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Maravillas de Cuenca que hay que ver al menos una vez en la vida

Maravillas de Cuenca que hay que ver al menos una vez en la vida

Cuenca tiene uno de los skylines más singulares de la geografía española, protagonizado por esas Casas Colgadas que desafían al abismo y por ese Puente de San Pablo que salva la Hoz del Huécar. La inacabada catedral, la Torre Mangana, la Plaza Mayor o los coloridos edificios del barrio de San Martín acaban de dar forma a una de las ciudades españolas Patrimonio de la Humanidad. Aunque a su sombra, la provincia de Cuenca en nada desmerece a la belleza de su capital. Estas son algunas de sus mejores maravillas.

Cuenca histórica

En Cuenca es muy fácil seguir los pasos de la historia desde tiempos inmemoriales. De hecho, toda la provincia se halla salpicada de lugares y edificios magníficos que nos permiten retroceder en el tiempo y sumergirnos de lleno en épocas pasadas.

Segóbriga y el pasado romano de Cuenca

Segóbriga
Segóbriga. | Shutterstock

Segóbriga fue una ciudad de gran relevancia en la Hispania romana gracias a la explotación de las minas de lapis specularis de la zona. Este era un mineral traslúcido muy apreciado en la época porque se usaba como cristal en las ventanas. Han pasado veinte siglos, pero sus ruinas recuerdan a la perfección aquella época de esplendor. Sus calles, el antiguo foro, las termas, el anfiteatro y el teatro hacen que sea muy fácil imaginar cómo era la vida en la ciudad.

El Parque Arqueológico de Segóbriga, en la localidad de Saelices, es el yacimiento romano más impresionante y mejor conservado de la provincia, pero no es el único. Merece la pena mencionar al menos los de Noheda y Valera. Y para completar ese viaje a la época romana, nada como una visita a las minas de lapis specularis de Huete, Osa de la Vega o Torrejoncillo del Rey.

El Castillo de Belmonte, de vuelta a la Edad Media

Castillo de Belmonte
Castillo de Belmonte. | Shutterstock

Cuenca es tierra de castillos, pero entre ellos destaca el de Belmonte. Es una soberbia construcción en la que el tiempo parece haberse detenido. Escenario de cine, invita a sumergirse de lleno en la emoción y la fuerza de los duelos con armadura y espada porque, aunque sus muros ya no son testigos de sangrientas batallas, sí lo son de torneos de combate medieval. De estilo gótico mudéjar, una muralla pentagonal abraza el patio de armas y la robusta estructura del castillo, en cuyo interior se conservan delicados artesonados y chimeneas de elaborada decoración.

El Monasterio de Uclés, el ‘Escorial de La Mancha’

Monasterio de Uclés
Monasterio de Uclés. | Shutterstock

Desde lo alto de un cerro, el Monasterio de Uclés se yergue majestuoso y destaca sobre el paisaje. Por sus dimensiones y por la belleza de su arquitectura, hay quien lo ha comparado con el conjunto monumental de San Lorenzo de El Escorial. Aunque ciertamente bastante más modesta, esta construcción despierta la admiración de quien contempla su soberbia portada churrigueresca o la elegancia del patio porticado a dos alturas.

Fue la Orden de Santiago la que levantó el monasterio entre los siglos XVI y XVII y convirtió así a Uclés en su capital. Pero no es la única joya que alberga este pequeño municipio. Junto al recinto religioso se alzan los restos de una vieja fortaleza árabe y de sus murallas. Ya en el casco urbano, casas solariegas y palacetes acompañan en el paseo por uno de los pueblos más bonitos de Cuenca.

Naturaleza fascinante en Cuenca

La provincia de Cuenca alberga una variedad de paisajes sorprendente. Son lugares donde la naturaleza ha creado rincones que invitan a deambular por ellos sin rumbo y donde el agua es, en muchos casos, la gran protagonista.

La Ciudad Encantada, un capricho de la Naturaleza

Ciudad Encantada en Cuenca
Ciudad Encantada en Cuenca. | Shutterstock

Figuras de animales, rostros humanos, setas o un mar pétreo dan forma a un laberinto de formas caprichosas que la erosión ha moldeado durante millones de años. La Ciudad Encantada es uno de esos lugares en los que da la sensación de haberse sumergido en un mundo fantástico. Hace millones de años este lugar era lecho marino, mas al retirarse el agua y quedar al descubierto, los elementos consiguieron crear un variopinto y singular repertorio de esculturas que se contemplan en un corto pero muy entretenido recorrido circular.

