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Maravillas de Ciudad Real que hay que ver al menos una vez en la vida

Maravillas de Ciudad Real que hay que ver al menos una vez en la vida

Cada paso en Ciudad Real es una pequeña sorpresa. Esta es una provincia donde la historia ha dejado su huella de mil formas diferentes y donde se puede seguir la pista de otras historias, esas que son fruto de la imaginación de grandes escritores. Aún falta un ingrediente más para disfrutar de una combinación perfecta: una naturaleza esplendorosa. Vamos a descubrir algunas de esas maravillas de Ciudad Real.

Construcciones magníficas que son maravillas de Ciudad Real

La motilla del Azuer, herencia prehistórica

La motilla del Azuer.
La motilla del Azuer. | Shutterstock

Una de las joyas de la provincia más singulares y misteriosas es el yacimiento de la Motilla del Azuer. Es un auténtico laberinto de muros concéntricos de piedra levantados en la Edad de Bronce. Unos sobresalen en el terreno, mientras que otros se hunden en él. De hecho, aquí se esconde el pozo más antiguo de la península, con una antigüedad de 4000 años.

Las motillas son pequeñas fortificaciones que los antiguos pobladores de estas tierras levantaron para obtener y proteger aquello que garantizaba su subsistencia: agua y comida. Por eso, además del pozo, albergaban silos y hornos para elaborar los alimentos o hacer cerámica. La que se alza a orillas del río Azuer es la más impresionante de las 32 motillas que se han documentado en Ciudad Real.

Castillo de Calatrava la Nueva, recuerdo de un pasado glorioso

Iglesia del castillo de Calatrava.
Iglesia del castillo de Calatrava. | Shutterstock

Del pasado militar de Ciudad Real se conservan muchos castillos, pero quizá el más espectacular sea el de Calatrava la Nueva. Su portentosa silueta corona un cerro desde el que se dominan kilómetros de territorio. Esta era zona de paso natural entre el Valle del Guadalquivir y la Meseta, motivo que llevó a los caballeros calatravos a construir lo que en realidad era una pequeña ciudad fortificada.

Tres murallas rodean una fortaleza que fue sede de la Orden de Calatrava. En ella aún son visibles sus diferentes estancias, sus torres y los restos del claustro del viejo convento. Pero su elemento más significativo es la robusta iglesia románica, en cuya fachada destaca un enorme rosetón. El castillo se construyó mirando a otro más modesto del que apenas se conservan unos restos, el de Salvatierra.

La elegante belleza del Palacio del Marqués de Santa Cruz

Palacio del Marqués de Santa Cruz.
Palacio del Marqués de Santa Cruz. | Shutterstock

La sencilla fachada del Palacio de Marqués de Santa Cruz no da idea de lo que se esconde tras ella. Este palacio de estilo renacentista italiano es en su interior un auténtico capricho. Sus muros están decorados con tal profusión de frescos que la vista no tiene descanso. Son nada menos que 8000 metros cuadrados de pinturas murales de temática militar y también mitológica.

Que semejante joya se alce en La Mancha, en el Viso del Marqués, no es casualidad. Lo construyó el almirante Álvaro de Bazán, a medio camino entre la corte y los puertos en los que atracaban sus escuadras. Después de múltiples vicisitudes, ahora alberga el Archivo General de la Marina.

Pueblos de Ciudad Real que hay que descubrir

San Carlos del Valle, el ‘Vaticano manchego’

San Carlos del Valle.
San Carlos del Valle. | Shutterstock

San Carlos del Valle es un pueblo pequeño con dos maravillas que forman un conjunto tan magnífico como inesperado. Si la cúpula de su iglesia llama la atención desde la distancia, al acercarse lo que se abre ante la vista es un templo de aires barrocos y singular decoración que no deja indiferente ni por su belleza ni por sus dimensiones.

Solo hay que desviar un poco la vista para descubrir una Plaza Mayor porticada de estilo típicamente castellano. Esa plaza abraza el templo y hace que su silueta parezca aún más poderosa. Este ‘pequeño Vaticano’ es una de las maravillas de Ciudad Real menos conocidas, a pesar de que se trata de un conjunto arquitectónico impresionante.

Almagro, un gran escenario

Almagro.
Almagro. | Shutterstock

No es un pueblo de película, es un pueblo de teatro. En Almagro resuenan ecos de comedias, de sainetes y de tragedias. Su corral de comedias se mantiene igual que hace 400 años; de hecho, sigue en uso y es escenario principal del afamado festival que cada año se celebra en la localidad.

