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Cuenca es una de las 15 ciudades Patrimonio de la Humanidad que existen en España. Está dividida en dos zonas: el casco histórico, situado a 1000 metros sobre el nivel del mar, y la ciudad nueva, en la parte más baja. En la primera se pueden visitar lugares emblemáticos, como las Casas Colgadas, construidas entre los siglos XIII y XV, o alguno de sus muchos miradores, como el de Florencio Cañas. Pero también es posible que sus habitantes o los viajeros que la visitan quieran descubrir sus alrededores. Porque cerca de Cuenca hay muchos destinos interesantes. Pueblos bonitos de la misma provincia o de las colindantes, tales como Madrid o Toledo. O parajes de ensueño en los que disfrutar de un día en contacto con la naturaleza. Las posibilidades de escapadas en Cuenca son muchas y, a continuación, mostraremos algunas de las mejores.
Los mejores planes cerca de Cuenca
Uclés (Cuenca): 49 minutos
A 75 kilómetros de la ciudad de Cuenca se encuentra Uclés, un pequeño pueblo de poco más de 200 habitantes considerado por muchos uno de los más bonitos de la provincia. De él destacan su monasterio, todo un símbolo de la localidad desde el siglo XVI, pero también sus murallas y su castillo. Además, en Uclés también pueden descubrirse otros lugares, como el yacimiento arqueológico de Fuente Redonda, descubierto a mitad del siglo XIX, o la fuente de los Cinco Caños.
Priego (Cuenca): 45 minutos
Tampoco puede faltar en esta lista sobre qué ver en los alrededores de Cuenca el bello pueblo de Priego. Está a 45 minutos de distancia por carretera de la capital de provincia y es un término municipal bañado por los ríos Trabaque, Guadiela y Escabas. De hecho, este último se encuentra justo al lado del casco urbano de la localidad. Y es que Priego es un pueblo donde las casas parecen fusionarse con la naturaleza, pues los pinos y las encinas, entre otros tipos de árboles, abundan en el lugar. Si se habla de monumentos, entonces se debe hacer mención a la Torre de Despeñaperros, la Cueva del Moro o el puente Liende, que data del siglo XVI. Los tres son imprescindibles en un itinerario para descubrir este pueblo conquense.
Mota del Cuervo (Cuenca): 1h 20
Otro lugar ideal para hacer una excursión desde Cuenca de ida y vuelta el mismo día es Mota del Cuervo. Conocido como ‘El Balcón de la Mancha’, se trata de un pueblo situado en un enclave fascinante, colmado de campos de agricultura y con un amplio patrimonio histórico-artístico. Pero sin lugar a dudas, si hay algo que destaca por encima del resto de cosas, son sus bonitos molinos de viento, tan típicos de Castilla la Mancha.
Ciudad Encantada (Valdecabras, Cuenca): 29 minutos
Bastante más cerca, a aproximadamente media hora en coche desde Cuenca, se encuentra uno de los parajes naturales más increíbles de la provincia: la Ciudad Encantada. Ubicado en la Serranía de Cuenca y más concretamente en Valdecabras, se trata de un destino que fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional en el año 1929. No es para menos, pues es un paisaje kárstico repleto de curiosas formaciones rocosas que empezaron a formarse hace 90 millones de años.
Monumento Natural del Nacimiento del Río Cuervo (Vega del Codorno, Cuenca): 1h 8 minutos
También en los alrededores de Cuenca, concretamente a 1h y 10 minutos por carretera, se sitúa el Monumento Natural del Nacimiento del Río Cuervo. Está en el municipio de Vega del Codorno, sobre la Muela de San Felipe, y la altitud del lugar llega a los 1.700 metros sobre el nivel del mar. Cabe señalar que su punto más famoso es precisamente el que le da nombre al parque: el nacimiento del río Cuervo, un manantial activo de indiscutible belleza que lo convierte en uno de los paisajes más importantes de la zona. El agua cae desde varias estalactitas de roca y en invierno, al congelarse, crea una estampa de postal.
Parque Arqueológico de Segóbriga: 46 minutos
A 47 kilómetros de Cuenca capital, a las afueras del municipio de Saelices, se sitúa una de las ciudades romanas mejor conservadas de toda la Península Ibérica: el Parque Arqueológico de Segóbriga. De él se debe decir también que es el conjunto arqueológico de más relevancia de la Meseta, pues está formado por muchos monumentos bien conservados. Así, en su interior se pueden visitar lugares como el centro de interpretación de las ruinas de Segóbriga, la necrópolis romana, el circo romano, el teatro, las murallas, el anfiteatro, el foro y las termas romanas.
El Toboso (Toledo): 1h 24 minutos
Si hay un lugar famoso en Toledo ese es El Toboso, pues Cervantes lo citó en El Quijote en repetidas ocasiones al ser el lugar de nacimiento de Dulcinea. Por eso no es de extrañar que algunos de sus mayores atractivos turísticos tengan que ver con esta célebre obra literaria; en un itinerario por El Toboso no pueden faltar el Museo Cervantino o la Casa de Dulcinea. Pero, además, hay otros sitios que también deben añadirse a la lista, como la plaza Mayor de El Toboso o el Convento de las Clarisas. Lo mejor de todo es que queda a menos de hora y media de Cuenca.
Chinchón (Madrid): 1h 17
Chinchón es uno de los pueblos más bonitos de Madrid, pero está situado a apenas una hora y cuarto por carretera de Cuenca capital. Allí se pueden visitar lugares como su plaza Mayor, de origen medieval y considerada una de las más bonitas del mundo. Se trata de un recinto cerrado con cuatro accesos, bordeada por casitas de tres plantas con soportales y balcones de madera coloridos. Pero, además, en Chinchón pueden visitarse otros puntos interesantes, como su lavadero, su torre del reloj, la ermita del Rosario o la Casa de la Cadena.
Pastrana (Guadalajara): 1h 18
El pueblo de Pastrana es un destino ideal para acabar la lista de lugares a los que realizar una escapada desde Cuenca. Es un pueblo pequeño que no alcanza ni los mil habitantes, se encuentra en la provincia de Guadalajara y te permite viajar en el tiempo: sus calles medievales teletransportan al viajero hasta varios siglos atrás en la historia. Entre los lugares y monumentos a visitar destacan la plaza de la Hora, el Palacio Ducal, la Colegiata de Pastrana, el Museo Parroquial o la fuente de los Cuatro Caños. Aunque, sin lugar a dudas, como es habitual en localidades como esta, lo mejor es caminar sin rumbo por sus calles disfrutando de todos sus pequeños rincones y detalles.
