fbpx

Valle de Vió, la paz del Pirineo de Huesca

Valle del Vió, un rincón escondido en los Pirineos de Huesca

Este valle protagonista de la nueva entrega de El Rincón Escondido no solo lo es de manera metafórica. Tendemos a hablar de algo escondido como algo que todavía no ha descubierto el gran turismo, pero en este caso el valle de Vió, además, parece estar realmente escondido. Entre montañas, con el gran parque nacional de Ordesa y Monte Perdido al norte. Marcado por el curso del río Yesa, este lugar se presenta como una escapada ideal para aquellos que busquen naturaleza y tranquilidad.

Descubriendo lo desconocido

Cañón de Añisclo desde Verín
Cañón de Añisclo desde Verín. | Shutterstock

El valle de Vió está poblado de pequeños pueblos, situados a más de 1000 metros de altura. Todos tienen esa clase de belleza sencilla de los lugares que no se esfuerzan por, valga la redundancia, ser bellos. Fanlo, Buerba, Vió, Nerín, Yeba, Buisán, Gallisué, Ceresuela y Sercu son las localidades que uno puede visitar cuando se anima con las carreteras sinuosas del valle. Estas curvas que van sorteando la montaña forman a su paso paisajes formidables.

La provincia de Huesca es interesante por muchos motivos y buena parte de estos pueden encontrarse en el valle de Vió. En este rincón del mundo lo importante es sentirse en pleno abrazo con la naturaleza, que es la gran protagonista del lugar.

Las posibilidades del valle de Vió

Amanecer en Vió
Amanecer en Vió. | Shutterstock

En el valle no hay grandes monumentos que visitar, aunque en Fanlo, el pueblo más grande del valle, sí puede uno entretenerse en la Casa Ruba, una casa señorial del siglo XVI. Vió, por su parte, tiene la iglesia de San Vicente, un templo del siglo XIII que puede presumir de unas pinturas románicas de lo más interesantes. En el año 1976 se trasladaron al Museo Diocesano de Barbastro para su conservación, pero la iglesia todavía guarda su recuerdo.

Lo que sobre todo importa de estos pequeños pueblos, en realidad, es entregarse al disfrute de pasear sus calles y, siempre que sea posible, hablar con las personas que las habitan. Así es como uno conocerá su forma de vida, su cultura y la historia del valle de Vió, que importa tanto o más como la de las grandes capitales de la geografía.

Fanlo
Fanlo. | Shutterstock

En Fanlo gustarán esas casas de piedra que pertenecieron a grandes familias de los siglos XVI y XVII. Pero sobre todo gustará el paraje en el que se encuadra, con los macizos al fondo y mil colores en torno a las construcciones. O un solo color en los meses de invierno: el de la nieve. En esos meses de invierno puede uno también disfrutar de la estación de esquí Fanlo-Valle Vío, a 2000 metros de altitud y en pleno parque nacional de Ordesa y Monte Perdido.

En estas localidades pueden descubrirse las llamadas chimeneas espantabrujas, típicas del Alto Aragón y llamadas a despertar el lado más fantasioso del viajero. Se ven especialmente bien en Buerba, donde también se encuentra una escultura dedicada a las mujeres del valle que durante tanto tiempo acarrearon agua para sus familias.

Iglesia de San Vicente
Iglesia de San Vicente. | Shutterstock

En los últimos años, se ha hecho un esfuerzo considerable por recuperar los caminos que históricamente han unido los pueblos del valle. A esta red de senderos puede sumarse la que posee el parque nacional. Entre una y otra, no es difícil imaginar las infinitas posibilidades de senderismo que tiene el valle de Vió.

Por qué no lo conocíamos antes

Bellísimas postales que dejan los Pirineos
Bellísimas postales que dejan los Pirineos. | Shutterstock

La principal razón por la que este valle de Vió no se ha reconocido hasta el momento tiene nombre y apellidos: el valle de Ordesa. Este no es solo el paraje más emblemático del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, es también uno de los lugares más visitados, aplaudidos y apreciados de los Pirineos. Declarado Patrimonio de la Humanidad, muchos lo consideran el corazón de esta cadena montañosa que hace sentir diminuto a cualquiera.

Cuando uno tiene ante sí un monumento tan impresionante como este, uno de los primeros espacios en Europa en ser protegido de manera oficial, a veces cuesta mirar más allá y buscar otros rincones de interés. Por eso el valle de Vió, tan escondido, tan silencioso, ha permanecido a la sombra. No se trata de masificarlo una vez que es descubierto, pero como decían los romanos: al César lo que es del César. Y este valle, con su inmensidad, su belleza y sus pueblos, merece ser tan conocido, reconocido y querido como el que más.