El Paisaje Protegido del cabo Peñas ocupa el extremo más septentrional de Asturias. Protegido oficialmente desde 1995, es una franja de litoral de 19 kilómetros y 1926 hectáreas de terreno entre la ría de Avilés y la Punta de Vacas.
El entorno de cabo Peñas está formado por una antigua plataforma de abrasión elevada sobre el nivel del mar que, en ocasiones, desciende hacia oriente en forma de acantilados que pueden alcanzar alturas de hasta 100 metros. En su vertiente occidental son playas y arenales fruto de la acumulación de depósitos sedimentarios del río Nalón. Hacia el este, el propio cabo crea sobre el terreno un efecto de sombra que favorece la extensión de un paisaje más abrupto abundante en roquedos, acantilados y playas de cantos.
Quedan incluidos en el terreno de cabo Peñas varios islotes de sus proximidades; entre ellos destaca Erbosa, una de las islas más grandes de la costa asturiana. Los arenales de Verdicio y Xagó —ambos en la vertiente occidental de cabo Peñas— están considerados como los más importantes de toda la región y unos de los más singulares del norte de España.
A escasos metros de su punto más septentrional se alza el faro de Peñas, una histórica infraestructura que permanece en activo desde 1852.
Vegetación y fauna
La vegetación del paisaje protegido del cabo de Peñas está formada principalmente por extensiones de prados que sustituyen a las masas forestales que anteriormente se alzaban sobre la rasa. En las dunas aparecen especies raras como el nardo marino, la espigadilla o la algodonosa mientras en sus acantilados crecen formaciones de brezal, líquenes o helechos marinos.
Las aves marinas son la especie más importante de cabo Peñas. Sus rocas son lugar de anidamiento y cría para gran números de ejemplares de cormorán moñudo, gaviota patiamarilla, zarapito real, paíño europeo o halcón peregrino. Sobresale también la presencia de la rana de San Antonio.