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Siega Verde, el yacimiento paleolítico más grande de España

Siega Verde

Llegar a Siega Verde significa emprender un viaje de siglos y kilómetros. Una travesía a través de mapas y calendarios. Llegar a Siega Verde es como traspasar un portal temporal que se abre a un lugar único, declarado Patrimonio de la Humanidad. Este rincón se encuentra escondido al oeste del mapa de España. Resguardado en las pedanías de Serranillo, en el municipio de Villar de la Yegua, bebe del agua fresca del río Águeda. Se codea con ilustres vecinos de hermosas calles ataviadas con catedrales, iglesias y castillos. En su aire resuenan el eco de miles de años de historias. Pero la magia de Siega Verde trasciende a su ubicación, va más allá de su concepción como destino qué ver en Salamanca. La magia de Siega Verde únicamente empieza a entenderse cuando se escucha todo lo que las piedras tienen que contar.

Historias de piedra en Siega Verde

La historia de Siega Verde se escribe en las piedras que pueblan el terreno, se pierde en las oscuridades de noche milenarias, despierta en incontables amaneceres… Sobre las superficies de pizarra, se desperezan ciervos y antiguos caballo. Las piedras entonces se aclaran las gargantas. Tienen mucho que contar a todo aquel que tenga unos minutos para escuchar sus narraciones paleolíticas.

Siega Verde
Grabado de un animal sobre la roca en Siega Verde. | Wikimedia

Quieren hablar sobre los veranos que pasaron, asistiendo callados a meriendas de familias y excursiones escolares. Hablan también de inviernos solitarios en los que echaban de menos a los niños que, a veces, acariciaban sus líneas con la punta de los dedos. Pero hay una cosa que desean contar por encima de todo: la historia de sus orígenes.

Un exponente único del arte paleolítico

Los artistas que hace miles y miles de años habitaron este entorno privilegiado, situado al sur del Parque Natural de Arribes del Duero, dejaron una huella que el tiempo no ha borrado. Muchos de sus grabados se corresponden a figuras de animales, aunque también existen algunos cuyo significado todavía hoy es un misterio.

Utilizando distintas técnicas como el piqueteado, el raspado o la incisión dejaron escrito cómo eran sus vidas. Quisieron explicar a los futuros lectores de sus piedras con qué tipo de fauna convivían en la meseta castellana durante la última glaciación. Las demás representaciones aguardan, todavía mudas, a ser traducidas al lenguaje de las palabras. Del mismo modo que sucede en otros yacimientos  prehistóricos de España situados al aire libre, algunos grabados son visibles con mayor claridad que otros.

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Caballo del descubrimiento
“Caballo del descubrimiento” bajo el Puente de la Unión. | Shutterstock

El primero de estos grabados en hablar, en ser hallado, fue un caballo. La figura, sobradamente conocida por algunos pastores habituales de la zona, significó el primer indicio de todo lo que vino después. La pintura, nombrada hoy como “caballo del descubrimiento”, se anticipa a la vista del caminante. Pero junto al équido han llegado hasta nuestros días muchos otros animales. Cabras, uros, ciervos o renos de gran tamaño siguen al río Águeda sin separarse de sus orillas desde hace mucho tiempo.

Desde el descubrimiento de estos grabados, llevado a cabo por el arqueólogo Manuel Santoja en 1988, hasta la actualidad se han sucedido las sorpresas. El entonces director del Museo de Salamanca siguió la pista de aquellas pinturas, ocultas hasta ese momento para el mundo ajeno a la comarca. Los resultados de sus investigaciones fueron asombrosos: más de 400 figuras y 91 paneles realizados sobre pizarra, ahora Patrimonio de la Humanidad. Así fue como Siega Verde pasó de ser un paisaje cotidiano para los lugareños a considerarse un exponente único del arte paleolítico.

Siega Verde, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco

El mapa de España acoge lugares que por su trascendencia histórica, natural, artística, etc. merecen una especial protección. Un cuidado que, al mismo tiempo, funciona como reconocimiento de su importancia. Se trata de ubicaciones que habitan la memoria colectiva de un territorio y que, de un modo u otro, lo representan.

La Alhambra de Granada, la Torre de Hércules en A Coruña, la Cueva de Altamira en Cantabria, el Camino de Santiago… Son solo una pequeña muestra de esta ilustre lista que incluye también algunas ciudades viejas, como la de Córdoba o Segovia (incluido su acueducto). En total existen 49 bienes declarados Patrimonio de la Humanidad en España. Entre ellos, Siega Verde.

Valle del Coa
Grabado paleolítico en el Valle del Coa. | Shutterstock

En un primer momento, el yacimiento de Siega Verde fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 1998, pero el 1 de agosto de 2010 obtuvo la máxima protección por parte de la UNESCO.

Bajo su rúbrica, este rincón salmantino se hermana con el territorio vecino al otro lado de la frontera portuguesa, el Valle del Coa. Juntos conforman una de las más extensas muestras al aire libre de arte paleolítico de toda Europa, siendo Siega Verde el yacimiento más grande de la Península Ibérica. En la actualidad ambos forman parte de los “Caminos de Arte Rupestre Prehistórico” del Consejo de Europa. Además, Siega Verde ha sido el primer lugar en ostentar, desde 2018, el certificado de calidad de “Patrimonio Rupestre Europeo”.

