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Qué ver en Santo Domingo de la Calzada, un lugar de Camino, pero también de parada

Qué ver en Santo Domingo de la Calzada

Las calles de Santo Domingo de la Calzada encierran retazos de la historia del Camino de Santiago, esconden viejas leyendas y recuerdan hechos milagrosos. En cada rincón de este pueblo riojano es inevitable escuchar los suspiros cansados de peregrinos o los murmullos de simples viajeros ávidos de descubrir nuevos lugares. Esa es parte de su magia: Santo Domingo de la Calzada es camino, pero también parada.

Y así es desde hace muchos siglos, tantos, que casi se pierde en la memoria. Han pasado mil años desde que el santo levantara en estas tierras el primer hospital de peregrinos. Nada es como entonces, pero hay algo que no ha cambiado: aquí se sigue abrazando y dando cobijo a quien busca descanso.

Pero esa necesidad de reponer fuerzas no debe ser impedimento para descubrir la catedral, las murallas, las casas nobiliarias o el viejo puente sobre el río Oja. Hay mucho que ver en Santo Domingo de la Calzada. Por eso, merece ser más que el final de una etapa en el peregrinaje.

Santo Domingo de la Calzada: una historia con un nombre propio

Sepulcro Santo Domingo
Sepulcro de Santo Domingo en la catedral de El Salvador, La Rioja. | Shutterstock

Antes de descubrir qué ver en Santo Domingo de la Calzada convienen entender un poco de su historia. Para conocer el origen de Santo Domingo de la Calzada hay que remontarse a mediados del siglo XI. En aquella época la Ruta Jacobea ya tenía un cierto renombre, pero los peregrinos que atravesaban estas tierras apenas encontraban un bosque de encinas.

A ese bosque a orillas del río Oja se retiró como eremita Domingo García. En ese retiro fue testigo de las dificultades de los peregrinos que hacían el Camino de Santiago y decidió dedicar su vida no solo a la oración, sino también a facilitar el paso de los caminantes. Así trazó una nueva ruta al sur de la que hasta entonces se usaba y levantó un puente, una ermita y un hospital de peregrinos.

Domingo murió con 90 años, en 1109, pero su legado aún pervive. Poco después de su muerte, alrededor de su sepulcro, se fueron levantando nuevas construcciones. En apenas un siglo este lugar pasó de ser un simple burgo a cabeza de diócesis episcopal y de estar bajo el gobierno del abad a depender de la corona.

Fueron, precisamente, los fueros concedidos por Alfonso VIII los que propiciaron el desarrollo de Santo Domingo de la Calzada. Entre los siglos XIII y XV surgen nuevos barrios y arrabales y se construye la muralla. Pero el punto álgido de ese crecimiento llegaría en el siglo XVIII, con una profunda remodelación urbana que es la que ha pervivido hasta nuestros días.

Qué ver en Santo Domingo de la Calzada: lo imprescindible

El trasiego continuo de peregrinos hacia Santiago de Compostela y la hospitalidad que aquí hallaban hicieron que esta localidad riojana ganara fama, creciera y se convirtiera en uno de los mayores tesoros de la Ruta Jacobea. Esa es la razón de su enorme patrimonio histórico, inesperado para muchos, sorprendente para casi todos.

La Catedral del Salvador y su gran tesoro: el gallinero

Catedral Santo Domingo de la Calzada
Catedral de Santo Domingo de la Calzada. | Shutterstock

La Catedral del Salvador es lo primero que tiene que verse en Santo Domingo de la Calzada. El templo hunde sus orígenes en el siglo XII. De hecho, su construcción se inició solo unos años después de la muerte del santo. Aparentemente modesta, esta iglesia-fortaleza esconde un magnífico retablo renacentista y un no menos espectacular coro plateresco.

Pero si hay un elemento al que se dirigen inevitablemente todas las miradas es el gallinero. Sí, un gallinero, un pequeño tesoro gótico del siglo XV en el que viven un gallo y una gallina. ¿La razón? Un milagro atribuido al santo que merece capítulo aparte y que contamos más adelante.

El campanario más alto de La Rioja

El campanario, separado algunos metros de la catedral, tiene historia y entidad propias. Se alzó a mediados del siglo XVIII. ¿Pero por qué en ese lugar? La razón no es otra que la inestabilidad del suelo, que obligó a buscar un terreno más firme después de que el anterior campanario casi se desmoronase.

Los más románticos conocen a este inmueble como “la Moza”, un cariñoso apodo que tal vez se ganó por su belleza. O quizá porque es el campanario más alto de La Rioja, con sus 69 metros. Sea por lo que sea, hay un hecho incontestable: desde lo más alto las vistas de Santo Domingo de la Calzada son espectaculares.

