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Maravillas de la Comunidad Valenciana que hay que ver al menos una vez en la vida

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Un paisaje moldeado desde tiempos remotos por el ser humano. Al mismo tiempo, reductos de naturaleza donde reconectar con la tierra. Y, por supuesto, el mar, la luz del Mediterráneo que baña las tres provincias de la Comunidad Valenciana, una de las zonas más privilegiadas de España en cuanto a clima, patrimonio y lugares especiales. Aquí va una selección de esas maravillas de la Comunidad Valenciana que todo el mundo debería conocer en su paso por esta tierra incomparable.

Castellón, entre la montaña y el mar

Morella, una encrucijada medieval

Morella
Morella. | Shutterstock

Enclavada entre Cataluña, Aragón y Valencia, protegida por un castillo y férreas murallas, Morella ha sido una villa de gran importancia en su zona, y el esplendor de los tiempos pasados se puede respirar todavía hoy. El testimonio más claro de ese pasado legendario es su castillo, construido aprovechando la peña rocosa, en un punto que ya estaba habitado desde muy antiguo.

Un poderoso aroma medieval tienen también las Torres de San Miguel, el acceso histórico a Morella, que son el punto culminante de la muralla medieval y que se pueden visitar. Todos estos ingredientes le dan a la población un aspecto inconfundible y el distintivo de ser uno de los pueblos más bonitos de España. Por si fuera poco el enorme patrimonio medieval de la villa, en la zona hay también pinturas rupestres declaradas Patrimonio de la Humanidad y un sinfín de senderos que se pueden recorrer para conocer mejor el privilegiado entorno natural, ya sea a pie, en bicicleta o incluso a caballo.

Peñíscola, la joya del Papa Luna

Peñíscola
Peñíscola. | Shutterstock

La maravillosa Costa del Azahar está salpicada de relieves sorprendentes y paisajes de postal, pero Peñíscola es sin duda su mayor tesoro. Una pequeña península que se adentra en el mar, con un peñón en cuya cima se alza uno de los castillos medievales más fotogénicos de España. Este castillo-palacio tiene origen templario, pero es célebre sobre todo por haber sido la morada del Papa Luna, el famoso Benedicto XIII de Aviñón que luchó desde aquí por su reconocimiento como pontífice.

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Toda la ciudad antigua está plagada de atractivos, como la curiosa Casa de las Conchas, la Porta de Sant Pere, el faro o el bufadero, pero más allá también hay mucho por ver. Vale la pena acercarse hasta el Mirador Playa Sur o el Mirador de Irta, desde el que se contempla todo este litoral lleno de calas legendarias, a los pies del magnífico Parque Natural Sierra de Irta.

Valencia, tierra de flores y luz

El esplendor gótico de Valencia

Catedral de Valencia
Catedral de Valencia. | Shutterstock

La ciudad de Valencia cuenta con algunas de las mayores joyas del arte gótico de toda España, y además muestra una arquitectura llena de carácter, como la propia ciudad. El corazón de la Valencia medieval destaca sobre todo por construcciones como la catedral, cuya Puerta de los Apóstoles es una de las mejores muestras de este estilo arquitectónico. El otro tesoro de la catedral es, cómo no, la Torre del Micalet, una obra de gran complejidad iniciada a finales del siglo XIV, y a la que se puede subir por una escalera de caracol.

Pero no solo las construcciones religiosas son impresionantes. Valencia cuenta con una de las mayores muestras del gótico civil, que además está declarada Patrimonio de la Humanidad. Se trata de la Lonja de la Seda, un edificio que por sí solo transmite la pujanza que llegó a tener la ciudad durante su Siglo de Oro. Destaca la monumentalidad que aportan las columnas del interior, que se elevan más allá de los 17 metros.

La Albufera, un paisaje esencial

La Albufera
La Albufera. | Shutterstock

Además de ser la quintaesencia de lo valenciano, el Parque Natural de la Albufera es una maravillosa síntesis de entorno natural y adaptación humana al medio. El equilibrio entre esas dos dimensiones alcanza en estos humedales una belleza poco frecuente, en que los arrozales se integran en la paz del entorno, para ofrecer luego, gracias a la magia de los habitantes, maravillas universales como la paella valenciana, que tiene aquí su lugar de nacimiento.

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Además de las marismas, en las que es posible ver embarcaciones tradicionales y aves acuáticas, el paisaje guarda también otros secretos en forma de dunas, dehesas e incluso bosques. Estamos ante la superficie lacustre más extensa de España, y cuyo mantenimiento es de por sí un monumento al ingenio humano, consistente en las llamadas «golas», canales que permiten inundar los campos y vaciarlos. En cualquier caso, el paisaje de la Albufera es de una serenidad absoluta, un rincón donde el silencio llega a expresar la cultura de toda una región.

Alicante, más allá de la Costa Blanca

Tabarca, toda una isla para admirar

Isla de Tabarca
Isla de Tabarca. | Shutterstock

Tabarca, o Nueva Tabarca, antiguo refugio de piratas en el Mediterráneo, es hoy la más pequeña de las islas habitadas de este mar, y la única de la Comunidad Valenciana. La parte poblada destaca por la muralla que la envuelve, con unas magníficas puertas de estilo barroco. Aunque los habitantes son pocos, es cierto que durante la temporada turística la isla multiplica su ajetreo. Es interesante, por esa razón, acudir fuera del verano y, si hay posibilidad, pasar al menos una noche en ella. Así se saborea mejor el ambiente de Tabarca, una joya histórica que ha llegado al presente sin perder su esencia. Más allá de la parte habitada, sin embargo, se abre otro mundo de posibilidades, y es que Tabarca también es una reserva marina, un espacio natural protegido donde realizar paseos insuperables e inmersiones llenas de color en sus aguas transparentes.

Elche y su palmeral

Palmeral de Elche
Palmeral de Elche. | Shutterstock

El enorme huerto de palmeras de Elche nos hace pensar en los árabes que una vez dominaron estas tierras. Hay, sin embargo, quien sostiene que el origen de esta maravilla es incluso más lejano, de época fenicia o romana. En cualquier caso, son las técnicas agrícolas de los árabes, como su sistema de regadío, las que fascinan aún hoy al visitante y las que le han valido la declaración como Patrimonio de la Humanidad. Este rincón único en Europa cuenta con hasta 200 000 palmeras, y es un paseo que nos sumerge en un mundo de Las mil y una noches. Este ambiente especial se extiende también por el Parque Municipal, el Huerto del Cura y la Vega del Vinalopó, porque los encantos de la ciudad van más allá del palmeral. Para completar una visita a Elche, no hay que perderse la Basílica de Santa María o la Torre de la Calahorra, del siglo XII.

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