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Los pueblos más bonitos del Alto Tajo

Alto Tajo, Los pueblos más bonitos del Alto Tajo

El Parque Natural del Alto Tajo es un territorio agreste, casi salvaje. Profundos barrancos, hoces, cascadas, rocas de formas caprichosas y bosques dan forma a un tesoro natural que ocupa más de cien mil hectáreas entre las provincias de Guadalajara y Cuenca y que, sin embargo, es poco conocido.

Innumerables senderos permiten disfrutar de la riqueza paisajística y de la variada fauna que habita en el Alto Tajo. Y no hay que olvidar esos ríos que lo atraviesan y que son perfectos para actividades como el rafting o el descenso en piragua. Pero un recorrido por sus pueblos nos lleva a descubrir también pequeñas joyas arquitectónicas y oficios ya desaparecidos. Es el caso de los gancheros, cuya labor consistía en transportar troncos aguas abajo del Río Tajo.

La esencia del Alto Tajo en sus pueblos más bonitos

Molina de Aragón

Molina de Aragón
Molina de Aragón. | Shutterstock

Capital del Señorío de Molina-Alto Tajo, Molina de Aragón es conocido por ser uno de los pueblos más fríos de España, pero es también uno de los más bonitos. Domina el paisaje su imponente fortaleza del siglo XII. A sus pies se extiende un entramado urbano que conserva su trazado medieval. En él se descubren el antiguo barrio judío, las iglesias románicas de Santa Clara o Santa María del Conde, el viejo puente de piedra y varios palacios renacentistas y barrocos. Un auténtico paseo por la historia que forma parte del Camino del Cid.

Ventosa

Santuario de la Virgen de la Hoz
Santuario de la Virgen de la Hoz. | Shutterstock

Esta diminuta localidad esconde uno de los rincones que hay que visitar en el Alto Tajo sin excepción. Es el Barranco de la Hoz, un espectacular cañón excavado por el Río Gallo. Aquí el agua y el viento han dado forma a formas rocosas caprichosas cuyo color rojizo destaca como un faro entre la vegetación de pinar. De hecho, este es uno de los espacios de mayor valor geológico de la península. Y a los pies de una de esas formaciones singulares se encuentra el Santuario de la Virgen de la Hoz, cuyo origen se remonta al siglo XII.

Riba de Saelices

Valle de los Milagros
Valle de los Milagros. | Wikimedia

En su casco urbano hay que visitar los restos del viejo castillo y la iglesia parroquial, levantada en el siglo XII y en la que aún se pueden apreciar elementos románicos. Pero es en las afueras donde se descubren los grandes atractivos de este pequeño pueblo. El primero es la Cueva de los Casares, que esconde un magnífico repertorio de pinturas rupestres. El segundo es el Valle de los Milagros, donde tres impresionantes monolitos rocosos dan vida a uno de los paisajes más impresionantes y sobrecogedores del Alto Tajo.

Olmeda de Cobeta

Monasterio de Buenafuente de Sistal
Monasterio de Buenafuente de Sistal. | Wikimedia

Olmeda de Cobeta es apenas una aldea, pero alberga una de las construcciones religiosas más destacadas de toda la comarca, el Monasterio de Buenafuente de Sistal, cuya silueta destaca en un pequeño valle adornado por pinos y sabinas. Lleva ahí desde el siglo XII, cuando lo fundaron los monjes agustinos. De especial interés son su iglesia románica y el manantial que da nombre al monasterio y cuyas aguas, según cuenta la leyenda, sanaron en el siglo XIII a Don Alfonso, hermano de Fernando III.

Zaorejas

Puente de San Pedro
Puente de San Pedro. | Shutterstock

En este pueblo de casonas de piedra se conservan los restos de un acueducto romano. La construcción tenía doce metros de altura y su magnífico arco central es lo único que de él se conserva. Se le conoce como puente romano y no es el único puente que hay que visitar en Zaorejas. El otro es el de San Pedro, que es en realidad de un rincón de aguas cristalinas y playas fluviales donde pasar un buen rato dándose un baño si el tiempo lo permite.

