fbpx

Aranda de Duero con los cinco sentidos

Aranda de Duero

Hay un lugar en el sur de Burgos donde el vino baña la tierra, las aguas del Duero forman cascadas bajo puentes centenarios y suntuosas iglesias góticas se alzan sobre un laberinto de pasadizos subterráneos. Ese lugar es Aranda de Duero, y nos hemos propuesto conocerlo en primera persona para desentrañar sus mejores encantos.

Desde el momento en que se pone el pie en este rincón de Castilla y León, salta a la vista que es un entorno para disfrutarlo con todos los sentidos. Es por eso que cualquier visita a Aranda de Duero debería encuadrarse en una narración de cinco actos. Concluido el prólogo, se abre el telón…

El esplendor de los monumentos de Aranda de Duero

Plaza de San Juan
Plaza de San Juan. | Nahia Pérez de San Román

Las primeras paradas en esta excursión nos llevan a visitar las construcciones más famosas de Aranda de Duero, aquellas que encandilan la vista y protagonizan las postales más emblemáticas. El hecho de que la mayoría se encuentre en el casco histórico, a tan solo unos minutos de distancia del resto, invita a rodearlas y observarlas sin prisa.

Templos que cuentan historias

Para empezar, nos acercamos a la Iglesia de San Juan. Se encuentra en la plaza homónima, cerca del río Bañuelos, afluente del Duero, cuyo entorno verde enmarca una elegante torre defensiva del siglo X. Se trata del legado del templo románico original sobre el que se construyó la fabulosa iglesia gótica que cobró vida en el siglo XV. De esa misma época es la imponente fachada principal, donde se despliega un magnífico abanico de arquivoltas ojivales.

Fachada de la Iglesia de San Juan
Fachada de la Iglesia de San Juan. | Nahia Pérez de San Román

Quien elija entrar no solo encontrará una arquitectura exquisita donde destacan las bóvedas, la capilla renacentista y el retablo del siglo XVI. Actualmente, la Iglesia de San Juan también alberga un museo de arte sacro repleto de tesoros que refulgen en la solemne quietud del templo.

A continuación, nos internamos en el corazón del casco histórico, con rumbo a una Iglesia de Santa María que observa apaciblemente la animada vida de Aranda de Duero. Es inevitable alzar la vista al encuentro de la majestuosa fachada y pasear con los ojos el intrincado lienzo de tallas del que hace gala desde las alturas.

Iglesia de Santa María
Iglesia de Santa María. | Nahia Pérez de San Román

Penetrar su umbral significa sumirse en una escena gótica con elevadas bóvedas de crucería y pilares fasciculados. En ese mundo de sombras donde delicados halos de luz atraviesan las vidrieras policromadas, hay que detenerse en el retablo mayor, de estilo romanista, y en su bella madera dorada. También merece la pena ascender las escaleras al coro, donde se puede admirar el órgano de la iglesia y las dimensiones del templo adquieren una profundidad asombrosa.

Una gema oculta que admirar

Humilladero de Aranda de Duero al atardecer
Humilladero de Aranda de Duero al atardecer. | Nahia Pérez de San Román

Este capítulo dedicado al sentido de la vista se puede cerrar con un monumento más discreto y alejado del centro, pero no por ello menos interesante. Se trata del humilladero que descansa a las puertas de los Jardines de la Virgen de las Viñas, y es una elegante obra del siglo XV que ha sido reconstruida en varias ocasiones, por lo que exhibe tanto elementos góticos como renacentistas. Una prueba más de que la arquitectura de Aranda de Duero, en su diversidad y riqueza, conduce a perderse en las páginas de su propia historia.

Entre ríos y puentes

Puente medieval de Aranda de Duero
Puente medieval de Aranda de Duero. | Nahia Pérez de San Román

El Duero y sus afluentes horadan la localidad y la salpican de verde. Al dejarse guiar por el murmullo del agua, se descubren agradables paseos sembrados de parques, bancos y árboles florales que inundan el aire de deliciosos aromas en primavera.

En estos recorridos sorprende la presencia de encantadoras cascadas, pequeños saltos de agua donde apetece pararse a escuchar la canción del río. Una de estas fotografías de cuento se puede presenciar desde el llamado ‘puente romano’, que en realidad es románico, construido en la Edad Media. Se ubica junto a la ya mencionada Iglesia de San Juan, cuya silueta se puede advertir entre los árboles.

Arte urbano en Aranda de Duero
Arte urbano en Aranda de Duero. | Nahia Pérez de San Román

Si perseguimos el río Arandilla en dirección este, encontraremos agradables espacios como el Parque La Isla o el Parque de la Huerta. Se puede complementar este paseo regresando al centro por la calle Pizarro, decorada con amplias obras de arte urbano, asombrosos murales que aparecen de improviso en las fachadas de los edificios.

Degustar la gastronomía de Aranda de Duero

El típico lechazo asado de Aranda de Duero
El típico lechazo asado de Aranda de Duero. | Nahia Pérez de San Román

Más allá de la belleza que reside en su arquitectura y en los oasis fluviales que acoge, Aranda de Duero se conoce por su excelente gastronomía. No es de extrañar que muchas personas lo consideren un destino que disfrutar a mordiscos, paladeándolo lentamente, desgranando los sabores que aportan los deliciosos productos de la tierra.

