Los pueblos más bonitos de España, uno por comunidad autónoma

Setenil de las Bodegas es una parada encantadora en la ruta por los pueblos blancos más bonitos de Andalucía. Se encuentra en la provincia de Cádiz, en un tajo formado por el Río Trejo. Sus casitas blancas y sus calles custodiadas por salientes de roca prometen un paseo inolvidable.

Las tejas rojas y las majestuosas murallas de Albarracín se expanden en un enclave natural espectacular en la provincia de Teruel. Su conjunto histórico fue declarado Bien de Interés Cultural, y sus edificios aún conservan el resplandor de tiempos pasados.

Tejeda, en Gran Canaria, fusiona el encanto de las casas blancas y anaranjadas con un sobrecogedor entorno de picos verdes. Tiene una altitud de mil metros y se encuentra en el Parque Rural del Nublo, en el interior de una caldera volcánica.

Potes se recorta contra la imponente silueta de los Picos de Europa. Pertenece a la comarca de Liébana y está atravesado por las aguas del Deva. La arquitectura tradicional y los puentes de piedra destacan en las brillantes tonalidades verdes del paisaje cántabro. 

Alcalá del Júcar se encuentra enclavado en una ladera rocosa entre su castillo y el río. Este bonito pueblo de Albacete cuenta con una red de casas-cueva y túneles que atraviesan la montaña, además de varios museos de interés que permiten conocer el pueblo desde dentro. 

Candelario, en la provincia de Salamanca, fue declarado Conjunto Histórico en 1975. Sus calles atravesadas por pendientes y escaleras de piedra le aportan un encanto muy especial que invita a caminar sin rumbo y descubrir rincones escondidos.

Con una superficie de apenas un kilómetro cuadrado, Castellfollit de la Roca deslumbra por su vertiginosa ubicación a lomos de un risco basáltico de 50 m de altura. Las tejas anaranjadas del pueblo se esparcen por esta franja alargada al borde del abismo. Este es, sin duda, uno de los lugares más sorprendentes de Girona y también uno de los pueblos más bonitos de España.

Los alrededores de la capital también están sembrados de pueblos bonitos que merece la pena visitar. Es el caso de Buitrago del Lozoya, una sorpresa medieval amurallada que se alza sobre el río que le da nombre.

Ochagavía, Otsagabia en euskera, es un pequeño pueblo con casas pintorescas en el Valle de Salazar. Su esencia pirenaica se hace notable no solo en su arquitectura, sino también en su maravilloso entorno natural, puerta de entrada a la Selva de Irati y cercano al Monte Orhi.

La comarca de Los Serranos acoge este bonito pueblo de casas blancas que descansa sobre un peñón. Chulilla cuenta con un interesante patrimonio histórico a través del cual se puede retroceder en el tiempo hasta la Edad de Bronce, aunque quizás su monumento más llamativo sea el castillo que contempla el paisaje desde las alturas. 

Lekeitio es uno de esos pueblos que respiran mar y montaña en la costa vasca. Su arquitectura colorida reluce en una pequeña bahía que enmarca la Isla de San Nicolás. Es una visita perfecta para conocer el paisaje y la tradición marinera de Vizcaya.

Jerez de los Caballeros, en la provincia de Badajoz, es un buen ejemplo de la riqueza patrimonial de Extremadura. Entre sus monumentos de gran interés histórico, destacan su castillo templario, sus murallas, la Iglesia de Santa María de la Encarnación y los restos arqueológicos que se remontan a la Edad de Bronce.

Ribadavia es un hechizo gallego en la provincia de Ourense. Lo atraviesa el Río Avia y cuenta con monumentos históricos como el Castillo de los Condes de Ribadavia y el ayuntamiento de fachada neoclásica, así como sus bonitas calles medievales.

En el punto más alto de la Sierra de Tramuntana espera Fornalutx, uno de los pueblos más bonitos de Mallorca. Es un remanso de calma que ofrece lo mejor del mar y la montaña, una combinación preciosa de calles de piedra y verdor isleño.

Cudillero también combina costa y montaña, pero esta vez con un marcado acento cantábrico. Este encantador pueblo pesquero en Asturias ofrece una visita muy agradable con casas coloridas, un puerto con sabor y lugares de interés como la Iglesia Parroquial de San Pedro o la Capilla del Humilladero.

Aledo se alza en una colina en plena Sierra Espuña. Su castillo árabe destaca en el paisaje, con una imponente Torre del Homenaje del siglo XI y una parte subterránea con túneles y pasadizos. Es la visita perfecta para pasear por calles antiguas, admirar la arquitectura del lugar y respirar historia.

A la vera de la Peña Isasa, en el margen izquierdo del Río Ruesca, la villa de Préjano descansa entre ruinas y campos. Su rico patrimonio incluye yacimientos del Cretácico, un templete romano, un castillo medieval y una iglesia del siglo XVI. Además de viajar en el tiempo en estos vestigios del pasado, merece la pena descubrir su entorno natural. Una buena forma de hacerlo es recorrer la Vía Verde de Préjano o visitar la cercana Cascada de Santiuste.