En 1441 el caballero Pedro Pardo de Cela era el merino (juez y administrador del Rey) en la ciudad de Mondoñedo. Como era costumbre, negoció la dote que su esposa le iba a aportar. En éste caso se trataba de la sobrina del poderoso obispo de la diócesis de mondoñedo: Pedro Enríquez de Castro.
Isabel de Castro, esposa de Pardo de Cela, era prima de ambas pretendientes al trono. La historiografía ha venido manteniendo que su marido, el mariscal —como la mayor parte de los nobles gallegos vinculados a Portugal— se pronunció a favor de Juana la Beltraneja; aunque la reciente aparición del testamento de Pardo de Cela hace pensar que no fue así, sino que fue partidario de Isabel. Un tema que todavía no está definitivamente clarificado.
Lo cierto es que por motivos todavía no aclarados— la reina Isabel adopta una sucesión de duras medidas contra Pardo de Cela. En 1476 los partidarios de la reina deciden que el mariscal sea expulsado de la alcaldía de Viveiro. Cuatro años después los Reyes Católicos escribieron a los corregidores de Mondoñedo y de Ortigueira para que no se le deje entrar a Pardo de Cela en esas poblaciones. Aunque no hay documentos, unas medidas tan drásticas de los reyes indican que estos pensaban que el Mariscal estaba intrigando aún después de que en 1479 se firmara la paz entre Castilla y Portugal.
Enterado de que el Mariscal se encontraba en Castrodouro, Mudarra consideró que se le presentaba la oportunidad de privarle de su guarida al rebelde. El jefe de las tropas del Rey se dirigió a la fortaleza de Pardo de Cela y sobornó al caballero Roi Cofano do Valadouro y a los 22 guerreros que guardaban la fortaleza de A Frouxeira para el Mariscal.
En 1965 se encontró una tumba en la catedral de Mondoñedo con el escudo del mariscal Pardo de Cela, pero en el sepulcro está esculpido un cargo de “arcediano” que no encaja en su biografía. También se ha encontrado más recientemente su testamento, en el que se refiere a sus dos hijas legítimas y a un hijo ilegítimo. Pero estos descubrimientos no invalidan lo establecido hasta ahora por la historiografía, pues pudiera tratarse de un hijo bastardo al que el Mariscal hace referencia en su testamento. Pardo de Cela fue un rebelde que por motivos desconocidos intrigó contra los reyes y fue ejecutado en fecha cierta en la plaza de Mondoñedo; no hay evidencia historiográfica que descalifique la tradición del puente del pasatiempo y del sonido de la cabeza del mariscal al caer al suelo.
Por esas contradicciones que conlleva la manipulación política de la historia de Pardo de Cela, el despiadado señor feudal que fue El mariscal —implacable enemigo de los rebeldes irmandiños— es reclamado por muchos políticos nacionalistas gallegos como precursor del galleguismo y símbolo de la nación gallega contra el poder de los Reyes Católicos (y España).
Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustración de Ximena Maier