similitudes artísticas, una vez que uno se detiene a analizar ambas obras pictóricas, también son evidentes. Incluso compartieron aficiones, muchas reflejadas en varios de los mejores cuadros de su producción.

Una primera conexión unida a la tierra

Escultura de Ignacio Zuloaga
Escultura de Ignacio Zuloaga. | Shutterstock

La primera conexión habla de la tierra y los orígenes familiares de ambos pintores. Estudios recientes han indicado que, como una curiosa coincidencia, ambos tuvieron antepasados conviviendo en el valle del alto Oria, en Guipúzcoa. Entre los siglos XVI y XVII, familiares de Goya vivieron en Zerain, mientras que los Zuloaga lo hicieron en Zegama. Hoy en día, ambos municipios están separados por un trayecto de apenas diez minutos en coche.

También hay que destacar la tradición familiar de la que proceden ambos. Mientras que en la familia de Goya convivían maestros de obras y doradores, profesión que ejerció su propio padre, Zuloaga observó de cerca al armero Eusebio Zuloaga y el damasquinador Plácido Zuloaga. De gran fama es el ceramista Daniel Zuloaga, tío del pintor. Así pues, ambas figuras aquí analizadas se criaron en sendas familias en las que el arte tenía suma importancia y valor.

De la fascinación a los caminos paralelos

Fuendetodos, lugar de nacimiento de Goya, lugar de interés de Zuloaga
Fuendetodos, lugar de nacimiento de Goya, lugar de interés de Zuloaga. | Shutterstock

Goya despertó en Zuloaga una fascinación evidente que tuvo influencia en su pintura, pero también en la propia trayectoria de su vida. Afirmaba el pintor vasco que Goya pintaba como quería, con total libertad, olvidándose del gusto del público, y eso era precisamente lo que le hacía grande. Quizá en las pinceladas de Zuloaga pueda advertirse una influencia del maestro de Fuendetodos, pero sobre todo es en su idea de la pintura donde tuvo un gran calado. Esta admiración le llevó desde bien temprano a adquirir obras de Goya, como es el caso de los retratos de la condesa de Baena.

Hablando de Fuendetodos, también en Zuloaga tuvo gran influencia el hecho de que en un pequeño pueblo de Zaragoza pudiera nacer un genio de talento inigualable, así que no dudó a la hora de conocer la tierra en la que Goya había crecido. Siendo como era un viajero incansable, Zuloaga tomó su automóvil y se dispuso a recorrer la bella tierra aragonesa. El resultado es evidente: fotografías, pinturas y diversas iniciativas que llevan su nombre han quedado grabadas en la historia. En Fuendetodos, sin ir más lejos, compró la casa natal del pintor y la rehabilitó. Hoy en día es un museo excelente para conocer sus orígenes. Como no podía ser de otra manera, la presencia de Zuloaga en Aragón tuvo a su vez una gran influencia en las generaciones venideras de pintores y artistas.

También, salvando los años que separaron a ambos artistas, compartieron aficiones. En primer lugar, los toros, interés que unido a esa fascinación por Goya ya mencionada llevó a Zuloaga a organizar personalmente las primeras corridas Goyescas de España, celebradas en 1927 y 1928. Ambos sintieron también una especial inclinación hacia la caza y los espectáculos populares. Como nunca dejaron de trabajar, estas aficiones comunes fueron bien representadas en sus respectivas obras pictóricas.

Las similitudes en su pintura

Retrato de Francisco de Goya
Retrato de Francisco de Goya. | Shutterstock

Es indudable la gran influencia que Goya ejerció sobre Zuloaga, pero, como se ha comentado, no tuvo tanto reflejo en su obra como en su manera de entender la pintura y los senderos que terminó recorriendo. En los cuadros de Zuloaga pueden advertirse influjos de otros maestros, como Diego Velázquez, pero lo que sobre todo hizo fue construir un estilo muy personal en el que la figura humana ocupaba un protagonismo absoluto. De nuevo esa conexión con Goya, pues como él buscó transmitir la vida interior de aquellos a quienes retrataba. No hubo nunca un intento por parte de Zuloaga de imitar las formas de Goya: solo una misma concepción de la pintura. Y quizá algún homenaje, pues en retratos como Doña Rosita puede verse un vínculo con La maja desnuda.

También fueron próximos en cuanto a los personajes cuya vida les interesaba capturar, siempre reflejando con dignidad a quienes posaban para ellos. Las desigualdades sociales y las guerras que ambos tuvieron que sufrir, cada uno en su siglo, estuvieron presentes en su pintura. Ambos se sintieron próximos, además, a los sectores oprimidos y marginados de la sociedad de su tiempo. El fuerte carácter que poseían, su alma inquieta y su implicación con estas realidades pueden advertirse en las pinceladas de sus retratos.

Zuloaga, Goya y Aragón: la fuerza del carácter

Puede concluirse que, a pesar de haber vivido en épocas dispares, los caminos de Goya y Zuloaga, sus inquietudes e intereses, siguieron de alguna manera caminos paralelos que merece la pena descubrir y disfrutar. En este sentido, la exposición Zuloaga, Goya y Aragón: la fuerza del carácter es una visita obligada, pues explora de manera pormenorizada estos y otros detalles de ambos pintores.

Desde el 6 de octubre de 2022 hasta el próximo 8 de enero de 2023, la Lonja de Zaragoza, ubicada en la plaza del Pilar, reúne en una sola exposición muchos elementos que los conectan. Obras, historias y objetos que añaden valor a esta serie de coincidencias entre el maestro de Fuendetodos y el “último gran maestro de la Escuela española de pintura”, como la crítica francesa de su tiempo llamaba a Zuloaga. Señalándole, por cierto, como el heredero de Goya.