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El pueblo que pertenece a dos provincias

Mianos

De Mianos podría decirse que es un pueblo con el corazón partido, o quizá una localidad con muchos afectos que se reúnen en un solo espíritu. Sea como sea, lo cierto es que, lejos de ser un ejemplo más de esa España rural que pasa desapercibida, Mianos tiene algo que lo hace especial. Con solo 28 habitantes y un término municipal que no es precisamente amplio, pertenece a dos provincias: a Zaragoza y a Huesca. Y todavía hay más, puesto que en algún momento de la historia también dependió de Navarra.

Un pueblo pequeño con muchos matices

 

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A los ojos del forastero que lo visita por primera vez, Mianos es una especie de galimatías. A nivel administrativo pertenece a Zaragoza, sin embargo, se enmarca en la comarca histórica de la Jacetania, de territorio mayoritariamente oscense. El código postal es zaragozano; en cambio, el prefijo telefónico es el de Huesca.

Para enrevesar aún más las cosas, pertenece a la diócesis de Jaca (Huesca), pero a su vez depende de la archidiócesis de Pamplona (Navarra). Y como lo religioso nada tiene que ver con lo administrativo, en este aspecto forma parte del partido judicial de Ejea de los Caballeros (Zaragoza). Así, no puede extrañar que los escasos vecinos de Mianos se sientan como una especie de “ciudadanos del mundo” a pequeña escala.

Y entre tanta paradoja, hay una curiosidad añadida porque, aunque los mianenses están más que orgullosos de su identidad, responden a un apodo singular: madrileños. Casi quinientos kilómetros separan este pequeño pueblo de la capital española, así que la explicación parece que hay que buscarla en un cierto espíritu independiente que a los vecinos de localidades cercanas les parecía fruto de la arrogancia.

La pequeña historia de Mianos

Mianos
Mianos. | Wikimedia

Mianos se alza sobre un pequeño promontorio dominando el paisaje, con el Río Aragón a sus pies y a medio camino entre Jaca y Pamplona. Esa posición privilegiada hizo que por estas tierras discurriera una calzada romana. Más tarde, sería frontera entre territorios árabes y cristianos. Y desde la Edad Media es lugar de paso en la Ruta Jacobea, en concreto, del Camino de Santiago Aragonés.

Pero si echamos un vistazo más detenido a la historia, habría que añadir que Mianos perteneció al Reino de Navarra antes de anexionarse al de Aragón a mediados del siglo XI. Pocos años después, Pedro I donó esta y otras villas vecinas al cercano monasterio de San Juan de la Peña. Y ya entrado el siglo XII, una incursión de tropas navarras arrasó el pueblo, que se refundó, aunque ya no a orillas del río Aragón, sino en un lugar más elevado para protegerse.

Desde entonces, la vida en Mianos ha discurrido tranquila, hasta que en las últimas décadas el pueblo se ha visto obligado a enfrentarse a dos gigantes. El primero de ellos es la despoblación y, el segundo, el Embalse de Yesa, cuyo recrecimiento afectaría a parte de sus tierras de cultivo, además de a una parte de ese Camino de Santiago y a algunos otros tesoros.

Qué ver en Mianos

 

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La historia de Mianos queda patente en muchos de sus rincones. Lo más evidente es ese trazado medieval que la villa adoptó tras su refundación. Su corazón es la Iglesia de Santa María, del siglo XVI. Aparentemente modesta, merece a pena fijarse en su fantástico artesonado renacentista y en su retablo mayor. Pero aún hay que prestar atención a una pequeña curiosidad: unas pronunciadas grietas que se aprecian claramente en el exterior, en lo más alto de su torre. Son las cicatrices del terremoto que asoló esta zona el 10 de julio de 1923.

Las ermitas de Santa Ana y del Casterillo, tan modestas como el propio pueblo, o un antiguo molino son sus otros tesoros. Pero si hay algo de lo que puede presumir Mianos es de ser un balcón privilegiado desde donde admirar la belleza de la Canal de Berdún. Se trata de una enorme depresión geográfica que atraviesa toda la comarca de la Jacetania, desde Jaca hasta ese ‘mar de los Pirineos’ que es el Embalse de Yesa.

Los alrededores de Mianos

Tiermas
Tiermas. | Shutterstock

Mianos es mucho más que un mirador magnífico; es un buen punto de partida para descubrir una zona de enorme valor en todos los sentidos. En la Canal de Berdún se suceden ecosistemas de gran valor. De hecho, es Zona de Especial Protección de Aves. En ella se descubren también construcciones magníficas, como el Castillo de Javier, el Monasterio de Leyre o el de San Juan de la Peña.

Las rutas de senderismo en los alrededores son también abundantes. Muchas de ellas tienen como punto de partida o de llegada el Embalse de Yesa. Este es, por cierto, un buen lugar para disfrutar de un baño o de deportes acuáticos si el tiempo acompaña. Y solo unos kilómetros más allá se llega a uno de los rincones más fascinantes de Navarra: la Foz de Lumbier, un espectacular cañón horadado por el Río Irati que discurre entre paredes que en algunos puntos alcanzan los doscientos metros de altura.

Quedan por ver algunas joyas abandonadas, entre ellas varios despoblados muy próximos a Mianos. Entre ellos, merece la pena mencionar Tiermas. Se trata de un pueblo que se asoma al embalse y que, de hecho, perdió parte de su entramado urbano bajo sus aguas. Aguas que engulleron no solo viviendas, sino también los restos de unas antiguas termas romanas y un manantial de aguas sulfurosas que solo se pueden apreciar cuando el nivel del pantano desciende.

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