Un buen lugar para apreciar el lado gastronómico de este edén del buen comer es la calle Isilla. En nuestro caso, hojeamos la carta de El Lagar de Isilla, un restaurante de comida tradicional donde probamos algunos de los platos e ingredientes que caracterizan la cocina local.

Sabores con una tradición propia

Bombón roché de morcilla de Aranda
Bombón roché de morcilla de Aranda de El Lagar de Isilla. | Nahia Pérez de San Román

En sus entrantes nos topamos con la famosa morcilla de Aranda. Un imprescindible en Burgos, aunque la de Aranda de Duero tiene un toque especial. No obstante, el plato estrella de este rincón de la Ribera del Duero no es otro que el lechazo asado.

Al elaborarse de forma tradicional, en horno de piedra, se aprecia la ternura de la carne que ha recibido la cantidad de calor exacta, así como un suculento exterior crujiente que se consigue al dejar la piel tostarse junto al fuego durante un lapso de tiempo cuidadosamente calculado. Todo un arte que culmina en un plato tradicional que sigue seduciendo a nuevos paladares cada día.

Preparación del lechazo asado en horno de piedra
Preparación del lechazo asado en horno de piedra. | Nahia Pérez de San Román

Como es natural, acompañamos este viaje culinario con una selección de fabulosos vinos Ribera del Duero, un viaje sensorial con Denominación de Origen. El mismo restaurante tiene acceso a las bodegas subterráneas, y la entrada es gratuita. No obstante, nos estamos adelantando, pues el enoturismo forma parte del siguiente acto, que corresponde a los infinitos aromas del enclave.

Viajar en el tiempo a través del vino

Acceso a las bodegas subterráneas en El Lagar de Isilla
Acceso a las bodegas subterráneas en El Lagar de Isilla. | Nahia Pérez de San Román

Al caminar por las calles empedradas de Aranda de Duero, es fácil pasar por alto las aberturas que delatan una realidad escondida: el acceso a un fascinante mundo bajo tierra. Son los respiraderos de una red de bodegas subterráneas que se extiende a lo largo de más de 7 kilómetros y abarca toda la zona del casco antiguo. Un secreto maravilloso que huele a vino y nos transporta a tiempos remotos.

Las más de 100 bodegas que conforman este laberinto solían estar conectadas, pero actualmente la mayoría de ellas se han aislado y son de uso privado. Se encuentran a una profundidad de aproximadamente 10 metros, y no es casualidad, ya que, de este modo, se evitaron las posibles inundaciones provocadas por el río.

El fascinante mundo de las bodegas de Aranda de Duero

Visitamos las bodegas subterráneas de Aranda de Duero con Ribiértete
Visitamos las bodegas subterráneas con Ribiértete. | Nahia Pérez de San Román

Descendemos a este paraíso del vino con una visita guiada organizada por Ribiértete. Mientras degustamos una copa del fragante caldo escarlata, descubrimos una bodega que, según se cree, pertenece al siglo XIII. Nos dejamos trasladar a una dimensión diferente, con galerías de luces tenues, objetos y relatos que nos conducen al pasado.

Y es que estas bodegas, además de utilizarse antiguamente para la preparación y conservación del vino, sirvieron como refugio en tiempos de la Guerra Civil y la Guerra de la Independencia. Como curiosidad, en esta visita es posible contemplar una copia del primer mapa en perspectiva que se realizó en España, donde se halla representado el antiguo recinto amurallado de Aranda de Duero.

Copia del primer mapa en perspectiva de España
Copia del primer mapa en perspectiva de España. | Nahia Pérez de San Román

Antes de regresar a la superficie, disfrutamos de una actividad con la que se explora este espacio de una forma diferente: una escape room del vino. Una serie de acertijos y rompecabezas nos llevan a descubrir datos curiosos y ponernos a prueba para culminar una velada llena de sorpresas.

Terminar de comprender las texturas de Aranda de Duero

Tras haber recorrido Aranda de Duero por sus siluetas, melodías, sabores y aromas, resulta evidente que es un lugar a experimentar desde diferentes ángulos. Y todos ellos convergen en ese encanto propio, en esa textura inconfundible que se percibe en sus calles y plazas, en sus casas pintorescas, en las terrazas soleadas donde brillan las copas de vino y llegan los deliciosos olores de los asadores.

Casas en la Plaza Mayor de Aranda de Duero
Casas en la Plaza Mayor de Aranda de Duero. | Nahia Pérez de San Román

Si nos alejamos un poco, podemos rozar con la yema de los dedos esos viñedos que se mecen con la brisa y hablan de un valioso tesoro vinícola. También encontramos pequeñas gemas como la Iglesia de San Nicolás de Bari, declarada Bien de Interés Cultural. Asimismo, los alrededores de Aranda de Duero brindan interesantes bodegas a visitar y alojamientos rodeados de calma donde retirarse a descansar, como el Hotel Montermoso, en dirección norte.

Al caer la noche, con esa luz embrujada que pigmenta los contornos de calidez y alarga las sombras, nos distanciamos de Aranda de Duero con la sensación de dejar un capítulo abierto. A pesar de haber experimentado mil emociones y sensaciones, su magia se extiende más allá de aquello que hay que ver o saborear por primera vez. Quizás ese sea el motivo por el que, más que visitarse, Aranda de Duero debe observarse, escucharse, degustarse, olerse y sentirse en la piel.

Sigue nuestro canal de WhatsApp para descubrir lo más fascinante de España.