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Maravillas de Castilla-La Mancha que hay que ver al menos una vez en la vida

Maravillas de Castilla-La Mancha que hay que ver al menos una vez en la vida

Castilla-La Mancha recibe menos turismo que otras comunidades, tal vez por ser de interior o por ser más agreste que otras regiones. Lejos de ser una desventaja, esto es toda una invitación a descubrir un paisaje sorprendentemente rico y variado, menos masificado que otros puntos de la Península. Y si hablamos de patrimonio cultural, además de dos ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad existen infinidad de pueblos y comarcas capaces de maravillarnos.

Arrancamos, pues, el recorrido por esos tesoros de Castilla-La Mancha, desde las maravillas naturales hasta las más admirables creaciones humanas. Ninguna de las cinco provincias queda fuera, pues todas cuentan con atractivos que merecen una o varias visitas.

Naturaleza en estado puro

Parque Nacional de Cabañeros

Parque Nacional de Cabañeros
Parque Nacional de Cabañeros. | Shutterstock

Situado entre las provincias de Ciudad Real y Toledo, el Parque Nacional de Cabañeros es de los poquísimos lugares en que sobrevive inalterado el gran bosque mediterráneo europeo. Esto lo convierte en un santuario sin igual para observar nuestra fauna salvaje, y así el visitante podrá toparse con el águila imperial, la cabra montés, el buitre negro o el ciervo. El parque ofrece rutas en 4×4, en bicicleta o a pie, y es un lugar popular entre quienes acuden a escuchar la berrea de los venados salvajes en septiembre y octubre. Todo un lugar por descubrir, teniendo en cuenta que es el parque nacional menos visitado.

Las Tablas de Daimiel

Tablas de Daimiel
Tablas de Daimiel. | Shutterstock

El otro parque nacional con que cuenta Castilla-La Mancha está también en Ciudad Real y es el último ecosistema de este tipo (tablas fluviales) que nos queda. La acumulación de aguas en esta llanura forma un entorno único para observar una enorme riqueza de aves acuáticas, como patos, cercetas, garzas reales y muchas otras, pero también mamíferos como nutrias, zorros y tejones. Hay tres rutas principales que se pueden realizar en las Tablas de Daimiel, pero lo que no puede faltar es una foto del sol cayendo sobre el agua que se extiende hasta el horizonte.

Patrimonio de la Humanidad en Castilla-La Mancha

Toledo, la capital visigoda

Toledo
Toledo. | Shutterstock

Situada estratégicamente en el centro de la Península, la ciudad histórica de Toledo es conocida como la ciudad de las tres culturas por la ejemplar convivencia de cristianos, judíos y musulmanes en el pasado. Cada comunidad dejó una fuerte impronta en las calles laberínticas de esta ciudad, inscrita en la lista de Patrimonio de la Humanidad desde 1986, aunque ya los romanos nos legaron perlas como las termas o el circo.

De la época medieval y moderna es imprescindible visitar la catedral, los baños, las sinagogas y las mezquitas, si bien el patrimonio toledano es realmente infinito. Es una ciudad, además, con un lado subterráneo y misterioso, que cuenta con lugares tan especiales como las Cuevas de Hércules, un verdadero acceso a un Toledo oculto y lleno de leyendas.

Cuenca, un viaje al pasado

Cuenca
Cuenca. | Shutterstock

Cuenca es famosa por las casas colgadas que desafían la gravedad, encaramadas a los riscos sobre el Río Huécar, y algunas de ellas visitables. Sin embargo, todo su casco antiguo es un prodigio de historia y de patrimonio, desde la catedral y el ayuntamiento hasta la simple estampa de sus callejuelas estrechas y sus plazas. Parece como si el tiempo se hubiese detenido en la multitud de iglesias, conventos y casas señoriales que encontramos en la ciudad, creando una atmósfera que nos lleva directos a épocas de esplendor.

2000 años de minería en Almadén

Minas de Almadén
Minas de Almadén. | Shutterstock

Almadén puede presumir de albergar la mayor mina de mercurio del mundo. La relevancia de esta labor, que se remonta a épocas anteriores a la dominación romana, ha creado un paisaje único, y ha permitido que sus minas entrasen en la lista de Patrimonio de la Humanidad en 2012, junto a las de Idria, en Eslovenia. Los romanos extrajeron el bermellón de estos suelos, mientras que los árabes valoraron ya el mercurio (azogue) para la medicina y la alquimia. El caso es que la actividad minera se ha mantenido durante siglos, y hoy día permite visitas tan interesantes como la mina subterránea o el Hospital Minero San Rafael, del siglo XVIII.

Arte con miles de años

Arte rupestre en la Peña del Escrito, Cuenca
Arte rupestre en la Peña del Escrito, Cuenca. | Wikimedia

Los amantes de las pinturas rupestres tienen en Castilla-La Mancha un paraíso donde visitar algunos de los mejores ejemplos de arte prehistórico. Aunque hay muestras del Paleolítico, como las de Riba de Saelices en Guadalajara, la mayoría pertenecen al llamado estilo levantino, con alguna muestra también de arte esquemático. Albacete es tal vez la provincia más rica en estas pinturas llenas de acción y movimiento, con buenas muestras en Alpera, Minateda y Nerpio. Estas enigmáticas representaciones están al aire libre, en zonas de media montaña, y sus figuras, humanas y animales, nos desafían a acercarnos a la sociedad de los primeros pobladores de la zona.

Arquitectura popular, del blanco al negro

Los molinos más literarios

Molinos de viento en Mota del Cuervo
Molinos de viento en Mota del Cuervo. | Shutterstock

Aunque hay molinos de viento por gran parte de España, ninguno es tan famoso como los molinos manchegos que inmortalizó Cervantes en su obra. Acercarse a ellos es todavía una experiencia impresionante, y es que es imposible no ver gigantes en esas geometrías de un blanco impecable en mitad de las llanuras manchegas. Dos lugares clave para verlos funcionar son Alcázar de San Juan, en Ciudad Real, y Mota del Cuervo, en Cuenca, aunque hay otros muchos repartidos también por las provincias de Cuenca y Albacete. El visitante no puede evitar sentirse como aquel viejo hidalgo convertido en caballero andante.

Arquitectura negra en Guadalajara

Valverde de los Arroyos
Valverde de los Arroyos. | Shutterstock

En las tierras altas del noroeste de la provincia de Guadalajara, son varios los pueblos que ofrecen esta singular estampa de construcciones de color oscuro. El motivo es el uso en la construcción de la pizarra, característica por sus tonalidades oscuras, y el resultado es de una fotogenia envidiable. Existe una ruta para maravillarse con estos pueblos que comienza en Cogolludo, y que pasa por pueblos icónicos como Campillo de Ranas o Valverde de los Arroyos. La piedra oscura va más allá de los muros y se extiende por pavimentos y cubiertas, convirtiendo a estos pueblos en unos de los más bellos de toda España.