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Ciudades españolas que son Patrimonio de la Humanidad y por qué

Ciudades españolas que son Patrimonio de la Humanidad

Teniendo en cuenta que España cuenta con numerosas ciudades de gran recorrido histórico y con un patrimonio considerable, no hay que dejar de destacar aquellas que, por un aspecto u otro, sobresalen y se han alzado con el reconocimiento de la UNESCO. He aquí un repaso por esas ciudades españolas que hoy cuentan con el título de Patrimonio de la Humanidad, desde la primera en ser destacada como tal hasta las últimas en hacerlo.

Santiago de Compostela (1985), la gran ciudad de otro tiempo

Santiago de Compostela
Santiago de Compostela. | Shutterstock

Si decimos que Santiago de Compostela fue la gran ciudad de otro tiempo no es porque en este siglo XXI haya dejado de serlo. Al contrario: capital de una comunidad histórica que cuenta con su propia lengua y una cultura particular, Santiago es una de las ciudades con más vida de España. Pero si fue declarada Patrimonio de la Humanidad fue por dos razones relacionadas con el mundo medieval.

En primer lugar, por ser la meta de la peregrinación más importante de la Edad Media, el Camino de Santiago, considerado el hecho religioso y cultural más relevante de la época y declarado también Patrimonio Mundial. Pero es que, además, su casco histórico es un conjunto de calles, plazas y edificios que han conservado la esencia del periodo histórico en que fueron construidas, con la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Compostela como la joya de una corona preciosa e histórica.

Ávila (1985), la ciudad amurallada

Ávila
Ávila. | Shutterstock

La UNESCO consideró que Ávila era también digna de obtener el título de Patrimonio de la Humanidad al tratarse del mejor ejemplo de una ciudad amurallada del Medievo español. En esta declaración se incluyó la ciudad antigua de Ávila, su muralla y diferentes iglesias extramuros: las de San Vicente, San Pedro, San Andrés y San Segundo, a las que más tarde se añadieron las de San José, Santo Tomás, San Martín, Santa María de la Cabeza y San Nicolás. Ávila es una ciudad repleta de templos de valor, como puede verse. Sus primeros pobladores se instalaron en esta zona allá por el siglo VII a.C., sin llegar a imaginar que ese primer asentamiento evolucionaría hasta otra particularidad de Ávila: la de ser la capital más alta de España, situada a 1131 metros de altitud.

Segovia (1985), a la sombra del acueducto

Segovia
Segovia. | Shutterstock

Entre la sierra y la llanura, siempre a la sombra del gran acueducto del siglo II d.C., Segovia puede presumir de numerosos elementos arquitectónicos, artísticos, históricos y culturales. La antigua ciudad de Segovia y su acueducto romano fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por su colección de iglesias románicas, entre las que destacan templos como el de San Lorenzo o el de San Martín, por su impresionante Alcázar, que parece sacado de un cuento, y su espectacular entorno. Su historia, como decimos, tampoco se queda atrás: en Segovia se conserva el primer libro impreso de España, el Sinodal de Aguilafuente, y también aquí Isabel la Católica fue proclamada Reina de Castilla.

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Cáceres (1986), en la diversidad está el gusto

Cáceres
Cáceres. | Shutterstock

Por esta tierra habitada desde tiempos del Paleolítico Superior han pasado todo tipo de civilizaciones y eso se ha trasladado a la amalgama de estilos que reúne su casco antiguo. Aquel que termine en Cáceres podrá darse un paseo por su judería, también entre huellas romanas y almohades, podrá admirar el mudéjar medieval y el barroco del siglo XVII. A esta valerosa diversidad le debe su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad. La UNESCO destacó sus calles, plazas, palacios, iglesias, murallas y todo tipo de edificios civiles para justificar una decisión tomada hace casi cuarenta años.

