Tictac, tictac, tictac, tictac. Durante unos minutos ese es todo el sonido que la Viajera del Arte puede escuchar tras haber cambiado de cuadro. Cuando sus ojos van acostumbrándose a la luz de este nuevo espacio, una sensación extracorpórea la invade. El paisaje que la rodea es yermo, aséptico. Huele el salitre del agua del …