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Maravillas de Zaragoza que hay que ver al menos una vez en la vida

Maravillas de Zaragoza que hay que ver al menos una vez en la vida

Zaragoza es una provincia que refleja en cada rincón el carácter indómito y a la vez acogedor de sus gentes. Por esa historia que ha formado su carácter alberga construcciones magníficas y pueblos que recuerdan tiempos de luchas, pero también de esplendor. A todo ello hay que sumarle una naturaleza que muestra todas sus caras, desde las más amables a las más agrestes. Las maravillas de Zaragoza son tantas que se necesita mucho tiempo para descubrirlas y saborearlas. Este recorrido es solo un aperitivo.

Maravillas de Zaragoza: pueblos con encanto

Las Cinco Villas, un viaje en el tiempo

Sos del Rey Católico
Sos del Rey Católico. | Shutterstock

Zaragoza está salpicada de pueblos maravillosos de aires medievales. Buena parte de ellos se suceden en la comarca de las Cinco Villas. Son pueblos donde aún resuenan episodios épicos, antiguas batallas y momentos de trascendencia histórica.

Uno de los más bellos y pintorescos es Sos del Rey Católico. La localidad donde nació Fernando II de Aragón conserva un casco antiguo de calles empedradas y viejos edificios que parece congelado en el tiempo.

Otros pueblos presumen de castillos, como Sádaba, cuya fortaleza luce siete magníficas torres almenadas. Menos conocido es Biel, con una fastuosa torre-castillo de aires normandos a cuyos pies se desarrolla una de las juderías más importantes de Zaragoza. Y todavía habría que mencionar localidades como Uncastillo, Ejea de los Caballeros o Tauste.

Caspe y el Mar de Aragón

Torre de Salamanca en Caspe
Torre de Salamanca en Caspe. | Shutterstock

Caspe se asoma a una imponente masa de agua que es el Embalse de Mequinenza, el más grande de la comunidad autónoma. El Mar de Aragón es famoso por los peces prehistóricos que lo pueblan, siluros que alcanzan más de dos metros de longitud. Es solo una de las sorpresas que guarda este embalse, que alberga una variedad de ecosistemas de enorme valor natural y paisajístico.

Admirar la inmensidad del Mar de Aragón es una buena excusa para pasear por Caspe, uno de los pueblos más bonitos de Zaragoza. La riqueza patrimonial de la localidad se refleja en la Torre de Salamanca, la Colegiata de Santa María la Mayor, la judería o su fabuloso castillo, donde se selló un gran acontecimiento: el compromiso que supuso el ascenso a la corona de Aragón de Fernando I.

Alfamén, un museo al aire libre

 

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Alfamén no ha sido escenario de magnos episodios de la historia ni tiene monumentos de relevancia, pero sí algo que lo hace único y diferente. Es un típico pueblo agrícola y ganadero que se ha transformado en un museo de arte urbano al aire libre. Es el vivo ejemplo de cómo tradición y modernidad pueden integrarse de una manera poco convencional.

Una treintena de grafitis adornan las fachadas de esta pequeña localidad, situada en el Campo de Cariñena. Son murales que nacieron gracias a una iniciativa cultural e integradora llamada Asalto en Alfamén. Aquel asalto de 2017 no tuvo nada de bélico, al contrario, fue el punto de partida de una iniciativa que ayudó a revitalizar y regenerar un pueblo condenado, como tantos otros, a la despoblación.

Maravillas de la naturaleza en Zaragoza

El Moncayo y su cara oculta

El Moncayo
El Moncayo. | Shutterstock

El gran tesoro natural de Zaragoza es el Parque Natural del Moncayo. Allí se encuentra el techo del Sistema Ibérico, el Pico San Miguel. Esta era una montaña mágica para los antiguos pobladores celtíberos y escenario de infinidad de leyendas. Precisamente, casi a sus faldas está Trasmoz, el único pueblo oficialmente maldito de España.

La cara oculta del Moncayo, sin embargo, no es la que se refiere a esa faceta legendaria. Es la vertiente sur, menos conocida y exuberante que la norte. Es un territorio abrupto donde los protagonistas no son los bosques, sino barrancos, cuevas y crestas rocosas. También esconde otro tipo de atractivos, como el yacimiento arqueológico de la ciudad celtíbera de Aratis o la ciudad de Illueca, coronada por el imponente castillo del Papa Luna.