El Hospital de Peregrinos y el puente: el origen de Santo Domingo de la Calzada

puente Santo Domingo de la Calzada
Puente de Santo Domingo de la Calzada. | Shutterstock

En el lugar del antiguo hospital, aquel levantado por el santo, se alzó otro en el siglo XV. Y desde entonces nunca ha dejado de acoger a viajeros y peregrinos, primero como albergue y desde 1965 como Parador de Turismo. Situado frente a la catedral, merece la pena entrar para admirar su vestíbulo de arcos góticos y sus artesonados.

El puente sobre el río Oja es el otro gran legado del santo. El que hoy podemos contemplar, con sus casi 150 metros y 16 arcos, no tiene mucho que ver con aquel del siglo XI, pero sigue siendo paso obligado de peregrinos en su camino hacia Santiago.

Llegados a este punto, una pequeña curiosidad: ese afán por crear infraestructuras para facilitar el tránsito por el Camino es el motivo de que a Santo Domingo de la Calzada se le nombrara patrón de los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Obras Públicas y Civiles.

La muralla, una de las más importantes de La Rioja

Cuando el primigenio burgo ya había cobrado cierta entidad, allá por el siglo XIV, Pedro I mandó construir una muralla. Tuvo 38 torreones, 7 puertas de acceso y un foso de agua diseñados para resistir batallas y asedios, pero no el correr de los tiempos. Al llegar épocas menos revueltas, el abandono y el uso que de ella hicieron los vecinos causaron un severo deterioro. Afortunadamente, no todo se perdió y todavía hoy es posible admirar parte de aquel recinto amurallado, uno de los más importantes de La Rioja.

Qué más hay que ver en Santo Domingo de la Calzada

ayuntamiento Santo Domingo de la Calzada
Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada. | Shutterstock

La riqueza monumental de esta localidad, una de las más fascinantes del Camino Francés, merece un paseo calmado, muy calmado. Basta con alzar la vista para descubrir un rincón que nos hace viajar a tiempos esplendorosos, un edificio que nos habla de la historia o incluso vestigios de algún hecho milagroso.

Así, perderse por el corazón de Santo Domingo de la Calzada supone descubrir casas blasonadas que recuerdan su pasado nobiliario: la casa de Trastamara, la de los Salcedo, la de los Ocio, la de Lorenzo Tejada o la del alcalde Martínez Pisón, entre otras.

Y en algún momento los pasos llevarán a la plaza Mayor, justo detrás de la catedral. La preside el Ayuntamiento, un edificio de estilo barroco de dos alturas adosado a la muralla. Esconde un pequeño secreto, ya que su arco central da paso a la única puerta de la muralla que se conserva. Solo unos pasos más allá se descubren otros edificios también magníficos: el edificio del Corregimiento de La Rioja, que alberga la Cárcel Real, y el de la Alhóndiga.

Hay más. No hay que irse de Santo Domingo sin admirar el palacio del secretario de Carlos V. Y tampoco hay que pasar de largo el convento de San Francisco, con un elegante patio herreriano; o la abadía cisterciense, en la que aún se ofrece cobijo a los peregrinos. Y todo ello hace que la de Santo Domingo de la Calzada sea una de esas postales que quedan grabadas en la memoria y en el corazón.

El milagro del gallo: la leyenda de Santo Domingo de la Calzada

Gallinero Santo Domingo de la Calzada
Gallo y gallina en Santo Domingo de la Calzada. | Shutterstock

“Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada” es un dicho popular que identifica una parte de la historia, o tal vez de la leyenda, de esta localidad. Habla del milagro más conocido del santo, el mismo que motivó que la catedral albergue ese gallinero con un gallo y una gallina vivos.

El relato cuenta que un matrimonio y su hijo peregrinaban a Santiago cuando hicieron parada en este pueblo. La hija del posadero, que se había encaprichado del muchacho, le acusó de robo al no ser correspondida. El chico fue condenado a la horca, pero no murió gracias a la intercesión del santo.

Los padres del muchacho corrieron a contárselo al corregidor y este, incrédulo, aseguró que el chico tenía tanta vida como lo que se disponía a comer: un gallo y una gallina asados. Milagrosamente, los animales volvieron a la vida en ese mismo momento y comenzaron a cacarear.

Así, por su historia, por los milagros de los que fue testigo mudo, por su belleza y por su hospitalidad, Santo Domingo de la Calzada es uno de los lugares que hay que ver en La Rioja sin excepción.