A ese corral se accede por otra de las maravillas de Ciudad Real, su Plaza Mayor, una de las plazas más bonitas de España. Ese grandioso escenario urbano de soportales y balconadas de madera ha sido testigo de la vida cotidiana de la localidad, pero también de grandes eventos. No muy lejos, dos tesoros más: la iglesia de San Agustín y el Palacio Fúcares.

Almadén y su pasado minero

Plaza de toros de Almadén.
Plaza de toros de Almadén. | Shutterstock

Parte de la esencia de Almadén está repartida por todo el planeta. Sus entrañas esconden la mina de mercurio más grande del mundo. Esa explotación que funcionó durante miles de años y de la que salió un tercio del mercurio que se ha utilizado en la historia es ahora un parque minero. La visita propone un apasionante viaje por un universo subterráneo de gran valor histórico, pero también geológico que es Patrimonio de la Humanidad.

Ya en la superficie, Almadén tiene otros tesoros, algunos muy relacionados con la actividad en la mina, como el Real Hospital de Mineros. Otros son tan singulares como su Plaza Nueva, una plaza de toros única por su forma octogonal, y porque integra varias viviendas.

Campo de Criptana, tras los pasos del Quijote

Molinos de Campo de Criptana.
Molinos de Campo de Criptana. | Shutterstock

Ciudad Real tiene espíritu cervantino. Por estas tierras anduvo el ingenioso hidalgo y protagonizó aventuras épicas, como la que le llevó a enfrentarse a unos temibles gigantes. Esos colosos eran molinos de viento, que en Campo de Criptana protagonizan una de las postales más formidables de la provincia.

En la época en la que Cervantes escribió su novela más universal en esta localidad se contaban casi cuarenta molinos de viento, de los que hoy apenas quedan diez y solo tres conservan su estructura y maquinaria originales. A pesar de ello, el conjunto es tan grandioso que resulta imposible no admirarlo y hasta imaginar lo que sintió Don Quijote al contemplar a esos gigantes.

Maravillas naturales de Ciudad Real: belleza sin fin

Las Tablas de Daimiel y Cabañeros, dos espacios de gran valor

Las Tablas de Daimiel.
Las Tablas de Daimiel. | Shutterstock

Solo una provincia en el territorio peninsular tiene el privilegio de albergar en su territorio dos parques nacionales. Esa provincia es Ciudad Real. La primera de esas joyas son las Tablas de Daimiel. El suyo es un paisaje de aguas que crean juegos de luces, de carrizales e islas que esconden uno de los ecosistemas más ricos y también más amenazados de España.

La segunda de esas maravillas de Ciudad Real es muy distinta. En el Parque Nacional de Cabañeros no es el agua, sino el bosque mediterráneo, el que domina un paisaje donde corzos, ciervos, buitres negros y águilas reales son dueños y señores. Ese paisaje se torna dramático cuando llega el otoño y los ciervos rompen el silencio con sus bramidos. Es la berrea, uno de espectáculos naturales más sobrecogedores que se pueden presenciar.

El Campo de Calatrava y sus volcanes

Volcán de Cerro Gordo.
Volcán de Cerro Gordo. | Shutterstock

El paisaje del Campo de Calatrava está cubierto de campos de cereales, de vides y de olivos. Una estampa apacible algo engañosa porque esta es una región sembrada de volcanes. Más de 300 manifestaciones volcánicas hablan de un convulso pasado geológico del que ya solo queda el recuerdo.

El más singular es el volcán de Cerro Gordo, el primero de toda la península que se ha acondicionado para la visita. Adentrarse en su interior es una experiencia sorprendente, interesante y muy didáctica. No muy lejos podemos descubrir otro rincón singular: el Maar de Hoya de Cervera, donde lo que se esconde en un cráter es una pequeña laguna.

El paraíso acuático de las Lagunas de Ruidera

Lagunas de Ruidera.
Lagunas de Ruidera. | Shutterstock

Aguas de un intenso color turquesa dan forma a una postal paradisiaca. En el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera quince dolinas de origen kárstico se suceden durante kilómetros, unidas a través de vistosas cascadas y arroyos. Una belleza que se puede contemplar desde sus orillas, desde el agua o desde cualquiera de los miradores que hay diseminados en su recorrido.

Estas lagunas no solo dan vida a uno de los espacios más fotogénicos de Castilla-La Mancha. Tras esa colorida fachada lo que se esconde es una extraordinaria biodiversidad, además de interesantes yacimientos arqueológicos de pueblos de la Edad del Bronce.

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