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La Roda: Miguelitos, arte renacentista, nobles y escudos 

Iglesia El Salvador, La Roda, Albacete

La Roda es uno de esos pueblos que son una joya en sí mismos. De lejos parece un lugar tranquilo, de esos en los que el tiempo parece detenerse. De cerca se convierte en una auténtica muestra de arte renacentista, arquitectura e historia. Un bello oasis inmerso a los pies del río Júcar, en Albacete. Está muy bien comunicada por la A-3, siendo parada habitual si se va de Valencia a Madrid y viceversa. Además, tiene a los Miguelitos.

Visitar La Roda es adentrarse en una villa viva desde los tiempos del Paleolítico. De esta época aún se conservan algunos yacimientos en sus alrededores. Su nombre proviene de la época musulmana, “rotba”. Esta palabra se utilizaba para referirse al impuesto que se pagaba por el paso del ganado. Su fama no le llegaría hasta su adherencia a la Corona de Castilla. En ese tiempo, era hogar de familias ricas y poderosas que contribuyeron a enriquecer su característica arquitectura. La misma que hoy en día se puede observar disfrutando de un tranquilo paseo por su impresionante casco histórico.

Miguelitos de La Roda
Miguelitos. | Shutterstock

Ubicada en la provincia de Albacete, la “muy noble y muy leal villa de La Roda”, como reza la inscripción de su ayuntamiento, es una puerta que conduce a la auténtica esencia manchega. Por no hablar de sus deliciosos platos tradicionales y postres. Como los ya mencionados y celebérrimos Miguelitos, unos pastelitos elaborados con hojaldre y crema pastelera que se quedan en la memoria de todo aquel que los prueba. Su nombre, como todas las buenas historias, empieza con la amistad que un pastelero tenía con un aldeano llamado Miguel. Un buen día, le dio a probar uno de estos pastelitos y, tras la buena valoración de su amigo, decidió ponerles su nombre. El resto es historia.

Un paseo por La Roda

Iglesia del Salvador en La Roda
Iglesia del Salvador en La Roda. | Shutterstock

El silbido de los pájaros y las animadas conversaciones rodenses dan la bienvenida al visitante. De buena mañana La Roda se despierta entre callecitas estrechas, comercios y grandes monumentos. Su hermoso casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural, y cualquiera que se detenga a pasear por sus majestuosos edificios entenderá rápidamente porqué.

La primera parada obligatoria es la impresionante iglesia de El Salvador. Según cuentan, se construyó sobre el antiguo castillo de Rotba, destruido por orden de Isabel la Católica en el siglo XV. El templo tardaría en construirse un siglo más, aunque la espera mereció mucho la pena. ¿Una curiosidad? Los habitantes del pueblo llaman a este emplazamiento la Loma del Castillejo.

Sus impresionantes columnas de piedra acaban en un puntiagudo campanario que sorprende nada más verlo. El estilo nada entre las corrientes renacentistas, barrocas y góticas, culminando con la posterior construcción de una torre conocida como el Faro de La Mancha. Su interior se adorna con cuadros y retablos. Sin duda, un hermoso gigante de piedra que merece la pena conocer tranquilamente.

Cerca de la iglesia se encuentra la Casa de la Cultura. Su interior está decorado con una exposición permanente dedicada a la colección de Antonio Martínez, personaje ilustre del pueblo. En ella se puede conocer la historia de La Roda así como la vida rural de sus habitantes. Otro de los lugares de interés de La Roda es la Esquina de Alcañabate. De estilo renacentista, esta fachada blanca con puertas de madera es un hilo conductor a tiempos pasados.

La ermita de San Sebastián y la posada del Sol son dos joyas arquitectónicas que merecen una parada especial. La primera data del siglo XVI y su sencilla arquitectura con columnas blancas combina con la elegancia de sus arcos. Hoy en día alberga exposiciones. La posada del Sol está considerada como la posada más bella de La Mancha, que no es poco. Algunos, incluso, afirman que Cervantes se inspiró en ella para escribir un capítulo de Don Quijote.

Palacios y casas memorables

Lienzo de Doña Ana La roda
Lienzo de Doña Ana. | Shutterstock

La herencia noble de La Roda se traduce en palacios y antiguas casas familiares que contribuyen a preservar la majestuosidad de la villa. Como es el caso de la casa del Inquisidor, una de las construcciones más antiguas de este pintoresco pueblo. Se cuenta que perteneció a una rica familia que mandó esculpir su escudo de armas en la entrada principal. En una de sus paredes se puede ver la figura esculpida del que fue su primer dueño.

Cerca de este hermoso edificio se ubica el proyecto de otro. El Lienzo de Doña Ana debía de ser una gran mansión para un matrimonio rico de la zona. Pero la inesperada muerte de él hizo que solamente se construyera la impresionante fachada renacentista. Actualmente es un centro de mayores. Otro de los grandes clásicos es el palacio del Doctor La Enzina, considerado como una de las obras arquitectónicas más importantes de La Roda. Sus columnas toscanas y el estilo barroco que destilan sus sillares de piedra y estancias lo convierte en una auténtica joya cultural.

Antes de reponer fuerzas con los riquísimos platos manchegos en la plaza La Miliaria, merece la pena finalizar la ruta visitando el palacio de los Condes de Villaleal, con un estilo rococó presente en su fachada y balcones. También hay que acudir a la casa de Aurelio Jiménez, antiguo edificio telegráfico, y a la casa de Doña Consuelo Arce, de estilo neoclásico y con una hermosa torre blanca adornada con cúpulas.

La villa de los caminos

El río Júcar
El río Júcar. | Shutterstock

La Roda se enmarca en un precioso paraje natural en el valle del río Júcar. Un hermoso lienzo verde en el que se combinan sauces, fresnos y meandros con una rica variedad de aves. Si uno desea alejarse de la civilización, los alrededores del Júcar son su elección ideal. En esta apartada zona discurre la emblemática Ruta del Quijote, en el tramo que conduce a los Campos de Montiel. De la misma manera, cualquier peregrino que comience el Camino de Santiago desde Valencia pasará una noche en el albergue de La Roda para dirigirse a Minaya.

La Cañada, ubicada cerca de la villa, es un hermoso oasis natural con un pequeño lago en el que se reúnen varias especies de aves como zampullines, garzas y cigüeñas, entre otras. Los Terreros, un paisaje más agreste situado en la zona oeste de La Roda, alberga las canteras de Tierra Blanca, unas minas exteriores de las que se obtiene la materia llamada blanco de España, utilizada para elaborar pintura.