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La naturaleza que rodea Siega Verde

El Águeda se nutre del caudaloso río Duero en su travesía por tierras de Salamanca. Su curso pone la banda sonora a increíbles paisajes. Parajes de gran belleza en los que la naturaleza, como sucede en otros muchos territorios de España, ejerce como dueña y señora. Siguiendo al Águeda se accede a Campo de Argañán, una demarcación histórica, parte actual de la comarca de Ciudad Rodrigo. Fue en este lugar donde, hace milenios, encontraron acomodo y sustento pueblos de cazadores y recolectores del Paleolítico. Unas sociedades cuya vida ha quedado inmortalizada aquí, en Siega Verde. Un lugar estratégico ubicado en un vado, diseñado y construido por la propia naturaleza, entre Serranillo y Castillejo de Martín Viejo.

Río Águeda
Río Águeda en Siega Verde. | Shutterstock

El Puente de la Unión se alza sobre el agua como un eslabón entre las dos orillas que separa el río. Pero, además, sirve como punto de partida para el viaje atrás en el tiempo que es Siega Verde. Pues son precisamente sus arcos los que señalan y protegen la presencia del caballo del descubrimiento. A partir de este punto, tan solo las estrellas y la luna son testigos de su pacer pacífico y su relincho suave.

A partir de este punto, el arte y paisaje quedan unidos. Arquitecturas imposibles se convierten en improvisado museo bajo la bóveda del cielo. La erosión lleva millones de años jugando con el terreno. Así, se han ido formando impresionantes esculturas de roca, como algunas marmitas de gigante.

Puente de la Unión
Puente de la Unión. | Wikimedia

Lugares cercanos a Siega Verde

Siega Verde no es el único vestigio arqueológico de la zona. La historia de la provincia de Salamanca brilla también en el Dolmen de Hurtada, situado en Villar de Argañán. Cerca también, dominando el valle por el que transcurre el río Águeda, se encuentra el Castro de Gallegos de Argañán. En cuanto a la huella romana, esta toma la forma de la Villa de Saelices el Chico, ubicada junto al entorno urbano del municipio del mismo nombre. La riqueza histórica y arqueológica de este entorno salmantino es impresionante. Igual de impresionantes son también sus núcleos urbanos y sus parajes naturales.

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Catedral de Ciudad Rodrigo
Catedral de Ciudad Rodrigo. | Shutterstock

El recorrido puede iniciarse a menos de 20 kilómetros de Siega Verde, en Ciudad Rodrigo. Aquí son los pasos del caminante, recorriendo libremente las calles empedradas, los que indican qué ver. Son imprescindibles la Casa de los Vázquez, la de los Cueto y el imponente Palacio de los Águila, que ocupa una manzana entera.

Los edificios religiosos también son muy hermosos, desde la pequeña Capilla de Cerralbo a la Parroquia de San Cristóbal. Pero la Catedral de Santa María, de estilo gótico y románico, pone la guinda a la visita. Sus cuatro puertas principales son espectaculares. También lo son el coro, las capillas, el claustro y el Museo Diocesano y Catedralicio.

Castillo en San Felices de los Gallegos
Castillo en San Felices de los Gallegos. | Shutterstock

A menos de 40 kilómetros de Ciudad Rodrigo, San Felices de los Gallegos es una sorpresa en la frontera entre España y Portugal. Castillos, murallas y fantasmas de antiguos nobles forman un conjunto delicioso. La música corre a cargo de la Torre de las Campanas. La imaginación hace el resto en un entorno natural y arquitectónico de cuento.

En la zona noroeste de la provincia de Salamanca e inmerso en un espacio único, espera el Parque natural de Arribes del Duero, un lugar, dividido entre Salamanca y Zamora que merece un capítulo aparte. Parajes inolvidables, miradores, cruceros por el río, pueblos llenos de encanto… La lista parece no terminar.

catedral salamanca
El puente romano y la catedral de Salamanca. | Shutterstock

El final del viaje lo marca el tic tac del reloj de la Plaza Mayor de Salamanca, dentro de un casco histórico declarado Patrimonio de la Humanidad. Las catedrales, la nueva y la vieja, la Casa de las Conchas, la Casa Lis o la Universidad son solo el principio. En las calles, las losetas cuentan historias anónimas que llevan al puente sobre el río Tormes. Se ven susurros de amor cruzar el aire junto a las cigüeñas desde el Huerto de Calixto y Melibea.

Atardece. El cielo y la ciudad cambian de color y los kilómetros empiezan a pesar. Es necesario un tiempo para asimilar todo lo visto y vivido. Reponer fuerzas ante un plato de hornazo o de patatas meneás, junto a una copa de vino de la Sierra de Salamanca. Otra vez de noche, caballos, cabras y renos cruzan Siega Verde como lo han hecho desde tiempos inmemoriales. Millones de años de historia condensados en un lugar que queda grabado para siempre. Cuando arte y naturaleza se funden, saltan chispas que se convierten en estrellas para una noche clara.