La belleza del nacimiento del río Cuervo

Nacimiento del río Cuervo
Nacimiento del río Cuervo. | Shutterstock

En el corazón de la Serranía de Cuenca se esconde un rincón donde solo se escucha el sonido del agua que discurre entre roca y vegetación. Hay que seguir el curso río arriba para llegar a un lugar mágico, a una grieta de la que brota el agua en forma de cascada. Es el nacimiento del río Cuervo. No hay que pensar, sin embargo, en el final del camino, sino disfrutar de él. A cada paso se descubren pequeños saltos de agua, pozas cristalinas y cuevas que hacen del recorrido un festival para los sentidos.

Los paisajes de vértigo de las Hoces del Río Cabriel

Hoces del Río Cabriel
Hoces del Río Cabriel. | Shutterstock

El río Cabriel es frontera natural entre Cuenca y Valencia. En ese tramo serpentea en forma de meandros entre paredes verticales que cortan la respiración, dando forma a uno de los paisajes más escarpados, agrestes y salvajes de Cuenca. En lo más profundo se esconden rincones idílicos, como las Chorreras de Enguídanos. Mientras, elevándose hacia el cielo, se advierten los Cuchillos, unas imponentes agujas pétreas, aunque ya en territorio valenciano.

En la provincia hay otras hoces también espectaculares. Sobre las del río Júcar destaca otra de las maravillas de Cuenca: el imponente Castillo de Alarcón, una fortaleza de origen árabe que, por su situación, era inexpugnable. Y al norte se encuentra la Hoz de Beteta, un cañón en el que las paredes verticales alcanzan en algunos puntos los doscientos metros de altura.

Las lagunas de Cañada del Hoyo, un universo de color

Laguna en Cañada del Hoyo
Laguna en Cañada del Hoyo. | Shutterstock

Son siete lagunas o, más exactamente, dolinas formadas por el hundimiento del terreno. Pero si son especiales no es por su origen geológico, sino por el color de las aguas que cubre cada una de ellas. Ese color es verde en unas, azul en otras y hasta rosa o blanco. El motivo son los microorganismos que viven en estas lagunas y que difieren de unas a otras, al igual que el nivel de salinidad, de ahí que cada una presente su propio color.

No lejos de las lagunas de Cañada del Hoyo se pueden visitar las Torcas de los Palancares. Son más numerosas, más de veinte, y también más grandes y profundas en muchos casos. La gran diferencia es que en ellas no es el agua, sino la vegetación, la que cubre esas depresiones del terreno.

Otras maravillas de la provincia de Cuenca

Las Caras Buendía, un museo al aire libre

Ruta de las Caras de Buendía
Ruta de las Caras de Buendía. | Shutterstock

Arte y naturaleza se dan la mano en el pantano de Buendía. Allí, entre los pinares que abrazan esa masa de agua, se ocultan una veintena de esculturas talladas en la roca por dos artistas, Eulogio Reguillo y Jorge J. Maldonado. Algunas alcanzan los seis metros de altura, y entre ellas se descubren el rostro de Beethoven, el de chamanes y el de seres fantásticos que se intercalan con figuras abstractas de aspecto místico. Todo ello hace de la Ruta de las Caras uno de los museos al aire libre más singulares.

Mota del Cuervo, un pueblo cervantino

Mota del Cuervo
Mota del Cuervo. | Shutterstock

De este pueblo dicen que es el ‘balcón de La Mancha’ por su situación, en lo alto de un cerro. Pero Mota del Cuervo es mucho más que un mirador privilegiado de los paisajes manchegos. Es una de las paradas de la Ruta del Quijote. De hecho, se dice que ese «lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme» al que aludía Cervantes al comienzo de su novela era, precisamente, esta localidad. Sea así o no, en ella se pueden seguir los pasos del ingenioso hidalgo, por ejemplo, en los siete magníficos molinos de viento que conserva.

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