Por cierto, no hay que pasar de largo sin hacer parada en el Centro de Interpretación del Río Tajo. Pero si existe un lugar que no hay que perderse es el mirador de Zaorejas, desde el que se tiene una de las vistas más impresionantes del parque natural.

Poveda de la Sierra

Salto de la Poveda
Salto de la Poveda. | Shutterstock

Aquí se encuentra uno de los lugares más singulares del Alto Tajo. Es el salto de agua que lleva el nombre del pueblo y que es el más alto del parque natural. Es especial no solo por sus 20 metros de altura, también porque la cascada se formó a causa del derrumbe de una antigua presa del Río Tajo. Allí se intentó instalar una central hidroeléctrica, pero el proyecto nunca se terminó. Poveda de la Sierra tiene otros atractivos, como la Iglesia de San Pablo Apóstol o el Monumento al Ganchero.

Peralejo de las Truchas

Peralejo de las Truchas
Peralejo de las Truchas. | Shutterstock

Es uno de los municipios gancheros más conocidos y más singulares. En él hay que hacer parada en la vieja Herrería de los Morencos, que fue una de las más importantes de la comarca y donde se forjaba ese hierro que se extraía de las minas cercanas. Pero si tiene algo espectacular Peralejo de la Truchas es su territorio, con tres ríos que lo atraviesan, espectaculares farallones rocosos y densos pinares. Y escondidos en esos paisajes se descubren rincones mágicos como la Sima de las Grobias, un pozo a cielo abierto de 45 metros de profundidad que es un pequeño paraíso para los aficionados a la espeleología.

Checa

Checa
Checa. | Shutterstock

De Checa dicen que es el ‘pueblo andaluz’ del Alto Tajo por sus casas encaladas. El motivo hay que buscarlo en esas rutas de trashumancia que cruzaban el territorio nacional. Aquí llegaron a reunirse hasta 40 000 cabezas de ganado que los pastores bajaban hasta las provincias del sur para evitar los duros inviernos y de donde “importaron” esas fachadas blancas. El otro gran señor de Checa es el agua del Río Genitoris. Su cauce divide el pueblo y el sonido de las cascadas acompaña al visitante mientras pasea por sus calles y cruza los puentes que permiten llegar de un lado a otro del casco urbano.

Beteta

Beteta y el Castillo de Rochafrida
Beteta y el Castillo de Rochafrida. | Shutterstock

Es uno de los pocos pueblos del Alto Tajo que pertenecen al a provincia de Cuenca. El Castillo de Rochafrida preside un paisaje moldeado por el Río Guadiela en el que no faltan esos abruptos cañones que pueblan todo el parque natural. Pero Beteta esconde algo más. Merece la pena callejear sin prisas por su casco urbano, en el que aún se pueden contemplar magníficos ejemplos de arquitectura popular, una encantadora plaza porticada y un magnífico templo gótico, la Iglesia de la Asunción.

Los pueblos del Alto Tajo y los gancheros

La tradición de los gancheros en el Alto Tajo
La tradición de los gancheros en el Alto Tajo. | Wikimedia

En cualquier recorrido por los pueblos del corazón del Alto Tajo encontraremos referencias a los gancheros. Eran esos hombres que durante siglos condujeron los troncos que se cortaban en estas tierras por las aguas del Río Tajo hasta llegar a Aranjuez, a Toledo y hasta Talavera de la Reina. Un oficio duro desaparecido hace ya tiempo que inspiró a José Luis Sampedro en su novela El río que nos lleva y al que cada año se rinde homenaje.

La Fiesta de los Gancheros del Alto Tajo se celebra el último fin de semana de agosto. Cada edición, y de manera rotatoria, se celebra en una localidad diferente: Poveda de la Sierra, Peñalén, Zaorejas, Taravilla y Peralejos de las Truchas. En ella, vecinos vestidos como antiguamente conducen troncos por un tramo del río, tal y como hacían sus antepasados. Una fiesta aderezada con la música de las dulzainas y los sabores de la gastronomía típica de la zona.