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La catedral más pequeña de España

La catedral más pequeña de España

España alberga un patrimonio catedralicio impresionante. Y cada uno de esos templos, nada menos que 88, tiene algo que lo hace especial. La catedral de la que hablamos hoy lo es por dos motivos bien diferentes: es la más pequeña de España y también la más antigua de Aragón. Y queda añadir algo más, puesto que se alza en un precioso pueblo medieval de pasado glorioso.

Retazos de la historia de la catedral más pequeña de España

La catedral más pequeña de España
La catedral más pequeña de España. | Shutterstock

Para encontrar la razón de que un pueblo de apenas 50 habitantes en la provincia de Huesca tenga catedral hay que viajar en el tiempo al siglo IX. Fue entonces cuando Ramón I, conde de Ribagorza, tomó la decisión de separarse de la diócesis de Urgel. ¿Por qué Roda de Isábena como sede episcopal y capital del condado? Sobre todo por su situación estratégica en lo alto de un cerro, aspecto que facilitaba la defensa ya en plena Reconquista.

Hubo que esperar, sin embargo, a mediados del siglo X para poder inaugurar la catedral, dedicada a San Vicente Mártir. Pero solo cincuenta años después, una incursión árabe encabezada por Abd-Al-Malik, hijo de Almanzor, supuso la destrucción del templo. Roda de Isábena, que ya tenía cierta importancia, no podía permanecer sin catedral, de modo que en el año 1017 comenzaron las obras de una nueva, que se consagró en 1030.

Entrado el siglo XII, la catedral de Roda de Isábena dejó de ser sede episcopal. El motivo hay que buscarlo en el matrimonio de la hija del Ramiro II de Aragón con Ramón de Berenguer, Conde de Barcelona. Convertido este ya en Príncipe de Aragón, en 1149 tomó la decisión de trasladar la sede a la recién conquistada Lleida. La catedral de Roda de Isábena perdió su función, no así su consideración, puesto que sigue siendo reconocida como catedral, aunque a título honorífico.

Una catedral expoliada

Catedral de Roda de Isábena
Catedral de Roda de Isábena. | Shutterstock

La vida discurrió de forma tranquila para la catedral de Roda de Isábena hasta el siglo XIX. Fue a mediados de ese siglo cuando parte de las joyas que atesoraba el templo se trasladaron a Lleida con el pretexto de protegerlas de robos y saqueos, muy habituales en aquella época.

Pero el episodio más dramático tuvo lugar mucho después, en la noche del 6 al 7 de diciembre de 1979. En esta ocasión el protagonista fue un famoso ladrón de arte sacro, Erik el Belga. Esa noche asaltó el museo catedralicio y robó las piezas más valiosas, entre ellas la silla de San Ramón, un mueble de enorme valor que no dudó en despezar para darle salida en el mercado negro de arte.

En poco más de un siglo, la catedral de Roda de Isábena se vio despojada de sus más preciados tesoros. Tras la detención de Erik el Belga fue posible localizar y recuperar algunos de ellos. Otros tal vez no regresen nunca, pero la catedral sigue conservando un fabuloso patrimonio que muestra el esplendor que tuvo en siglos pasados.

La Catedral de San Vicente, una joya arquitectónica

Claustro de la catedral
Claustro de la catedral. | Shutterstock

La catedral de Roda de Isábena ha sufrido modificaciones a lo largo de su historia. Ahí están, por ejemplo, su torre o el pórtico sur, bastante posteriores al resto de la construcción. A pesar de ello, conserva ese aire tan especial del estilo románico lombardo, que en España solo se puede admirar en Aragón, Cataluña y parte de Castilla y León.

Además, el templo alberga dos espacios que es imposible pasar por alto. El primero de ellos es la cripta central, que no está oculta en un piso inferior, sino que se abre a la nave central, de manera que el presbiterio es perfectamente visible sobre ella. La explicación está en las dificultades para excavar en la roca sobre la que se asienta el templo. Esa cripta alberga el sepulcro de San Ramón, una joya románica decorada con relieves en los que se narran episodios de la vida de Jesús.

El segundo espacio es un claustro medieval único en Europa. La razón no está en sus dimensiones o antigüedad, sino en los epígrafes funerarios que decoran sus cuatro galerías. Son alrededor de 200 inscripciones que se grabaron en la piedra entre los siglos XII y XV y que dan forma a uno de los mejores conjuntos de inscripciones lapidarias de Europa.

Qué ver en Roda de Isábena más allá de la catedral

Roda de Isábena
Roda de Isábena. | Shutterstock

Roda de Isábena es uno de los pueblos más bonitos de Huesca. A los pies de su catedral se desarrolla un casco urbano que ha mantenido su estructura medieval. En él se pueden apreciar aún restos de la antigua muralla, además del viejo Palacio del Prior. Y no hay que dejar de asomarse a alguno de sus miradores para contemplar la belleza prepirenaica del Valle de Isábena o cruzar el río que le da nombre por el puente románico.

Roda de Isábena es, además, un punto de partida excepcional para disfrutar de la comarca de Ribagorza. Esta es una comarca de paisajes de infarto, como los del Congost de Mont-Rebei, donde quienes no sufran de vértigo pueden recorrer las imponentes pasarelas de Montfalcó. Aquellos que prefieran planes más tranquilos pueden hacer una ruta para descubrir la belleza de pueblos como Graus, capital de la comarca que esconde una singular y colorida Plaza Mayor. Pero si hay un rincón donde se respira la paz más absoluta es en el templo budista de Panillo, uno de los lugares más singulares de Aragón.

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