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El Castillo del Buen Amor, testigo de intrigas y romances prohibidos

El Castillo del Buen Amor

Castilla y León está salpicada de fortalezas que evocan un pasado en el que la arquitectura militar tuvo un papel decisivo. Algunas son magníficas, como el Alcázar de Segovia o el Castillo de la Mota. Otras, mucho más modestas, son conocidas por su singular historia o por haberse transformado en alojamientos en los que sentirse como reyes. Es el caso del Castillo del Buen Amor.

Retazos de la historia del Castillo del Buen Amor

Castillo del Buen Amor
Castillo del Buen Amor. | Shutterstock

El castillo se alza en la localidad salmantina de Topas. Pero es diferente a cualquier otro. En primer lugar, por su situación. Esta construcción de aires renacentistas no se encarama a un cerro como tantos otros castillos de la época. Al contrario, su silueta destaca en una inmensa llanura, rodeada de dehesas y viñedos. De ahí el impresionante foso que la rodea y que tuvo que excavarse para facilitar su defensa.

En segundo lugar, sus muros no solo fueron testigos de intrigas y estrategias militares, también de amoríos prohibidos. Son esos romances los que llevaron a bautizarlo como Castillo del Buen Amor. Pero de ellos hablaremos un poco más adelante. Antes de eso, hay que retroceder a los orígenes de la construcción, a una fortaleza de la que solo se conservan algunos restos. Sobre ella, y por iniciativa de la Casa de Alba, se levantó el actual castillo, en el siglo XV.

Pronto ese castillo pasó manos de los Reyes Católicos. Lo hizo en un momento especialmente delicado, en pleno enfrentamiento entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja por el trono de Castilla. De hecho, fue lugar de avituallamiento de las tropas de Fernando de Aragón en su camino hacia la ciudad de Toro, donde la Beltraneja tenía su corte.

Refugio de un amor imposible

Castillo del Buen Amor
Castillo del Buen Amor. | Wikimedia

En 1478, Alonso de Fonseca y Quijada, obispo de Ávila, adquirió el castillo y lo transformó. La construcción perdió así su carácter defensivo y se convirtió en una casa palacio. El motivo real de esta decisión no era solo convertirlo en su residencia habitual, sino también hacer de él una especie de nido de amor.

El obispo tenía una amante, Teresa de las Cuevas, y su intención era mantener esa relación prohibida. No es que se escondiera precisamente, pero sí al menos mantuvo ese amor imposible lejos de comentarios y habladurías. Y no solo lo consiguieron, sino que la pareja tuvo cuatro hijos que fueron legitimados por los mismísimos Reyes Católicos. Ese es el motivo por el que al castillo de Villanueva de Cañedo se le conoce como Castillo de Buen Amor.

Decadencia y resurgimiento del castillo

Castillo del Buen Amor
Castillo del Buen Amor. | Shutterstock

El final de esta historia de amor marcó el inicio de la decadencia del castillo. Después de la muerte de los amantes, nadie volvió a ocupar el castillo. De escenario romántico pasó a convertirse en almacén, y así se mantuvo durante siglos. Pero, en ese tiempo, el castillo perdió mucho más que su carácter residencial. Los habitantes de la zona encontraron en sus muros una buena cantera para construir sus casas, de modo que la muralla y la parte superior de las torres acabaron desapareciendo.

A mediados del siglo XX, la historia del castillo dio un nuevo giro, cuando lo adquirió una familia de hosteleros, los Fernández de Trocóniz. Ellos iniciaron una ambiciosa reconstrucción de la fortaleza. El objetivo era convertirlo en hospedería. Sin embargo, hubo que esperar a 2003 para que la Posada Real Castillo del Buen Amor abriera sus puertas.

Un hotel de lujo en un castillo encantado

Interior del castillo
Interior del castillo. | Shutterstock

A pesar de la envergadura de los trabajos de reconstrucción, el Castillo del Buen Amor conserva su esencia auténtica. Aquellos aposentos, escaleras y pasadizos que fueron testigos mudos de un amor prohibido se han recuperado y permiten retroceder en el tiempo. Con una diferencia: la posada está perfectamente adaptada a las necesidades modernas y cuenta con todas las comodidades imaginables. A su alrededor, además, se han plantado vides, un huerto ecológico y un laberinto vegetal que crean un marco aún más idílico, si cabe.

Pero, además de esos visitantes que van y vienen, el castillo tiene huéspedes permanentes que no son de este mundo. Hay quien ha visto a una dama vestida de blanco deambular por el interior de la posada. Y también se dice que ocurren fenómenos paranormales como llamadas desde habitaciones desocupadas o ruidos extraños.

Se conjetura que son las almas de don Alonso y doña Teresa, condenadas a vagar eternamente por el escenario de ese amor no permitido por la Iglesia Católica. Sea como sea, lo cierto es que los espíritus de los amantes forman parte de la historia y de la esencia del Castillo del Buen Amor. Para los más incrédulos, no es más que una leyenda. Para quienes sí crean en apariciones, simplemente señalar que son inofensivos.

Qué visitar cerca del Castillo del Buen Amor

Ledesma
Ledesma. | Shutterstock

Cuando un alojamiento tiene tanto encanto, no apetece salir de sus muros y aventurarse a explorar los alrededores. Sin embargo, merece la pena hacer alguna pequeña escapada para descubrir, por ejemplo, Villamayor, localidad de donde procede la piedra con la que se construyó el castillo y gran parte de los monumentos de Salamanca.

Tampoco quedan lejos de la Posada Real Castillo del Buen Amor lugares como Ledesma, declarada conjunto histórico-artístico y uno de los pueblos más bonitos de España. O como Almenara de Tormes, donde es posible recorrer un bosque encantado.

Si se dispone de algo más de tiempo, el Castillo del Buen Amor se alza en una posición privilegiada para visitar dos de las capitales de provincia de Castilla y León. Por un lado, la elegante y siempre animada Salamanca. Y, por otro, la sobria Zamora. Dos propuestas muy diferentes, pero igualmente atractivas.