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Los 4 hayedos de España declarados Patrimonio de la Humanidad

Los 4 hayedos de España declarados Patrimonio de la Humanidad

Con la llegada del otoño, muchas personas echan de menos la playa y el buen tiempo, entrando en una especie de letargia que dura hasta la primavera. Sin embargo, hay lugares que es precisamente en otoño cuando alcanzan su máxima belleza, y brindan un escenario idílico para una escapada durante estos meses un poco borrascosos. Los reyes del otoño son, sin duda, los bosques caducifolios como los hayedos, y algunos de ellos, en nuestro país, están declarados Patrimonio Natural de la Humanidad.

Hayedos Patrimonio de la Humanidad que se tiñen de ámbar en otoño

Aunque la geografía española es más bien seca, existen rincones en que el bosque es un vergel húmedo y frondoso como de cuento de hadas. Estos grandes bosques con especies de hoja caduca son uno de los mayores espectáculos que ofrece la naturaleza cuando llega el otoño y se tiñen de colores rojizos y ocres. Los bosques de hayas son una apuesta segura para contemplar esta magia otoñal, y España cuenta con varios de estos vergeles en la lista de Patrimonio Natural de la Humanidad de la UNESCO, bajo la denominación de «Hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa». Todos ellos son un tesoro natural de enorme valor, en que la acción humana apenas ha alterado nada de su belleza.

Hayedo de Tejera Negra

Hayedo de Tejera Negra
Hayedo de Tejera Negra. | Shutterstock

Muchos siglos atrás, cuando el clima era más húmedo y frío que hoy, se formó este bosque en un rincón de la provincia de Guadalajara, entre los ríos Lillas y Zarzas. En los recodos menos soleados ha sobrevivido un hayedo único en la región, el de Tejera Negra, donde además de estos árboles han encontrado su hogar multitud de animales como águilas, gatos monteses, corzos y zorros. Este lugar casi escondido se extiende por la ladera umbría de la Sierra de Ayllón, y ha podido conservarse por su aislamiento y por su microclima serrano, fresco y abundante en precipitaciones. Por eso, incluso si lo visitamos en verano, la temperatura será suave, a diferencia del invierno, en que la nieve y el frío crudo desaconsejan acercarse.

La localidad más cercana a este parque natural es Cantalojas, uno de los famosos pueblos negros y a cuyo municipio pertenece. La distancia hasta la capital provincial es de hora y media, y hasta Madrid es de unas dos horas y media en coche. Para disfrutar de este hayedo, uno de los más meridionales de Europa, es necesario reservar plaza previamente en el aparcamiento si acudimos en otoño, y la visita parte del centro de visitantes, que dista un kilómetro del pueblo.

Hayedo de Montejo de la Sierra

Hayedo de Montejo de la Sierra
Hayedo de Montejo de la Sierra. | Shutterstock

El Hayedo de Montejo es el único de la Comunidad de Madrid y el más cercano a la capital, de la que se encuentra a poco más de 100 kilómetros, lindando con la provincia de Guadalajara. Forma parte de la Sierra del Rincón, un entorno declarado Reserva de la Biosfera, y nos ofrece una imagen inolvidable de cómo lucía el Sistema Central hace miles de años. Muy cerca se encuentra el macizo de la Sierra Cebollera, donde nace el Jarama, y también goza de un microclima de montaña que nos hace trasladarnos a Europa Central sin salir de Madrid.

En la localidad de Montejo de la Sierra se encuentra el Centro de Recursos de la Sierra del Rincón, que funciona como centro de información y acogida. Desde aquí se puede gestionar la visita, que debe tener en cuenta el acceso limitado al hayedo. Tanto Montejo como otras poblaciones de la zona ofrecen también un notable valor cultural, por sus iglesias, ermitas y arquitectura popular. En cualquier caso, los amantes de la vida salvaje van a encontrar también 66 especies vegetales consideradas raras, y hasta 140 especies poco habituales de vertebrados.

Hayedos de Lizardoia y de Aztaparreta

Selva de Irati
Selva de Irati. | Shutterstock

Navarra cuenta con dos de estos bosques primigenios especialmente protegidos por la UNESCO. El Hayedo de Lizardoia es parte de un entorno ya de por sí mágico como es la Selva de Irati, el mayor bosque de Navarra y uno de los mejor conservados de Europa, donde podremos encontrar no solo hayas sino también otras especies arbóreas como abetos. Adentrarse en esta masa vegetal es una experiencia incomparable, y parece que en cualquier momento vaya a aparecer el Basajaun, el señor de los bosques de la mitología vasca. Lo que sí pueden aparecer son ciervos, corzos, glotones y otras muchas especies, tanto de mamíferos como de aves.

También en el norte de Navarra, pero lindando con Huesca y con la frontera francesa, se encuentra el Macizo de Larra, que alberga la Reserva Integral de Aztaparreta. Su hayedo es el mayor tesoro de esta zona pirenaica, cercano a la estación de esquí de Larra-Belagua y también a la Mesa de los Tres Reyes. Desde Pamplona son casi dos horas de viaje, mientras que, hasta Ochagavía, la puerta a la Selva de Irati, hay poco más de una. Ambos hayedos son maravillas de Navarra que multiplican su belleza en otoño, cuando los colores más variados se mezclan en este lugar ancestral.

Hayedos de Cuesta Fría y Canal de Asotín

Hayas en Cuesta Fría
Hayas en Cuesta Fría. | Wikimedia

Seguimos en el norte de España, pero nos desplazamos hasta el Parque Nacional de los Picos de Europa, en su vertiente leonesa. Una manera ideal de conocer estos dos entornos tan valiosos es realizar la llamada Ruta de los Pueblos de Sajambre, que pasa por los bosques de hayas con un nivel de dificultad muy asequible, por lo que se puede hacer a pie sin problema. Los más intrépidos, si quieren profundizar en estos hayedos milenarios deben enfrentarse a una abrupta ladera, en el caso de Cuesta Fría, y para el de Asotín a un acceso bastante exigente.

La distancia es similar desde León y Oviedo, poco más de 130 kilómetros. Los dos hayedos leoneses, como toda el área de los Picos de Europa, son una excelente muestra de los ecosistemas propios del bosque atlántico, y son también el hogar de dos de las especies animales más legendarias de nuestro país, el lobo ibérico y el oso pardo, además de otras no menos icónicas como corzos, rebecos, alimoches y urogallos. Aunque estas tierras deparan momentos inolvidables durante todo el año, es durante los meses de octubre y noviembre cuando alcanzan su mayor vistosidad, al engalanarse las hayas con los colores sugerentes del otoño.