Naturaleza y misticismo en el Monasterio de Piedra

Cascada en el Parque Natural del Monasterio de Piedra
Cascada en el Parque Natural del Monasterio de Piedra. | Shutterstock

Hablar del Monasterio de Piedra es hablar de dos de las maravillas de Zaragoza. La primera es el parque natural, una oda al agua en forma de cascadas que se suceden en un entorno casi mágico. El sonido del río Piedra al precipitarse por la roca es hipnótico, como lo son los reflejos de las cristalinas aguas del Lago del Espejo.

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La segunda maravilla es el monasterio que hace 800 años fundó la orden del Císter en este bellísimo lugar. Los restos de la iglesia, el claustro, el refectorio o las cocinas transportan a los tiempos en los que aquí vivía una importante comunidad religiosa. Una curiosidad: dicen las historias que fue en esas cocinas donde se inventó el chocolate a la taza allá por el siglo XVI.

Aguarales de Valpalmas, un paisaje surrealista

Aguarales de Valpalmas
Aguarales de Valpalmas. | Shutterstock

Los Aguarales de Valpalmas son un capricho de la Naturaleza, uno de esos paisajes alienígenas que hacen volar la imaginación. Las protagonistas de este escenario de ciencia ficción son centenares de puntiagudas chimeneas rocosas, fruto de la erosión del agua sobre el terreno. El resultado es un paisaje algo inquietante, pero singularmente hermoso.

La comparación con un tesoro geológico similar de dimensiones mucho más grandes y situado a miles de kilómetros era inevitable, de ahí que a este paraje se le conozca como la ‘Capadocia aragonesa’. Más allá de la anécdota y de su valor paisajístico, los Aguarales de Valpalmas son una de las maravillas de Zaragoza también por un indiscutible interés geológico.

Tesoros del patrimonio religioso en Zaragoza

El poético Monasterio de Veruela

Monasterio de Veruela
Monasterio de Veruela. | Shutterstock

El Monasterio de Veruela ha contemplado 900 años de historia. Fue el primer monasterio que la orden del Císter fundó en Aragón. Es una construcción sobria y a la vez imponente en la que destacan el claustro medieval y la iglesia abacial. Junto con los monasterios de Piedra y Rueda forma uno de los conjuntos religiosos más importantes y bellos de Aragón.

En esta abadía se hospedó Gustavo Adolfo Bécquer junto a su hermano Valeriano entre 1863 y 1864. Aquí escribió sus Cartas desde mi celda y se inspiró para algunas de sus leyendas. El recuerdo del escritor y de su hermano pintor permanece muy vivo en el monasterio, en un espacio dedicado exclusivamente a recordar sus figuras y sus obras.

Un santuario vertiginoso: Nuestra Señora de Jaraba

Santuario de Nuestra Señora de Jaraba
Santuario de Nuestra Señora de Jaraba. | Shutterstock

Entre Calmarza y Jaraba el río Mesa ha esculpido un profundo cañón de paredes verticales. Son 6 kilómetros de un paisaje sobrecogedor en el que anida una de las mayores colonias de buitres leonados de la península. Una extraordinaria riqueza natural y paisajística no es lo único que esconden esos desfiladeros, también un santuario enclavado entre rocas.

Según cuenta la leyenda, en este lugar se apareció la Virgen a unos pastores, que decidieron hacer un pequeño oratorio en su honor. No fue necesario que pasara mucho tiempo para que se convirtiera en lugar de peregrinaje. Tal fervor obligó a ampliar el Santuario de Nuestra Señora de Jaraba que, a pesar de sus dimensiones, prácticamente se mimetiza con la roca.

Los tesoros de la ciudad de Zaragoza

Basílica del Pilar
Basílica del Pilar. | Shutterstock

Zaragoza es una de las pocas ciudades con dos catedrales y cada una de ellas es una maravilla. La primera de ellas y la más conocida es la Basílica del Pilar, un templo barroco que guarda un bellísimo altar de alabastro y obras del pintor aragonés más universal: Francisco de Goya. La segunda es la Seo, una construcción que reúne una extraordinaria mezcolanza de estilos, entre ellos una de las mejores muestras del mudéjar aragonés.

Por supuesto, no hay que abandonar Zaragoza sin visitar sus otras maravillas, aunque ya no sean de carácter religioso. Por un lado, el Palacio de la Aljafería, un esplendoroso palacio fortificado de la época en la que Zaragoza pertenecía al reino taifa. Por otro, las huellas de la antigua Caesar Augusta romana, especialmente las del teatro.

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