Toledo (1986), la ciudad de las Tres Culturas

Toledo
Así es Toledo desde el aire. | Shutterstock

Toledo es conocida mundialmente como la ciudad de las Tres Culturas: la judía, la cristiana y la musulmana. Sucede algo semejante a lo que sucede con Cáceres: es el resultado perfecto de la convivencia de culturas diferentes que durante siglos determinaron el devenir de la que hoy es capital de Castilla-La Mancha. Toledo llegó a ser, de hecho, capital de España, y su esplendor ni siquiera se perdió cuando la corte se trasladó a Madrid. La comunión de culturas que derivó en un gran patrimonio es, por tanto, el motivo por el que fue declarada Patrimonio de la Humanidad. En este caso, se quiso destacar tanto el legado de esas culturas, entre las que también hay que señalar la presencia de romanos o visigodos, como el buen estado de conservación de esta herencia. Pasear hoy por Toledo es pasear por la historia.

Salamanca (1988), la primera ciudad universitaria 

Salamanca, una de las ciudades españolas Patrimonio de la Humanidad
Universidad de Salamanca. | Shutterstock

Que Salamanca fuese la primera ciudad universitaria quizá tenga hoy otras connotaciones, porque esta idea está ligada a la juventud y el buen ambiente en sus calles. Así ha sido siempre esta ciudad y así continúa siendo, pero hay que plantearse todo lo que significó en el siglo XIII, cuando las puertas de la universidad en activo más antigua de España se abrieron por primera vez, por orden de Alfonso IX de León.

La universidad ha evolucionado desde entonces, pero nunca ha perdido ser el centro de conocimiento con proyección universal que fue en su día. Salamanca se consideró la ciudad renacentista española por excelencia, y su pensamiento humanista no solo se reflejó en su mentalidad sino también en su estética arquitectónica. El casco antiguo de la ciudad cuenta con un importante patrimonio histórico y arquitectónico, donde pueden destacarse monumentos como sus dos catedrales o el convento de San Esteban, por mencionar algunos.

Mérida (1993), capital de tantas cosas

Mérida
Mérida. | Shutterstock

Fundada en el año 25 a.C. como Emerita Augusta, se convirtió entonces en la capital de la provincia romana de Lusitania. A este pasado romano le debe su condición de ser una de las ciudades españolas declaradas Patrimonio de la Humanidad. Todos los monumentos que conserva de ese otro tiempo son, histórica y arquitectónicamente, tremendamente relevantes. Su teatro, anfiteatro, el circo, los templos, los acueductos o los puentes. El puente sobre el Guadiana, de hecho, sigue en funcionamiento, siendo una de las obras de ingeniarías romanas más importantes a nivel mundial por esto mismo. El estado de conservación es fantástico y se ha reinventado para ofrecer, todavía hoy en día, una función relacionada con su origen. Todavía se celebra teatro en el teatro, sin ir más lejos.

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Hasta la caída del Imperio Romano, Mérida fue un importante centro jurídico, económico y cultural. Después pasó a ser capital del reino visigodo, durante los siglos V y VI. Hoy es capital de Extremadura y uno de los rincones únicos de nuestra geografía.

Córdoba (1994), el puente entre Oriente y Occidente

Córdoba
Córdoba. | Shutterstock

Todavía hoy, Córdoba conserva buena parte de la esencia por la que está considerada un puente entre Oriente y Occidente. Una simbiosis entre culturas nacidas a uno y otro lado del mundo, que tuvieron aquí su punto de encuentro. Fundada a mediados del siglo II a.C., fue primero una importante ciudad romana. Después pasó a ser la importante capital de Al-Andalus, con todo lo que eso conlleva. Este pasado ha quedado, por fortuna, reflejado en sus murallas, sus templos, sus esculturas, sus casas señoriales, sus tradiciones, sus yacimientos arqueológicos y, en general, todo su patrimonio, que le ha valido ser reconocida como una de las ciudades españolas que son Patrimonio de la Humanidad.

Cuenca (1996), la armonía entre la naturaleza y el hombre

Cuenca
Cuenca. | Shutterstock

Construida con fines defensivos por la cultura musulmana, allá por el siglo VIII, Cuenca le debe buena parte de su belleza al lugar en el que está emplazada. De hecho, lo que la UNESCO reconoció en su decisión fue tanto el patrimonio cultural como el natural. Entre las hoces de los ríos Júcar y Huécar, Cuenca es una postal en la distancia y un tesoro a descubrir cuando uno se aproxima. Es el ejemplo de una ciudad medieval fortificada en gran estado de conservación que ha sabido desarrollarse, además, en perfecta armonía con su entorno natural.

Alcalá de Henares (1998), cultura y la educación

Alcalá de Henares
Alcalá de Henares. | Shutterstock

La UNESCO reconoció que Alcalá de Henares era una de las ciudades españolas en merecer el título de Patrimonio de la Humanidad a finales del siglo pasado, cuando era más que evidente la enorme labor que esta localidad madrileña había realizado por conservar y difundir una cultura y una lengua a la que siempre ha estado muy ligada. De hecho, en este lugar nació un 29 de septiembre de 1547 el autor de la primera novela moderna de la literatura universal: Miguel de Cervantes. Pero en la concesión de este título se quiso destacar, casi por encima de cualquier cosa, que Alcalá de Henares es la primera ciudad del mundo proyectada, diseñada y construida como sede de una universidad, convirtiéndose así en modelo para otras muchas.

Ibiza (1999), la ciudad deseada por todos

Ibiza
Ibiza. | Shutterstock

La isla de Ibiza se convirtió, desde bien temprano, en un punto clave en las rutas de navegación entre Oriente y Occidente, y eso tuvo una gran repercusión en la fundación y el desarrollo de la ciudad. Fueron los fenicios quienes, en el año 654, pusieron las primeras piedras. Tras ellos, púnicos, romanos, vándalos, bizantinos, musulmanes y finalmente cristianos se asentaron entre las calles consideradas Patrimonio de la Humanidad. El casco antiguo de la ciudad, conocido como Dalt Vila, tiene una arquitectura sencilla de gran belleza, a la que se suman importantes monumentos y rincones como la necrópolis de Puig des Molins, la mejor conservada del Mediterraneo, o la fortaleza renacentista del siglo XVI, también una de las mejores de Europa.

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San Cristóbal de la Laguna (1999), el mar en sí mismo

San Cristóbal de la Laguna
San Cristóbal de la Laguna. | Shutterstock

De Baleares a Canarias, de una isla a otra. La gran particularidad de San Cristóbal de la Laguna es que, fundada en 1497, es el primer ejemplo de ciudad no fortificada concebida y construida según un plano inspirado en la navegación marítima. Tanto su estructura como su arquitectura responden a significados simbólicos relacionados con el océano al que debe en parte su existencia. Se ha interpretado siempre, esta fisionomía, como una carta marítima e incluso como un mapa de constelaciones de la época. Todo tremendamente romántico, y real. Por eso la UNESCO la reconoció como una ciudad digna de ser Patrimonio de la Humanidad. Fue nexo además entre dos continentes, pues desde aquí partieron numerosos barcos hacia América, donde se replicó su modelo de diseño.

Tarragona (2000), la primera gran ciudad romana

Tarragona
Tarragona. | Shutterstock

Tarraco fue la primera fundación militar romana fuera de la península Itálica, y el lugar desde donde los romanos impulsaron la conquista de Hispania, su ordenación y su estructuración. A la hora de hablar de la huella romana en España, hay que empezar por Tarragona. Este origen romano se aprecia todavía hoy en su fisionomía, tanto que la muralla se reconoce incluso en los rincones en los que ya ha desaparecido. Su conjunto arqueológico incluye varios monumentos que van del siglo III a.C. hasta el VI d.C, la gran mayoría en buen estado de conservación, siendo el anfiteatro la construcción más icónica de todos ellos.

Baeza y Úbeda (2003), el renacimiento español 

Baeza
Baeza. | Shutterstock

En el centro de la provincia de Jaén, en la comarca de La Loma, se localizan dos ciudades españolas reconocidas como Patrimonio de la Humanidad: Baeza y Úbeda. Ambas poseen dos de los más sensacionales conjuntos renacentistas de Europa, llegando a considerarse cuna de este estilo en toda la geografía española. Cercanas, de hecho, al renacentismo italiano en cuanto a arquitectura y arte, tanto Baeza como Úbeda se aferran a sus raíces andaluzas como cualquier otro enclave en la comunidad, así que el resultado es una mezcla explosiva. En sus calles, además, tienen también cabida lo árabe, lo gótico o lo barroco, que enriquecen dos de los cascos históricos más bellos e importantes de España.